lunes, 18 de noviembre de 2013

!No guarden las cajas!

Aquí Opinan
Lunes 18 de Noviembre de 2013
 |  15
TalCual


Aquí Opinan

¡No guarden las cajas!



TULIO RAMÍREZ



Es una bobería guardar esas cajas. No es posible que en un país civilizado tengamos que estar guardando las cajas para garantizar que nuestro derecho no sea burlado. Debería bastar con el comprobante para constatar que nuestra voluntad se hizo realidad, y ese papelito debería ser suficiente ante el mundo y más allá, para ser reconocidos como propietarios de un bien muy preciado para el hombre, la libertad de hacer, no hacer, tener o no tener. Si el reconocimiento de esa libertad depende de las cajas, estamos muy mal como país. Nos hemos convertido en una sociedad donde la desconfianza se ha enseñoreado y ha ocupado los espacios que antes ocupaba el apretón de manos o la palabra. Ahora todo tiene que ser notariado por un tercero que dé fe, ni siquiera del contenido porque no necesariamente confía en que sea cierto, sino que los que aparecen firmando el acuerdo, efectivamente son los que dicen ser.

Bueno, así andamos por estos lados. No tengo mucho conocimiento de causa, pero imagino que en países serios esto no sucede ya que se asume que cuando un ciudadano manifiesta su voluntad y queda constancia a través de registros, comprobantes, testigos de que efectivamente lo ejerció, no es necesario recurrir a las cajas para constatar que se concretó su conducta. En la mal llamada IV República no recuerdo que se exigieran las cajas para nada. Pero estamos en la Venezuela de la revolución bolivariana donde deben quedar a buen recaudo por si acaso algún reclamo. Aquí, sin las cajas, no somos nada.

Pero cuidado, amigo lector, no estoy hablando de lo que usted está pensando. Ni por casualidad me refiero a las cajas que guardan las papeletas de votos emitidos por los venezolanos (vivos o muertos) en cada elección nacional, municipal, sindical o de reina de carnaval de la parroquia. Líbreme Dios de alguna acusación de saboteador por parte del CNE, la MUD, o la Junta organizadora de la elección de la Reina del Carnaval de Carúpano. Mi protesta es contra esa bendita costumbre de guardar las cajas de todo artefacto que compremos. Tal despropósito nos lo impusieron los comerciantes desde hace algunos años. Tengo el apartamento lleno de cajas por todas partes menos por una, mi cama. Que si la de la computadora, la de la plancha, la del equipo de sonido, de las bujías del carro, de la secadora inteligente, del celular, del reloj de imitación, del calentador de agua, del microondas y hasta de los bombillos ahorradores, porque si no, no me los cambian. Inclusive, creo que guardo cajas de corotos que ya no tengo. Estoy harto pero ni modo, debo conservarlas por si algún pereto de esos sale malo. En este país no basta la factura para hacer valer la garantía, tengo que llevar la caja con todo y anime protector, sin olvidarme de la bolsita de polietileno con bolitas que lo envuelve, ¡y cuidado si están espichadas! Esto es absurdo y solo debe pasar en este país de locos. PD: Me pregunto, los que saquearon las tiendas de electrodomésticos, ¿guardarán las cajas?


 

lunes, 4 de noviembre de 2013

¿Orwell en alpargatas?

Aquí Opinan
Lunes 04 de Noviembre de 2013
 |  15
TalCual


Aquí Opinan

¿Orwell con alpargatas?



TULIO RAMÍREZ


No se terminó de anunciar la creación del Viceministerio para la Suprema Felicidad, cuando más de medio país soltó una sonora carcajada. Los jodedores del Twitter, hicieron todos los chistes inimaginables. Me llamó mucho la atención aquél que decía que para optar por un poco de felicidad, había que ir a buscar las planillas en una taquilla dispuesta para ello, llenarlas, ordenarlas en una carpeta marrón con gancho a la izquierda, numerar los folios, entregarlos y esperar, previa aprobación, el toque de felicidad solicitado al cambio oficial. En otro se señalaba que en esa taquilla se repartirían por orden de llegada y previa presentación del carnet del PSUV, 2 potes de leche, 6 de Harina Precocida, 2 litros de aceite, 4 kilos de guiso para Hallacas y una foto firmada por el Comandante Eterno. Otro señalaba que era un desperdicio ese despacho ya que aquí todos éramos felices pues teníamos Patria. Total, la joda duró varios días, aunque todavía por allí uno que otro con la chispa retrasada inventa alguna otra ocurrencia.

La respuesta de los voceros del gobierno no se hizo esperar. Indignados por la chanza colectiva, acusaron a los chistosos de insensibles, portadores de odio y opositores irracionales de las Misiones. Evidentemente acusaron el golpe y apelaron a la manipulación ya gastada, pero no por eso menos peligrosa, del odio clasista. Afortunadamente en este país todavía el buen humor permanece incólume, a pesar de la arremetida gubernamental de cursilería, falsas posiciones moralistas y retórica sensiblera sobre un pueblo que solo lo conciben extendiendo la mano para recibir y sin ninguna posibilidad de emprendimiento para el logro del progreso personal. Esta perspectiva, muy cubana por lo demás, es la que ha orientado las políticas sociales de este gobierno. Recordemos que Giordani, como siempre adelantado a su tiempo, se lo había advertido por allá por el 2000 al General Guaicaipuro Lameda: "usted no ha comprendido, General, este gobierno necesita pobres para mantenerse en el poder". Bajo esa lógica, si los pobres por definición no pueden ser felices por sí mismos, allí está el gobierno revolucionario para administrarle la dosis que necesita cada uno, y al final, como dice el refrán, "todos felices comiendo perdices". Aunque la verdad las perdices se las comen otros porque en Mercal no hay.

Como profesor no recomiendo a mis alumnos el uso de páginas como Wikipedia, el Rincón del Vago, El Profe Julio, pero en esta oportunidad me viene como anillo al dedo un párrafo que encontré en una de esas páginas cuando busqué lo relativo al Ministerio del Amor orwelliano. Dice lo siguiente: "El Ministerio del Amor es uno de los cuatro ministerios que gobiernan en el superestado de Oceanía en la novela de George Orwell 1984. Su tarea es reafirmar los sentimientos de lealtad y amor de los ciudadanos de Oceanía hacia el Gran Hermano utilizando como principales instrumentos para tal fin el miedo, la tortura y el lavado de cerebro". ¿Orwell con alpargatas?