lunes, 25 de diciembre de 2017





Carta del Niño a Nicolás

25 de diciembre de 2017

 

Tulio Ramírez




Estimado Nicolás,

Un gusto saludarte. No creas que me ha sido fácil enviarte esta carta. Los ángeles que siempre me acompañan, no estuvieron muy de acuerdo con esta iniciativa celestial. Tuve que recurrir al Viejo para que, con su bondad infinita, los convenciera de que, para algunas cosas, lo cortés no quita lo valiente. No pretendo iniciar un dialogo contigo, ya que sería infinito e inútil. Asume esta misiva como un debut y despedida, como aquél ministro de economía que nombraste y duró solo horas en el cargo porque dijo que la inflación era solo una ilusión óptica de burgueses y escuálidos. Así pues, con la venia del Viejo y el escepticismo de mis fieles ángeles de la guarda, procedo a comentarte lo siguiente.

Es duro echártelo en cara, y sobre todo si esto que te voy a decir sale de quien por miles de años se ha encargado de alegrar a los más pequeños cada diciembre. Por tu torpeza y mal gobierno has logrado que los niños de tu país no necesiten juguetes en navidad sino comida. Como sabes, ese no es mi departamento. Los encargados de crear las condiciones para que un país genere riquezas y alimentos son sus gobernantes y ciudadanos a través de acertadas políticas, estímulos, inversión, educación y cultura del trabajo. Eso es lo que hace felices a los pueblos, y en compensación el Viejo y yo los retribuimos llevándole alegría a los chamos cada vez que celebran mi nacimiento. Fíjate que no por casualidad se presenta esta especie de ecuación histórica: Gobiernos Comunistas + Control total por parte del Estado + Anulación de Libertades = Proscripción de las Navidades.

Tal ecuación no es como la de la Teoría General de la Relatividad, que todavía genera dudas en algunos. Esta, por el contrario, no ha sido refutada nunca. Cada vez que hay un experimento social como el que implementas en Venezuela, se requeteconfirma. Recuerda lo que fue la extinta Unión Soviética y los países del Este, o voltea y mira hacia Cuba y Corea del Norte, donde obligan a los niños a alabar a los líderes desde que están en los primeros grados de la escuela, creyendo que con eso los hacen felices. En esos países proscribieron la navidad por el temor a que los más pequeños se confundan y celebren el nacimiento, no de su líder, sino el de un niño humilde que nació en Belén y creció sin odios ni resentimientos hacia el otro.

Estoy muy molesto contigo. Se que poco te importa. Total, ni siquiera represento un voto por ser menor de edad. Mi molestia ni siquiera es porque has convertido a las fiestas navideñas en un suplicio para los venezolanos que no tienen como celebrarla. Ya vendrán mejores tiempos, no hay mal que dure cien años ni país que lo resista. Lo que me acojona, y perdona tan prosaica expresión, es lo que le hiciste a esos más de 120 niños que querían pasar las navidades con sus padres en el exilio. Se los impediste de la manera más cruel, anulando sus pasaportes y haciendo caso omiso a sus permisos de viaje. Mataste la alegría de esas criaturas y eso no te lo perdono.

No quiero ni imaginar los delitos que se le inventaran a esos niños, para justificar tan vil acción. No te pediré una explicación. Además, se bien que ni el Viejo ni yo somos santos de tu devoción, así que tampoco tienes porqué dárnosla. Anda y celebra con tus amigotes, sé que no te remorderá la conciencia. Pero recuerda, el poder no es para siempre y gobiernos como el que presides han durado menos que vomito de borrachito desnutrido. Bueno Nicolás, que el Viejo te bendiga, porque dudo que tus compatriotas lo hagan. No te molestes en contestar. Con mi más profundo deseo de que rectifiques, me despido con aprecio, Jesús.

lunes, 11 de diciembre de 2017

El Carnet de la Humillación

Carnet de la patria

La práctica “del carnet” no es nueva en Venezuela. Sin embargo, lo que vemos hoy día, dista mucho de lo que vimos y criticamos en los gobiernos adeco-copeyanos
Lo recuerdo como si hubiese ocurrido ayer. Durante la tan denostada IV República, o democracia civil como prefiero llamarla, los camaradas de entonces y boliburgueses de hoy, vociferaban indignados que era una humillación para los venezolanos la exigencia del “carnet del partido”, como condición para ser beneficiado con un puesto de trabajo en un ministerio. La verdad, y no lo niego, me uní a esas voces en ese momento. Siempre me indignó  el chantaje para acceder a un derecho como el del trabajo. Lo cierto es que los adecos aseguraban algunas prebendas a parte de su militancia,  si este demostraba con su carnet haber sido un fiel militante de la causa partidista. Los copeyanos por su parte, si bien no estilaban lo del fulano carnet, cuando les tocaba el turno de gobernar, y sin botar a los adecos, también premiaban a su militancia con algún puestico en el gobierno. Total que la práctica “del carnet” no es nueva en Venezuela. Sin embargo, lo que vemos hoy día, dista mucho de lo que vimos y criticamos en los gobiernos adeco-copeyanos.

Para ese entonces, no se obligaba a nadie a sacar el carnet del partido, de hecho ni siquiera todos los militantes lo tenían. Era un acto voluntario que mostraba más el compromiso y orgullo de pertenecer al partido que el deseo de acceder a algunas ventajas. Ni siquiera recuerdo a algún líder de AD o Copei, hacer alarde público del número de militantes por el número de carnetizados. Tampoco era un elemento de exclusión o apartheid. Más de un revolucionario mascaclavos y comecandela de la época, una vez graduado de su carrera universitaria, accedió a puestos de trabajo en el gobierno o a una beca de Fundayacucho para estudiar postgrado en el exterior, sin habérsele exigido el aborrecible “carnet del partido” o haberle puesto como condición la inscripción en la seccional de la parroquia donde habitaba. Los tiempos han cambiado.

Ahora, en tiempos de revolución, los adalides del humanismo, la democracia protagónica y de los poderes creadores del pueblo, chantajean a ese mismo pueblo que dicen defender y amar, con la exigencia de una credencial partidista para acceder al más mínimo servicio o derecho consagrado en la Constitución como de libre acceso a todos los ciudadanos sin distinción alguna. Jugando cruelmente con la situación de hambre y de extrema necesidad de los venezolanos, obligan a la gente más humilde a sacar el Carnet de la Patria ya que lo convirtieron en requisito para poder comprar las Cajas y Bolsas CLAP, las medicinas y recibir atención médica en los CDI y los pocos Módulos de Barrio Adentro que todavía existen. Quien no tenga esa credencial, pues no tendrán oportunidad alguna de acceder a las migajas que el gobierno lanza a los más humildes.

Estando de compras en una ferretería, una mujer claramente enchufada en el Gobierno adquirió casi 3 millones de bolívares en bombillos fluorescentes, amén de otras menudencias. Atrás en la cola para pagar, se encontraba una señora a todas luces proveniente de los sectores populares, cargaba dos bombillitos normalitos en sus manos que pagaría a un costo de 16 mil Bolívares cada uno. En la conversación que siempre se entabla en esas circunstancias, la humilde señora preguntó dónde podía conseguir algunos antibióticos que estaba buscando y no podía conseguir por ninguna parte. Nuestra enchufada le contestó con cierto dejo de superioridad, de quien se sabe está cómoda en la vida, que antibióticos si había y suficientes. Le aconsejó que fuera con el Carnet de la Patria a una determinada farmacia del Gobierno ya que allí los encontraría, caros, pero los encontraría.  A todas estas, después de pagar y salir del negocio nuestra enchufada, la viejita dijo a viva voz, “yo quisiera el Carnet de la Patria Platinum que tiene esa señora y no el que me dieron a mí, que para nada me ha servido, qué humillación mijito”.

lunes, 27 de noviembre de 2017

Bolivarian Revolution Awards 2017

Wiston Vallenilla

A falta del Guaicaipuro o Mara de Oro con sus criterios burgueses y sifrinos para premiar a los artistas, proponemos la creación del Bolivarian Revolution Awards, el cual será entregado a quien destaque en el medio televisivo. Como esta es una revolución “tramparente”, los ganadores de este premio serán escogidos por la Secretaría de Propaganda y Asuntos Ideológicos del PSUV, bajo la coordinación general del Papá de los Helados, quien desde Miraflores vetará o no la decisión tomada
Los años 70 se caracterizaron por la premiación anual a personas ligadas al mundo del espectáculo. Los sesentones y cincuentones de hoy recordamos con cierta nostalgia aquel mundo de fiesta farandulera que una vez al año ocupaba la atención de buena parte de los venezolanos. Estas premiaciones eran muy significativas para la carrera de muchos artistas. Eran, guardando las distancias, los equivalentes a los Latín Grammy, o por qué no, a los Oscar Hollywoodenses que han catapultado al estrellato a tanto talento gringo. La noche de la entrega del Guaicaipuro de Oro o del Mara de Oro era tan esperada como el Miss Venezuela. Escuchar a Gilberto Correa o al Musiu La Cavalerie anunciando a Tomás Henrique como el actor de reparto del año o a América Alonso como la actriz de comedia del año, llenaba de regocijo al más indiferente.

Hoy no tenemos estos premios. La mayoría de nuestros talentos están fuera del país, unos actuando y otros haciendo quien sabe qué cosa, pero sobreviviendo todos. Muchos están tratando de obtener el reconocimiento y cariño que dejaron atrás. De primeros actores, algunos pasaron a ser actores de reparto esperando una oportunidad que los vuelva a colocar en el pináculo de la gloria. Otros quizás estén conduciendo taxis o repartiendo pizzas. Los menos afortunados estarán pernoctando a las puertas de algún teatro de baja factura esperando ser contratados, aunque sea de luminito o carga cables. Lejos está el aplauso que les dio satisfacciones y medios para vivir dignamente. Ya no firman autógrafos en la calle ni nadie les pide posar para tomar un selfie. Así es la vida de quienes, hasta hace poco, fueron objeto de adoración y admiración de los venezolanos.

La farándula en Venezuela se ha visto menguada por esta diáspora. Son muy pocos los canales que pasan programas con talento venezolano. Las novelas, nuestra marca en el mundo junto con el Miss Venezuela, prácticamente han desaparecido. Las pocas que se televisan fueron grabadas en los 80 y los 90. Tampoco hay programas musicales con voces de reconocida calidad y pedigrí en el ambiente. Más bien abundan los programas de imitación a los famosos como una suerte de nostalgia inconsciente por los que hoy tomaron otros rumbos para entretener con su arte. Nuestros otrora canales de variedades, se han convertido en vidrieras de enlatados o en canales darwinianos donde solo nos enseñan como los Koalas de Madagascar procrean en épocas de invierno. Estoy hablando de 2 o 3 canales que no están (totalmente) en manos del gobierno. El resto, los rojitos, son un mundo aparte, no por mejores a los comerciales, sino por todo lo contrario.

Estos canales oficialistas y gobierneros tienen muchos programas con talento (?) vivo, por lo que es justo crear un premio que reconozca su participación en ese difícil mundo. A falta del Guaicaipuro o Mara de Oro con sus criterios burgueses y sifrinos para premiar a los artistas, proponemos la creación del Bolivarian Revolution Awards, el cual será entregado a quien destaque en el medio televisivo. Como esta es una revolución “tramparente”, los ganadores de este premio serán escogidos por la Secretaría de Propaganda y Asuntos Ideológicos del PSUV, bajo la coordinación general del Papá de los Helados, quien desde Miraflores vetará o no la decisión tomada. 

Algunos de los renglones que propongo para ser premiados este año 2017 son: El Bostezo del Año para aquél conductor o animador que acumule el ranking más bajo (sabemos que este premio será muy reñido); El Escatológico del Año, también un premio muy competido, aunque algunos aseguran que por muchos tiempo lo monopolizará aquel que echó al pajón a medio mundo de su propio partido; El Sapo de Oro, se reconocerá con este galardón a quien más presos acumule gracias a acusaciones infundadas a través del medio televisivo; El Regreso del Año, destinado a quien en tiempos difíciles para la revolución se pasó a la oposición y en tiempos difíciles para la oposición se paso de nuevo al chavismo.

Finalmente, El Cara e’ Tabla del Año. Este premio estoy considerando no proponerlo por la polémica que pueda surgir entre quienes tengan mérito para merecerlo. Es mejor sincerar la cosa y dárselo de una vez a quien lo merece. Además, si no sale premiado es capaz de vetar la decisión. ¡Qué viva nuestra farándula revolucionaria!

lunes, 13 de noviembre de 2017

Yo a ti, sí te jodo

Jaime Lusinchi y Luis Guillermo García

Eran los tiempos de la IV República, o de la democracia civil como prefiero llamarla. Se hacía periodismo mordaz, crítico y nada complaciente con los gobiernos de turno
Los diferentes medios de comunicación estaban dispuestos para reseñar la noticia, la cual por cierto no recuerdo, pero el asunto ha debido ser de cierta trascendencia por la presencia del presidente Lusinchi. El lugar, alguna de las oficinas del Palacio de Miraflores. La transmisión era en vivo y directo. Yo sintonizaba, como todas las noches, el noticiero de Radio Caracas Televisión. Luís Guillermo García era el periodista que por ese canal estaba cubriendo la noticia. Luís Guillermo, junto a otros periodistas como Samuel Belilty, Sergio Novelli y la para entonces muy joven Laura Castellanos, conformaban un staff que se caracterizó por el sentido crítico y de denuncia que le imprimían a sus reportes. Lo cierto es que en ese episodio que estoy rememorando la verdadera noticia no fue el asunto del cual ni me acuerdo, sino la respuesta que le dio el para entonces presidente al periodista de marras. Se le acercó como una tromba. Con los cachetes temblorosos y con el dedo índice amenazante le espetó: “Tú a mí no me jodes”. Luís Guillermo, con cara de desconcierto, se limitó a mirar a la cámara como preguntándole al televidente, ¿y qué carajo le pasa a este señor?

Eran los tiempos de la IV República, o de la democracia civil como prefiero llamarla. Se hacía periodismo mordaz, crítico y nada complaciente con los gobiernos de turno. Salvo una paliza que algunos inadaptados le dieron al periodista Alfredo Tarre Murzi y una que otra demanda por difamación a algún periodista o editor que se pasó de la raya, había una relación tensa pero tolerante entre el gremio de cazadores de noticias y la clase política en el país. Tanto la prensa escrita como las revistas de corte político, colocaban a la disposición de sus lectores, crudos reportajes, columnas polémicas, así como entrevistas incisivas y provocadoras. Ese periodismo valiente y punzante no recibía como respuesta el allanamiento de la casa de algún periodista, por parte de la policía política del régimen. Hasta los humoristas no desaprovechaban la oportunidad de despellejar a los políticos de oficio. Inolvidables los sketches de la Radio Rochela, donde prácticamente todos los líderes importantes de la época fueron parodiados, magnificando sus desaciertos y metidas de pata.

Pues si mi apreciado lector, en esa república civilista, hoy tan criticada por un régimen que calza botas militares, un presidente amenazó a un periodista frente a toda Venezuela, y no le pasó absolutamente nada. El reportero siguió con sus reportajes cargados de denuncias y críticas sin que fuese despedido u obligado a renunciar “por órdenes de Miraflores”. Por el contrario, el presidente Lusinchi fue el que recibió una andanada de rechiflas provenientes no solo del gremio de comunicadores sociales como era de esperarse, sino de sectores no ligados a este oficio. Definitivamente era otra Venezuela.

Añoramos aquellos tiempos por miles de razones que no vienen al caso nombrar. Todos las conocemos y padecemos a diario. Sin embargo, quiero referirme a los embates en contra de la prensa y los periodistas. Cierre de medios, agresiones físicas y verbales, veto a algunos conductores de programas de radio, enjuiciamiento a editores, ha sido la constante de un gobierno alérgico a cualquier posición que disienta de sus políticas. En los gobiernos dictatoriales la primera víctima es la prensa libre, acostumbran a decir quienes tienen la responsabilidad de informar. Pero hablar de prensa es hablar de periodistas. El caso de Jesús Medina Ezaine debe alertar al gremio, a los venezolanos y al mundo. No quiero que se me aplique la novedosísima y creativísima Ley contra el Odio, pero díganme ustedes amigos lectores, este periodista fue secuestrado, brutalmente golpeado y amenazado de muerte, pero no le robaron nada, ni pidieron rescate. “Yo a ti, si te jodo”, al parecer fue el mensaje que le mandaron de alguna parte.

lunes, 30 de octubre de 2017

Y si nos va bien, pues, nos dividimos

MUD fracturada

Ahora bien, bastó que se diera ese triunfo para que la, hasta ese momento, alianza triunfadora comenzara a desvariar sobre las fórmulas para desalojar del poder a Maduro junto a su combo de sancionados
Cuentan los analistas de cafetín que cuando se implantó la política de pacificación por parte del presidente Caldera en su primer gobierno, se generó una diatriba en los mandos guerrilleros sobre la conveniencia o no de dejar la montaña e incorporarse a la lucha política abierta. Esta discusión trajo como consecuencia que se crearan facciones que asumían que acogerse a la pacificación era traicionar los ideales revolucionarios, mientras que otros sectores prefirieron incorporarse a la legalidad como una opción real de poder.

Al final del día un archipiélago de grupos y grupitos alzados en armas se quedaron en la lucha clandestina, mientras que otro grupo de partidos y partiditos de inspiración marxista, escogieron la vía democrática para vender la idea de construir una sociedad sin clases sin recurrir al exterminio del que piensa distinto. Esta es quizás la primera experiencia de fraccionamiento, división y trompadas ideológicas que conoció nuestro acontecer político vernáculo en la era moderna. Luego vendría la división del AD que dio nacimiento al MEP, aunque no por razones ideológicas sino por la lucha entre grupos internos por el dominio del poder partidista.

No hay que ser un sabiondo de la política para entender que el Big Bang de la izquierda venezolana fue producto de la derrota de la lucha armada. De fraternos camaradas pasaron a acusarse de renegados, dogmáticos, stalinistas, pequeños burgueses, revisionistas, anárquicos, ultraizquierdistas y reformistas. No hubo epíteto que no se utilizara para enjuiciar al otro. Hoy en día estamos observando la misma situación entre los llamados factores o partidos de oposición al gobierno impresentable de Nicolás Maduro. La derrota en unas elecciones regionales de dudosa transparencia, ha destapado los demonios en ese sector de la política venezolana.

A diferencia de los soñadores de izquierda de los 60, cuya derrota siempre estuvo cantada por nunca haber tenido el apoyo del pueblo, la oposición agrupada en la MUD logró, por lo menos desde 2013 al 2015, conectar con el deseo general de cambio que transpiraba la mayoría de los venezolanos. El resultado de esa conexión fue la paliza propinada al régimen chavista en las elecciones parlamentarias. Ahora bien, bastó que se diera ese triunfo para que la, hasta ese momento, alianza triunfadora comenzara a desvariar sobre las fórmulas para desalojar del poder a Maduro junto a su combo de sancionados.

Qué en 6 meses el mandado está hecho, dijo Ramos Allup, sin especificar cómo se comía eso; que, si mejor y más rápido es con una constituyente, dijeron algunos juristas; que no, que el cobre se bate en la calle, dijeron Leopoldo y María Corina; que no vale, que el revocatorio es lo más expedito, dijeron los justicieros. En eso se nos fueron los primeros meses del 2016 y las doñas del CNE aprovecharon esa indecisión para alargar la convocatoria, colocar todas las trabas y hacer ilusorio ese derecho establecido en la constitución. Al final no se logró, y quedo la facturita pendiente. Ramón Guillermo Aveledo fue el chivo expiatorio y pagó los platos rotos. Nombraron a Chuo Torrealba, quien con mucho decoro asumió la responsabilidad de tratar de dominar las pasiones de todos los sectores y ser el vocero de la MUD.

En 2017 Maduro nos madruga con una convocatoria inconstitucional a una Asamblea Constituyente y no faltó quien dijera que se debía participar en esas elecciones. Finalmente se impuso la postura de no hacerlo, pero quedaron algunos resentimientos. La guinda de la torta fueron las elecciones regionales. Fue imposible una sola estrategia para afrontar con la misma fuerza de las parlamentarias, a esta nueva contienda electoral. Hubo un sector que entendió que con la abstención se ganaba más que participando. Otro sector entendió que si no participaba se perdía más de lo que se ganaba. La guerra de posiciones fue feroz. Por otra parte, costó un mundo llegar a acuerdos sobre los candidatos, hubo que ir a primarias en la mayoría de los estados, y en la campaña electoral se dijeron de todo. Otra facturita pendiente.  Ahora, después de ganar 5 gobernaciones (una sexta, pendiente), tampoco hay acuerdo sobre presentarse o no ante la ANC para poder ejercer el cargo de gobernador. Unos dicen que lo hacen por solicitud del pueblo y el otro dice que no lo hace por solicitud del pueblo. Y sobre el megafraude, unos dicen que no hubo y otros que sí. Vaya usted a saber.

Total, que más allá de las consideraciones sobre quien o quienes tuvieron la razón, podría aplicarse aquella frase que la leyenda urbana de la política venezolana atribuye a un connotado líder de la izquierda decimonónica de los años 60. Este legendario comandante, después de logrado el acuerdo de unión entre varios partidos de izquierda para ir en comandita a una campaña electoral por la presidencia de la República, dijo: “y si nos va bien, pues, nos dividimos”.

lunes, 16 de octubre de 2017




Trauma post electoral






Así mis estimados lectores cada quien vivirá de manera diferente su trauma postelectoral

Estoy escribiendo este artículo el jueves 12 de octubre y saldrá publicado el lunes 16, es decir, lo escribo antes de las elecciones regionales y lo leerán mis valientes y desocupados seguidores, después de conocidos los resultados (bueno, esto último nadie en este país lo puede garantizar). El asunto es que en esas condiciones escribir un artículo llamando a votar sería extemporáneo y celebrar por adelantado sería muy riesgoso. ¿Sobre qué escribo entonces?. Si toco un tema no electoral, corro el riesgo de que nadie lo leerá por descontextualizado. ¿Qué pasará si no envío mi contribución al periódico?. Lo más seguro es que, después de 7 años ininterrumpidos publicando los lunes cada quince días en TalCual, nadie extrañará mi artículo. Esa es la buena o mala suerte de los articulistas desconocidos.

Pero cómo dice Chuito Marcano, el mascalacachimba de Marigüitar, ¿quién dijo miedo?. Dedicaré estas líneas a hacer un ejercicio de caracterización de las conductas postelectorales de ambos bandos después de conocidos los resultados. Pero no escribiré de euforias, sino de traumas producidos por un resultado adverso. Aclaro desde ya, que no lo haré sobre los abstencionistas “opositores”, ya que la verdad no sabría cuál es el resultado que los deprimiría. Para estos amigos la mayor alegría sería ver a la MUD derrotada, pero si contra sus apuestas la oposición gana las elecciones, se alegrarían si el gobierno destituye a los gobernadores opositores electos por no reconocer a la ANC. Pero vayamos a lo que vinimos.

Si el PSUV, contra todos los pronósticos y el sentido común, obtiene una victoria, esta sería la conducta de los opositores alineados a la MUD. Primera reacción: desconcierto, sorpresa, tristeza y arrechera. Segunda reacción: culpar al CNE por haber impedido las sustituciones, haber trasladado los centros electorales a horas del evento electoral, y por supuesto culpar a los abstencionistas por su ceguera política. Tercera reacción: culpar a Ramos Allup, Borges y hasta a Leopoldo López por su ingenuidad al ir a unas elecciones amañadas y trampeadas. Cuarta reacción: meterse en las páginas de las empresas de viaje a ver dónde carajos irse, ponerle precio a la casa, llamar a ver quién quiere quedarse con el perro y comenzar a publicar en Facebook saludos a los amigos en el exterior con el fin de restablecer contactos. Si hay suerte alguien echará una mano para ayudarlos a salir. Quinta reacción: Darse cuenta que la pelea es peleando, sacudirse la depresión y echarle bolas para lo que viene, no sin dejar de caerle encima y verle el hueso blanco a los líderes de oposición (esto último sería opcional).

Si es la MUD la que gana la mayoría de las gobernaciones, la reacción de los camaradas variará según su nivel de enchufamiento al poder. Los socialistas millonarios a costa del erario público son los que sufrirán el trauma más severo. Estar en las listas de sancionados y el peligro de perder la teta principal, seria agobiante para un ser humano que el único riesgo que ha asumido en la vida es no lavarse las manos después de contar como propio, el dinero ajeno. El solo pensar que tendrán que huir a Irán Cuba o Corea del Norte, los descompone. Luego están los funcionarios medios de las gobernaciones rojitas, que no han robado, sino que viven del sueldo y de las Bolsas CLAPS. Tendrán una depre distinta a los primeros. Ver derrumbarse un proyecto político que inexplicablemente apoyan de corazón, supondrá un duelo muy doloroso. Por último, están los líderes partidistas de esa tolda quienes tienen real y poder. Veamos sus posibles reacciones.

Primera reacción: La calentera con Tibisay porque las trampas y marramucias no funcionaron. Segunda reacción: La calentera con los dedocrátas del partido porque los lanzaron como candidatos a una derrota anunciada. Tercera reacción: meterse en las páginas de las empresas de viaje a ver dónde carajos irse, ponerle precio a la casa, llamar a ver quién quiere quedarse con el perro y comenzar a publicar en Facebook saludos a los amigos en el exterior con el fin de restablecer contactos, si hay suerte alguien echará una mano para ayudarlos a salir. Cuarta reacción: Reclamar al gobierno un puesto “donde haiga”, como pago por el sacrificio. Quinta reacción: Comenzar a declarar en los medios públicos que se adhieren a las filas del “chavismo disidente”, como medida precautelativa ante la debacle de las presidenciales de 2018. Así mis estimados lectores cada quien vivirá de manera diferente su trauma postelectoral.

lunes, 2 de octubre de 2017

¡A mí no me jode quien quiere!

¡A votar!

Cuando Chuito se ve en un trance similar al que viven los demócratas venezolanos ante estas elecciones, acostumbra a sentenciar: “Salgo pa´lante porque a mí no me jode quien quiere, sino quien puede”. ¡Vamos a Votar y defendamos nuestro voto!
Este gobierno (por supuesto sumando el de Chávez), nos ha tenido acostumbrados a la trampita, la ventaja, el abuso de poder, la mentira, el engaño, la simulación y la emboscada. Recuerdo que, en unas elecciones estudiantiles en la UCV, mientras los estudiantes opositores, que contaban con la simpatía de la mayoría, lanzaban la campaña electoral bajo el lema “100% ucevista”, los estudiantes oficialistas organizaban su campaña con el lema “100%”, con la clara y aviesa intención de confundir a algún estudiante despalomado que terminara votando por ellos, creyendo que lo hacía por los opositores.

En unas elecciones, ya no recuerdo si parlamentarias o presidenciales, los rojos sacaron una tarjeta con las siglas MUD y la consabida manito. Aunque no tengo las evidencias empíricas, de seguro confundieron a más de un venezolano, que asistió a esos comicios con la intención de darle una boloña de votos a la oposición y terminó dándole su voto a un partidito chavista creado en un laboratorio bajo la asesoría de expertos cubanos en contrainteligencia.

Recuerdo también las elecciones parlamentarias del año 2010 cuando Herman Escarrá, lanzó su candidatura “opositora” al Parlamento Andino, corriendo en un carril diferente al de la coalición de partidos que conformaban la unidad opositora. En ese entonces, logró dispersar los votos evitando que llegara Delsa Solorzano a ese parlamento regional. Hoy, desde la distancia y por las maromas políticas dadas por el atlético jurista, todos estamos convencidos que se trató de un ardid basado en la simulación para confundir a los electores.

Para las venideras elecciones de gobernadores no podíamos esperar algo diferente. Obligados por la presión interna e internacional se han visto en la desagradable tarea de organizarlas, pero por supuesto, sin ninguna intención de hacerlas transparentes, mucho menos limpias. Han echado mano de todos los obstáculos inimaginables, desde las inhabilitaciones por quítame esta pajita, hasta ponerle los ganchos a alcaldes que eran potenciales candidatos a gobernadores o hacer que se fueran al exilio, bajo la amenaza de encarcelarlos por no hacer lo que le correspondía al gobierno durante los meses de las protestas callejeras.

Ahora el truquito viene por la vía de no abrir el lapso para la sustitución de candidatos a las elecciones de gobernadores. El lector se preguntará dónde está la trampa. Pues, venga y le explico. Si el CNE niega la posibilidad de que los candidatos que perdieron en las primarias sean sustituidos por el candidato que obtuvo la mayoría, aunque hayan renunciado a su candidatura ante el CNE, permanecerán en el tarjetón electoral sus tarjetas y quien vote por ellas no votará por el ganador de las primarias. ¿Qué cómo se come eso? Demos un ejemplo. Si usted es votante del Zulia y vota por la tarjeta de Un Nuevo Tiempo creyendo que su voto se le suma a Guanipa, pues se cae de un coco, porque su voto será nulo ya que estaría votando por Eveling Trejo de Rosales quien renunció a su candidatura. Si reclama, el CNE le dirá: “ella renuncio y su partido no sustituyó su candidatura por la de Guanipa, por lo tanto, usted votó por alguien que no está compitiendo”. Al final se aplica aquel aforismo romano que reza, Jodienda consumatum est, o lo que es lo mismo decir que la joda se ha consumado.

Esta pretensión de inducirnos al error al momento de votar, hará que tengan más argumentos para llamar a la abstención los que han señalado de manera insistente que caeremos como unos venaítos por la trampa montada por el CNE. Pueda que no les falte razón, pero me niego a que sea suficiente para salir corriendo y no votar alegando que no juegan limpio, porque nunca lo han hecho y sin embargo hemos ganado contiendas como las del referendo de 2007 y las parlamentarias de 2015. Si bien Sun Tzu en el Arte de la Guerra recomienda que hay que escoger las peleas cuando las condiciones son favorables, en esta oportunidad me guiare más bien por lo que dice Chuito Marcano, un pescador de Marigüitar, parrandero y jugador de truco. Cuando Chuito se ve en un trance similar al que viven los demócratas venezolanos ante estas elecciones, acostumbra a sentenciar: “Salgo pa´lante porque a mí no me jode quien quiere, sino quien puede”. ¡Vamos a Votar y defendamos nuestro voto!

lunes, 4 de septiembre de 2017

En mi país, mear no es un delito

Mear en la calle

La analogía es pertinente. En Venezuela la revolución bolivariana no solamente ha roto las ventanas de la convivencia y la solidaridad que siempre nos caracterizó como pueblo, sino que no ha hecho nada por repararlas
Hace unos días apareció en las redes sociales una información que pasó desapercibida para la mayoría de los usuarios de esos medios de comunicación. Se trataba de un venezolano que fue capturado por las autoridades en el aeropuerto de Tucumán, en Buenos Aires, orinando en plena vía pública. Al parecer el paisano de marras no aguantó las ganas y procedió a dar media vuelta y con la destreza propia de quien lo hace con frecuencia, hizo la forma del túnel con su mano derecha, apuntó el meñique hacia el lado izquierdo y dio rienda suelta a un presuroso y potente chorro. Y así de lo más natural, no estaba ni siquiera pendiente si alguien lo estaba viendo.

La verdad nunca me enteré si estaba llegando a Argentina o regresando a su tierra natal. Lo cierto es que fue avistado por la guardia civil de ese transitado terminal aéreo, e inmediatamente detenido sin miramiento alguno. Especulando un poco, imagino que, en caso de estar llegando al país austral, nuestro pasajero incontinente fue el primer sorprendido ante tal aprehensión. “Usted no sabe con quién está hablando señor agente, ¿cómo es posible que en este país se violenten de tal manera los derechos humanos y no se permita que un cristiano desaloje la vejiga para evitar males mayores?”, supongo fue el alegato altanero de alguien acostumbrado a chapear en su país natal. Pero no me detendré sobre lo anecdótico de la noticia, más bien mi reflexión es sobre cómo ha cambiado nuestra manera de ser en tiempos de revolución “socialista”.

En los aciagos años de la tan vilipendiada IV República, orinar en la calle era una acción de borrachitos o de adolescentes amanecidos que, como diría el poeta Armando Manzanero, procuraban el momento más oscuro para desahogarse y poder continuar el camino a casa o al Bar más cercano. Pero eran otros tiempos. La revolución “Bonita” ha alterado la conducta del venezolano. Se podría explicar tal trastoque conductual a través de la Teoría de las Ventanas Rotas, es decir aquella Teoría que partiendo de un experimento diseñado por James Wilson y George Kelling: asume que, si en un edificio aparece una ventana rota, y no se arregla pronto, inmediatamente el resto de ventanas acaban siendo destrozadas por los vándalos.

La analogía es pertinente. En Venezuela la revolución bolivariana no solamente ha roto las ventanas de la convivencia y la solidaridad que siempre nos caracterizó como pueblo, sino que no ha hecho nada por repararlas. Por el contrario, ha estimulado las conductas vandálicas gracias a una política de impunidad que protege los desafueros de sectores sociales que considera sus aliados, porque ayudan a amedrentar a la mayoría que no comulga con sus extraños ideales de “redención social”. Como plantea esta Teoría, las conductas inmorales e incívicas se contagian hasta llegar a ser el modelaje de conducta dominante.

Afortunadamente todavía la mayoría de nuestros compatriotas se resisten a contagiarse de este tipo de conductas, pero cada vez son más los que terminan destrozando las pocas ventanas que quedan incólumes. Basta observar en nuestras calles ciertos procederes para percatarnos de ello. Ahora es totalmente natural ver a taxistas y motorizados parados en plena autopista orinando al aire libre. Inclusive lo hacen a pocos metros de las Alcabalas de policías sin que pase absolutamente nada. Pero esta conducta no es exclusiva de gente humilde o trabajadores del volante, también se observa con frecuencia a personas con costosos automóviles y atuendos de marca, hacer exactamente lo mismo a pleno día en vías públicas, sin el menor pudor o cuidado para no ser vistos. Esto indica que se está convirtiendo en una conducta “normal”, lo que en otros tiempos menos revolucionarios, era una conducta anómica y socialmente reprochable.

Así entonces, nuestro anónimo paisano, debe estar sufriendo un shock de adaptación en el país del tango. Tendrá que reaprender a usar los baños públicos, las papeleras, los ceniceros y todos aquellos instrumentos que facilitan mantener un ambiento físico limpio y un ambiente social de respeto y convivencia. Por lo pronto, muy poco le servirá el socorrido argumento que, en casos similares, algunos de nuestros paisanos esgrimen ante las autoridades en países extranjeros, a saber, “Señor Agente discúlpeme, pero en mi país mear no es un delito”.

lunes, 7 de agosto de 2017

Triste, pero orgulloso

Despedida

Los jóvenes no deberíamos sentir día a día como la muerte nos respira en la nuca. Bueno, de todas formas, esto ya no es vida, ya da igual morirse, aunque quisiera morirme después de que Venezuela mejore, quiero saber cómo es un país normal
Estoy consciente de que mi deber como escribidor de crónicas, es llevar a mis pocos, pero estimados lectores, una interpretación (confieso que muy sesgada), de los aconteceres de esta Venezuela marcada por la impronta del socialismo chavista del siglo XXI. Por ejemplo, hoy me tocaría hablar de los intestinos flojos en Miraflores y el CNE, por culpa de la declaración del director de Smartmatic. Otro buen tema es el de las sanciones sobre Maduro y casi todo el tren ejecutivo, y su reacción a lo Noriega, blandiendo, como machete liniero, la réplica de la espada de Bolívar. Dicen algunos jodedores que hicieron un pedido de 3000 réplicas de plástico a China, por si hay más sancionados. Pero hoy no escribiré sobre ninguna de estas suculentas bombitas que el gobierno revolucionario siempre me pone para hacerle swing. Hoy le cederé el espacio a mi hija Mariana. Me explico.

Mariana tiene 14 años y acaba de culminar el 2do. Año de bachillerato en el Colegio para los hijos de los profesores de la UCV. Desde hace un tiempo, cada vez que culmina un año escolar, Mariana asiste a las consabidas fiestas de fin de curso. Bueno, eso creía yo, pues resulta que la última, hace un par de días, no fue para celebrar haber pasado de curso, sino para despedir a uno de sus compañeros. Otro más que se iba a vivir al exterior. Ahora le tocó el turno a Sebastián, antes fue Débora, antes de Débora a Gloria, antes de Gloria a Luis y así sucesivamente. Como buen padre descuidado, pendiente solo en ubicar temas para los artículos quincenales que debo enviar a TalCual, no me había percatado del motivo de “las fiestas”.

Pues bien, ayer hurgando por las redes sociales me conseguí accidentalmente el escrito que hoy comparto con ustedes. Es una reflexión de Mariana que me conmovió mucho, ya que dibuja con precisión el sentir de muchos de los adolescentes que se quedan viviendo la terrible experiencia que representa esta revolución. Tal reflexión la escribió a unos amigos de Facebook que nacieron y viven en otros países. Ese es el milagro de las redes sociales. Mariana les comentaba sobre la tristeza que sentía ante tanta anormalidad en su entorno social. Sus interlocutores, todos adolescentes como ella, no tenían mucho conocimiento de nuestras vicisitudes como país y quizás no comprendían mucho las palabras de una jovencita que, en vez de exteriorizar alegría, reflejaba en sus palabras una profunda tristeza. Bien, como no es mi estilo esquilmar autorías ajenas, con la debida autorización de Mariana doy a conocer esta misiva y perdonen el atrevimiento. Tituló su escrito así: Aquí ya no hay juventud.

“Desde mis 2 años de edad he estudiado en el mismo colegio, lo que significa que llevo viendo a mis compañeros desde bebé. Son casi mis hermanos. Cuando era pequeña vivía muy cerca del colegio y cuando veíamos casas para mudarnos siempre preguntaba si quedaban lejos del colegio. El solo pensar alejarme de mis compañeros era lo peor que me pudiesen hacer. Ahora no es por la mudanza, yo no soy la que se va, ahora se van uno a uno mis compañeros a distintos países. Esto no es por capricho de los padres, esto es por culpa de la inmoralidad, de la crueldad, del gobierno, de la dictadura, de las necesidades básicas no satisfechas".

Mi sufrimiento no es por mí, por ahora vivo bien, tengo con que alimentarme gracias a mis padres que trabajan casi todos los días para mantenerme, es por mis amigos, no los que se van, ellos estarán mejor donde se vayan, cualquier parte es mejor, esto es por los que se quedan, siento su desesperación, algunos comen una sola vez al día y algunos pasan días sin bañarse porque no hay agua en sus casas. Siento su frustración. Somos muy jóvenes e incapaces de hacer algo para cambiarlo, ver como tus padres se sobre esfuerzan para cuidarte, para alimentarte, para que sobrevivas, y no poder ayudarlos es una tortura. Solo nos queda seguir estudiando para luego graduarnos de lo que sea e intentar encontrar trabajo para que te paguen lo mínimo. Las posibilidades de trabajo son casi inexistentes. Nacimos condenados a un pecado que no cometimos.

Aquí los jóvenes ya no estamos para la gracia. Aquí los adolescentes no pensamos como nuestros iguales en otros países: "no soy linda, no le gusto, no tengo maquillaje, no hay para beber, hace tiempo que no hay fiestas...". Aquí en Venezuela, nuestro pensamiento es: "¿mañana hay para comer?, todo está muy caro, tendré que dejar de estudiar para trabajar, ¿me podré bañar hoy?, ¿dónde se conseguirán las medicinas?, ¿a cuántos mataron hoy? ¿Hay tranca?, ¿hay protesta?, ¿queda alguna esperanza?, ¿mañana seguiré viva?. A veces me pregunto, ¿fui malvada en mí vida anterior?

Los jóvenes no deberíamos sentir día a día como la muerte nos respira en la nuca. Bueno, de todas formas, esto ya no es vida, ya da igual morirse, aunque quisiera morirme después de que Venezuela mejore, quiero saber cómo es un país normal. Qué lástima que mi juventud no durará hasta ese momento.

Mis amigos ya no tienen esperanza, ya están cansados, ya estamos cansados, aunque yo no he hecho nada... no tengo la posibilidad, mis padres no me dejan protestar por miedo a mi muerte, ¿ustedes saben cuántos muertos ya hay en protesta?, aproximadamente 100. ¿Saben cuántos días llevamos con las protestas?, aproximadamente 100. No quiero quedarme sola, ya se ha ido tanta gente. Una de mis hermanas se fue hace bastante del país.

Lista de gente que conozco que se ha ido del país o que se va pronto: 1 familiar; 16 compañeros y amigos del colegio, 1 vecina. Aún no me acostumbro a que se vayan, no me acostumbro a las lágrimas, no quiero acostumbrarme, pero ya me he acostumbrado a esa respiración en mi nuca. Recuerden amigos, aquí no se vive, aquí se sobrevive”. Mariana, 14 años.

¡Me siento triste, es cierto, pero también orgulloso! Les prometo que para la quincena que viene publicaré otro de mis malos artículos.

lunes, 24 de julio de 2017

La Delpiniada del socialismo del siglo XXI

La Delpinada de Guzmán Blanco

Exponer a la burla pública a unos humildes venezolanos, balbuceando parlamentos disparatados e incoherentes, prometiendo cosas absurdas como elevar a categoría constitucional el fiao para adquirir las Bolsas Clap, nos retrotrae a la emboscada que le hicieron a Don Francisco Delpino y Lamas
Por allá por el año 1885, en la caraqueñísima esquina de Capuchinos, estaba una sombrerería regentada por un curioso personaje llamado Don Francisco Delpino y Lamas. Este hombre de mediana edad y cultor del arte de la palabra, se asumía como poeta florido, aunque sin mucho garbo ni atinada rima. Era la Venezuela del Ilustre Americano, General Antonio Guzmán Blanco, un refinado déspota cuyo control férreo sobre un país rural y aturdido por la cruenta Guerra Federal, asfixiaba las libertades que reclamaba la juventud universitaria. Nuestro personaje de marras, Don Francisco Delpino y Lamas, publicaba sus defectuosos y cochicornetos versos en La Opinión Nacional, un periódico que le abrió sus páginas, bajo riesgo de perder lectores por dar espacio a tan impresentables versos.

Sin embargo, el efecto fue contrario a toda lógica. Los poemas de Don Francisco Delpino gustaban al escaso público lector de la Caracas de los techos rojos, pero no precisamente por su belleza y buena técnica, sino por lo disparatada y alocada inspiración y escritura. Su lectura generaba risa y burla entre los pocos caraqueños que sabían leer y escribir. Un experto en comunicación de los de hoy, pensaría que se trataba de una estrategia publicitaria para aumentar el tiraje. Si me permiten la extravagante analogía, imagino que para los usuarios de la época fue algo así como El Gallo Pelón o el semanario El Camaleón, dos publicaciones de corte político-humorístico que entretuvieron a los venezolanos durante los años 60 del siglo XX y los de comienzos del siglo XXI.

Pero como siempre ha sucedido en nuestro país, el ingenio de los estudiantes universitarios de esa Caracas rural se activó. En un alarde de retruécano político, vincularon la locura del poeta sombrerero con las glorias del Ilustre Americano. Así, armaron lo que en nuestra Historia se conoce como “La Delpiniada”. Organizaron en el Teatro Caracas la tarde del 9 de marzo de 1885, un homenaje a Don Francisco Delpino y Lamas a quien presentaron como “el mejor poeta de todos los tiempos”. Los discursos de los estudiantes sobredimensionaban las capacidades de su orgulloso homenajeado, haciéndose evidente ante los asistentes la burla solapada al presidente afrancesado que se vendía como un intelectual de pensamiento profundo y fina pluma. El objetivo fue hacer reír a los caraqueños de los delirios Delpinianos del dictador, haciendo ver que no existía ninguna diferencia entre el Ilustre Americano y el vendedor de sombreros y fallido poeta de la esquina de Capuchinos.

¿A razón de qué viene este cuento? Pues resulta que el gobierno de Maduro está organizando su propia Delpiniada. Pero esta vez el objeto de burla no es el adversario político sino el pueblo de Venezuela, ese pueblo llano y noble que ha creído en las ofertas demagógicas de esta revolución de la miseria. Cuando observamos y escuchamos las cuñas de los candidatos oficialistas a esa fraudulenta convocatoria, experimentamos simultáneamente dos tipos de reacción: lástima y risa.

Exponer a la burla pública a unos humildes venezolanos, balbuceando parlamentos disparatados e incoherentes, prometiendo cosas absurdas como elevar a categoría constitucional el fiao para adquirir las Bolsas Clap, nos retrotrae a la emboscada que le hicieron a Don Francisco Delpino y Lamas. Si bien es cierto que los estudiantes antiguzmancistas, valiéndose dolosamente de la candidez e inocencia del desangelado poeta, lo usaron cruelmente como espejo burlesco del presidente Guzmán Blanco, hoy la crueldad debe ser endosada a Maduro y sus publicistas. Nunca en nuestra querida Radio Rochela, donde tanto se parodiaba con humor el acontecer político venezolano, se usó a los humildes de manera tan humillante y desconsiderada, para exponerlos con sus precariedades, limitaciones y miserias ante el gran público televidente. Pero ni modo, así es el socialismo del siglo XXI.

lunes, 10 de julio de 2017

¿Nos dejaremos quitar el país mansamente?

Marcha

Si este es el concepto oficial de pueblo, se explica que se agreda brutal y salvajemente a los Diputados opositores de la AN. Total, al fin y al cabo, ellos no representan al pueblo, porque los 14 millones de venezolanos que los eligieron no pueden llamarse pueblo ya que no son leales a Maduro
En mis años de estudiante comecandela de Sociología en la UCV, la palabra pueblo era utilizada como comodín para justificar cualquier acción revolucionaria planificada en el cafetín. Bajo consignas como “Abajo la democracia burguesa”, “Todo el poder para el pueblo” o, “Desechar las ilusiones y preparase para la lucha”, demonizábamos al sistema de gobierno que había alfabetizado a los campesinos, otorgado créditos a los pequeños empresarios, sembrado escuelas en los sitios más remotos del país, que había devuelto el voto a los venezolanos, construido viviendas, hospitales y un sistema de seguridad social que acogió eficientemente en su seno a los trabajadores más humildes y sus familias por más de 30 años.
No dábamos concesiones. La misión era tomar el cielo por asalto. Pero en nuestro empeño por “alcanzar el poder para el pueblo”, no nos percatamos que ese nicho de formación ideológica y organización revolucionaria como lo era la UUUCV, existía gracias a la democracia que tanto detestábamos. Estudiar gratis, disfrutar 3 comidas en el Comedor Universitario, transporte, acceso a la cultura en los espacios del Aula Magna o la Sala de Conciertos, hacer deportes organizadamente con Beca incluida, lo asumimos como algo natural, propio de una institución contestaria y libertaria que se debía a sus estudiantes. Nunca se nos pasó por esa mente afiebrada por las lecturas (no muchas veces comprendidas) de Marx, Lenin, Mao, Luckacs, Gramsci, Kosik, Althusser, Poulantzas y Lefevre, que ese espacio creador y disidente era imposible que existiera en Cuba, Albania, la URSS, China, Corea del Norte o en la RDA, nuestras referencias del paraíso socialista. ¿Recuerdan la película Fresa y Chocolate?

Asumimos como un deber liberar al pueblo del yugo del capitalismo, en eso invertíamos todos nuestros esfuerzos, menos en carnaval, semana santa, puentes varios, cumpleaños, agosto por vacaciones o entre el 15 de diciembre al 7 de enero, día en el que había que reintegrase a los estudios y a la lucha. No nos cuestionábamos sobre el porqué ese pueblo al que tanto defendíamos, no nos paraba bolas. Si alguien nos hacia esa pregunta, respondíamos en tono de catedrático trasnochado: “es que están alienados por la ideología capitalista”. En honor a la verdad, nunca supimos explicar bien como se comía eso, pero si lo decían nuestros profesores debía ser cierto. Esa palabreja marxista era suficiente para explicar porque los pobres de la tierra no atendían a nuestro llamado a integrarse en la lucha por la liberación de ellos mismos.

Lo anterior lo comento, porque las cosas al parecer no han cambiado mucho. El gobierno chavista desde que se apoderó de Miraflores ha justificado cada una de sus insensateces, malas políticas, metidas de pata, abusos, persecuciones, expropiaciones, regalos a países “hermanos”, destrucción de programas sociales, desmantelamiento de la industria petrolera, la agricultura y el aparato productivo, incluido el del sistema educativo, bajo el argumento que han sido medidas tomadas para “defender al pueblo”. Lo que resulta paradójico es que al final el gran perjudicado ha sido el mismo a quien dicen proteger. Para muestra un botón, las medidas que se tomaron para defender al pueblo contra la fulana “Guerra Económica” han profundizado la escasez, la falta de medicamentos, el desempleo y la delincuencia. “No me defienda compadre” le escuche decir a un obrero de la construcción cuando se decretó el último aumento de sueldo.

El gobierno “revolucionario”, en su extraña manera de entender la palabra pueblo, pareciera circunscribir su significado “al sector de la sociedad que está resteado y sumiso al gobierno de Maduro”. Así las cosas, los que no comulguen con el ideario chavista pierden automáticamente la condición de pueblo. Este sector pasaría a ser otra cosa, quizás oligarquía, pero pueblo, lo que se llama pueblo, nunca. Este significado restrictivo es lo que ha servido para justificar lo que en condiciones normales nadie en su sano juicio puede. Si este es el concepto oficial de pueblo, se explica que se agreda brutal y salvajemente a los Diputados opositores de la AN. Total, al fin y al cabo, ellos no representan al pueblo, porque los 14 millones de venezolanos que los eligieron no pueden llamarse pueblo ya que no son leales a Maduro.

Sobre la base del argumento anterior se podría entender que vociferen orgullosos que “las Bolsas CLAP son solo para el pueblo”. ¿No comprende apreciado lector?, pues venga y le explico. Bernal confesó que solo se reparten (venden) estas Bolsas al 10% de la población. Vamos a ver, según las encuestas ese es el porcentaje de venezolanos que votaría por la propuesta de la constituyente comunal, o sea los fieles simpatizantes de Maduro. Entonces, por asociación lógica, este pequeño sector de la población vendría a ser “el pueblo”. Con esta explicación debemos entender que cuando gritan a todo pulmón que la Asamblea Nacional Constituyente es para “empoderar al pueblo”, se refieren a que ese escaso 10% de la población adquirirá el poder para someter al 90% restante. La gran pregunta: ¿ese 90% se va a dejar quitar el país mansamente?

lunes, 26 de junio de 2017

Las palabras sirven para todo

 I Foro Internacional de Psicología

Este es un claro ejemplo de la teoría del espejo aplicada por los nazis, atribuir al otro los desmanes propios. Definitivamente las palabras sirven para todo
La palabra es mágica. Los grandes escritores que ha parido la humanidad así lo afirman. Juan, en su santo evangelio, nos recuerda que “en el principio fue el verbo y el verbo estaba con Dios”, lo que vale decir que el verbo era Dios hecho palabra. Sin ser un exegeta de las sagradas escrituras, se deduce entonces que al afirmar que el universo fue creado por Dios, estamos afirmando a su vez, que fue creado por la palabra. Así pues, la palabra crea realidades. Por la palabra conocemos lo que nos rodea, tan es así que algo nos es desconocido cuando no encontramos la palabra para identificarlo. Los límites de nuestro mundo están determinados por nuestras palabras. Por la palabra nos comunicamos y nos entendemos. Con ella es posible lograr la paz por permitir la comunicación entre los hombres. Pero también es cierto que la usamos para engañar, ofender, jurar en vano, blasfemar, maltratar, humillar, acusar y para declarar la guerra.

Las palabras han servido para transmitir la verdad pero también para crear ilusiones. Los malabaristas las usan para embaucar a ilusos que terminan comprando la luna porque está en rebaja. Desde la buena fe nos movemos según los giros que emanan de las palabras usadas por el otro. Dice la sabiduría popular que más vale tener un enemigo sincero y franco que un amigo que solo te dice lo que quieres escuchar. Del primero siempre sabremos a qué atenernos, del segundo solo lo sabremos cuando nos aseste la puñalada artera. Esto es lo que le ha pasado a muchísimos venezolanos. Hemos seguido a flautistas y nos hemos dejado seducir como lo hace con las Cobras, los encantadores de serpientes. ¿Qué es muy difícil engañar al venezolano ya que es zamarro y vivaracho?. Quizás sea cierto, pero siempre aparece alguien alardeando haber comprado el Panteón Nacional a precio de gallina flaca. Además pagando solo la mitad de lo convenido por la urgencia del vendedor. ¡Tremendo negocio, siemprevivo!

Si analizáramos el discurso de la revolución chavomadurista durante los últimos 18 años, comprenderíamos por qué les costó tanto a los líderes y mandatarios del mundo entender las denuncias de la disidencia criolla. Esta retórica ha ocultado de manera deliberada la realidad de la destrucción económica, política, social, moral e institucional, de un país cuyo pueblo hoy pide se le respete su derecho a ser libre. Es el uso de la palabra para el engaño. Mientras caen asesinados más de 70 jóvenes por resistirse a una constituyente que acabará con la república, mientras asaltan de una manera feroz a residencias privadas, mientras arrestan a miles de hombres que no han cometido delito, el gobierno empalaga al país con una verborrea hippie, pacifista, rosadita y comeflor, que hasta los inocentes cervatillos que actúan como actores de reparto en Bambi, la protestarían por excesivamente edulcorada e hipócrita.

Pero no solo se trata del discurso presidencial. Un autodenominado Colectivo de Psicólogos y Psicólogas Bolivarianos organizó entre el 11 y el 14 de junio de 2017, el I Foro Internacional de Psicología “Violencia y operaciones psicológicas en Venezuela”. Además de la representación criolla, vinieron 11 invitados internacionales (supongo que con los gastos pagos) para discutir “objetivamente” sobre el tema. En la declaración final se coloca como primera conclusión que en nuestro país se evidencian “operaciones psicológicas destinadas a alterar la psiquis individual y colectiva con el fin de generar condiciones propicias para la desestabilización”. ¡Vaya pa’ la auyama!. Según estos expertos no es por la escasez de alimentos, medicinas y por lo que representa la constituyente comunal, que los venezolanos han estado protestando en las calles por más de 80 días, exponiéndose a ser asesinados y encarcelados. La verdadera razón, según estos investigadores de la psiquis humana, es porque fuimos lobotizados por el twitter, el Instagram y el Facebook y, cual zombis de mala película mexicana, nos hemos metido entre ceja y ceja que hay que desestabilizar al inocente e incomprendido gobierno. No me jodan.

Pero esto no es todo. En el documento final se utilizan expresiones como “la paz”, “la tolerancia”, “el reconocimiento del otro”, “la promoción y estimulación de la reflexión crítica” además de “la necesidad de generar espacios de discusión, debate y dialogo que estimulen el intercambio dentro de las reglas éticas de convivencia para la sana confrontación de ideas”. Parole, parole, parole como dirían los italianos Mina y Alberto Lupo. Puras palabras. La realidad está muy lejos de esas “sesudas conclusiones”. La acción cotidiana del gobierno de Maduro está muy lejos de esas expresiones lingüísticas. Lo real es que el gobierno es intolerante, no reconoce al otro, no debate, no confronta ideas, descalifica y discrimina a quien no le es leal, reprime, persigue, apresa, viola la constitución y las leyes, estigmatiza, insulta, controla a otros poderes, allana, cierra medios e incomunica. Pero, en fin, nada diferente se podía esperar de un Foro que, de acuerdo a la nota de prensa de AVN del 14 de junio, asumió como uno de sus objetivos “analizar el fenómeno de la violencia opositora promovida desde abril pasado en Venezuela”. Este es un claro ejemplo de la teoría del espejo aplicada por los nazis, atribuir al otro los desmanes propios. Definitivamente las palabras sirven para todo.

lunes, 12 de junio de 2017

Ya basta amigo

Represión policial

Te entiendo amigo, te metieron en una vorágine de la cual te cuesta salir. Esos niveles de represión bestializan al mejor ser humano. Lo peor es que mañana, los mismos que hoy atropellas con tanta saña, serán los que seguramente solicitarás para que te resuelvan un problema
Correteábamos por el barrio desde muy pequeños. Éramos 11 y no nos llevábamos un año de diferencia. Tú fuiste el más tremendo. Recuerdo aquella vez que te jubilaste del Liceo y nadie sabía de ti. Tu madre desesperada visitó cada una de nuestras casas y no sabíamos nada de tu paradero. Al caer la tarde fue al Hospital, a la Policía y hasta a los bares cercanos, no vaya a ser. La búsqueda fue infructuosa y al caer la noche, la angustia comenzó a adueñarse de los vecinos. Pasada la medianoche apareciste sucio, sin los libros y con el rostro lleno de felicidad. La escapada a la playa con la muchacha de servicio de Doña Carmen bien valía el regaño y el castigo. Eso fue lo que nos dijiste no sin antes vanagloriarte de los morados causados por los azotes que, con el cable de la máquina de coser, te propinó tu padre aquel glorioso día. Así creciste, siempre eludiendo la escuela y la rutina. Mientras tus amigos se enfocaban en los estudios, tú lo hacías en la aventura. El placer de las victorias rápidas te seducía. Eso te apartó de la escuela, más no del buen camino.

Con el tiempo nos fuimos dispersando. Juan, Ramón y Andrés se casaron muy temprano y se dedicaron al trabajo, Luís, Edgar y yo proseguimos los estudios y hoy somos profesionales. Orlando y Raúl se entregaron a la vida loca del dinero fácil y los vicios riesgosos, lamentablemente ya no están en este mundo. Marlon y Carlos están en la cárcel, lo que es casi decir que están demasiado cerca del otro mundo. Tu caso fue distinto. Si bien no estudiaste, no caíste en la tentación del delito ni del mal vivir. A pesar de que eras entrador y bien parecido, no embarazaste a ninguna de las chicas del sector, ni estafaste a ningún desprevenido, mucho menos incursionaste en el peligroso mundo de las drogas o el alcohol. Sí tenías un problemita y no lo puedes negar, la disciplina del trabajo te era huidiza. Eso hizo que tu padre, un viejo sargento jubilado de la Guardia Nacional, te llevara casi a rastras a su antiguo Destacamento, donde rogó que te admitieran. El temor a que te hicieras viejo bajo su techo y la posibilidad de verse obligado a trabajar para mantenerte, lo hizo tomar esa drástica determinación.

Al principio fue muy dura tu vida militar, te escuche comentar en una de esos sábados de cervecitas en la bodega del portu Felipe. Los entrenamientos agotadores, las levantadas al alba, los baños con agua fría, las interminables guardias, la comida insufrible, calarse los caprichos de los superiores, pintar cada 3 meses la casa de playa del General, escoltar las amantes de los oficiales a sus casas a altas horas de la madrugada y luego cargar las bolsas de las esposas cuando van de compras, eran parte de las actividades que te hicieron pensar en la deserción en más de una ocasión. Sin embargo te aguantaste. La ilusión de que en cualquier momento te trasladaran a alguna Aduana te mantenía firme. Los cuentos sobre compras de apartamentos y carros por parte de los afortunados transferidos a esos puestos de frontera, eran la comidilla en el comando. Incluso, llegaste a comentar que te darías por bien servido si te destacaran en la Alcabala de Peracal en el estado Táchira. Sin embargo, tanto esperar y mira lo que te pusieron a hacer: agredir a la gente por protestar.

Con razón ya no te dejas ver por el Barrio. Pedro José, tu padre, nunca da razón de ti y Rosaura, tu madre, a veces deja soltar que estas muy malhumorado y que por eso no sales. Te entiendo amigo, te metieron en una vorágine de la cual te cuesta salir. Esos niveles de represión bestializan al mejor ser humano. Lo peor es que mañana, los mismos que hoy atropellas con tanta saña, serán los que seguramente solicitarás para que te resuelvan un problema de salud, legal, laboral, espiritual o simplemente para que te tiendan una mano en un momento de apremio. Son tus compatriotas hermano. Son los venezolanos de siempre, los mismos a los que alude el Himno Nacional y por los que te has sentido orgulloso cuando ponen en alto el nombre de Venezuela por sus hazañas deportivas, científicas, artísticas o simplemente por ser buenos ciudadanos. En fin, son los mismos que lloran igual que tú al escuchar el Alma Llanera o esa bella canción compuesta por los españoles Herrero y Armenteros, llamada Venezuela. Ya basta, te lo pido de corazón, no te sigas manchando las manos de sangre. Mira que esa vida que mañana posiblemente apagues con un tiro certero, puede ser la mía, la de tu amigo del alma. Piénsalo. Saludos.

martes, 30 de mayo de 2017

Centauros alados

Centauros

Estoy seguro que cuando esta pesadilla termine, aquéllos que cayeron bajo las balas asesinas de Policías, Guardias Nacionales o Colectivos armados, estarán desde el cielo, cual centauros alados, con escudo y lanza en ristre, vigilantes para que en Venezuela nunca más se repita esta desgracia
Los he observado en las marchas opositoras. Andan en grupos de 6 a 8 jóvenes. Sus edades oscilan entre los 14 a 24 años aproximadamente. Se entremezclan muchachos y muchachas y es posible distinguirlos por la delicadeza con el cual las féminas lucen sus atuendos de guerreras espartanas. Definitivamente las venezolanas, hasta en los trances más enconados, no pierden la prestancia que da cuidar la armonía de sus encantos. Todos transmiten energía, entusiasmo, convicción de que están en el lado correcto de la historia y sobretodo la sensación de que este país es de ellos y que es su deber defenderlo.

Con un andar ligero atraviesan en fila india la multitud ante el aplauso y los vítores de los marchistas. ¡Valientes!, ¡valientes!, es lo que se escucha a su paso. La vestimenta los hace distinguir del resto. Desde lo lejos se ven llegar con el rostro cubierto con una pañoleta colorida o una franela hábilmente enrollada cual turbante de beduino del desierto. Llevan un casco de motorizado o de ciclista para amortiguar la lluvia de bombas lacrimógenas, y sobre el cuello, la máscara antigás para evitar la asfixia. Sobre este aditamento es curioso observar que usan de variados modelos, desde las más sofisticadas disponibles en el mercado, hasta las de factura artesanal hecha con botellas plásticas de refresco, con rellenos de algodón y tapas ahuecadas para poder respirar. Esto sin dejar de mencionar el aditamento más importante: el escudo.

El escudo se ha convertido en un símbolo de lucha y de creatividad artística. Los he visto de diferentes formas y materiales, los hay de madera gruesa, de cartón piedra y de metal. Los pintan con el tricolor nacional o con el emblema usado por los cruzados del siglo XI, a algunos les colocan mensajes políticos, a otros alguna figura escatológica y hasta se pueden divisar unos pocos con mensajes tiernos, como aquél que vi en uno con el que se cubría una jovencita en Altamira: “Amor es, no tener que pedir permiso para ser libre”. El uso de estos artefactos de defensa los ha llevado a las páginas de los diarios más famosos del mundo y a tener presencia permanente en las redes. Queda para la Historia la foto donde cual guerreros comandados por Leónidas en la guerra contra los persas de Jerjés en el paso de las Termópilas, se guarecen bajo sus escudos ante las bombas lacrimógenas lanzadas por la Guardia Nacional.

Los llaman Guerreros de Franela, no estoy seguro del origen de ese distintivo, quizás se halla escogido por ser este el atuendo preferido para taparse el rostro. Sin embargo, el gobierno los llama de otros modos. Los califican de “violentos”, “infiltrados”, “alzados en armas”, “vendepatria”, “conspiradores”, “vendidos al imperio”, “terroristas” o cualquier otro calificativo que los coloque en la esfera del delito para justificar el ensañamiento con el que han sido reprimidos. Igual los llamó Morales en la Batalla de La Victoria en 1814, igual los llamó Gómez en 1926, igual los llamó Pérez Jiménez en 1957. Al parecer el Presiente Maduro no aprende de la Historia. Valdría la pena recordarle una de las sentencias más famosas del Ilustre Americano Antonio Guzmán Blanco “el que se mete con muchachos está irremediablemente perdido”.

Hoy día en Venezuela decir que esos muchachos son el futuro del país está definitivamente fuera de contexto. La fuerza de las circunstancias los ha convertido en el mejor presente que tiene Venezuela. Sobre sus hombros ha descansado la resistencia en la calle contra el régimen bananero de Nicolás Maduro y la cúpula militar que lo sostiene. A su temprana edad han asumido la responsabilidad de liberar a su país a pesar de los sacrificios que tal tarea ha implicado. Muchos de estos valientes han sido sometidos a torturas, vejámenes, juicios ilegales y violaciones de sus derechos humanos. Otros han ofrendado sus vidas en la lucha por la libertad, es el precio más alto que han tenido que pagar. Pero cada vez que cae uno, salen cientos a ocupar su lugar. Venezuela puede sentirse orgullosa de estos guerreros. Su gesta quedará en la memoria de la nuestra y de las próximas generaciones. Estoy seguro que cuando esta pesadilla termine, aquéllos que cayeron bajo las balas asesinas de Policías, Guardias Nacionales o Colectivos armados, estarán desde el cielo, cual centauros alados, con escudo y lanza en ristre, vigilantes para que en Venezuela nunca más se repita esta desgracia.