lunes, 30 de mayo de 2022

 

“Barranco sin fin” y la jubilación, por Tulio Ramírez

Barranco sin fin” y la jubilación
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Twitter: @tulioramirezc


El viernes 20 de mayo mi amigo de toda la vida, “Barranco sin fin”, salió muy temprano a su trabajo en el ministerio, tal como lo ha hecho de manera reiterada desde hace un poco más de 24 años. En la cuadra le colocamos ese mote por su persistente manía de buscar lo que no se le ha perdido.

Ese día, como siempre, “Barranco sin fin” hizo su parada obligatoria donde Eustacio, el kioskero de la esquina. Bebió el guayoyo caliente y dulzón preparado por Lucrecia, la mujer de Eustacio, quien lo ofrece de manera gratuita a los vecinos que han sido fieles a su negocio desde 1976, cuando fue inaugurado. En ese año, atraídos por la súbita riqueza que se exhibía gracias al boom petrolero, llegaron a Caracas desde su natal Boconó,

Después del saludo de rigor y comentar sobre lo dura que está la vida, “Barranco sin fin” se instaló en la parada de las busetas a esperar pacientemente el transporte. Conocía a todos los choferes, más sin embargo, verificó si tenía los billetes necesarios para costear la travesía. 

Recordaba con nostalgia cuando usaba monedas. Todavía tiene en su mesita de noche, la canequita de cuero donde guardaba el sencillo para el pasaje. Juró que se la daría a su hijo como parte de la herencia. Una mala pasada de la memoria hizo que no fuera posible. Ahora Gustavito está en Perú y “Barranco sin fin” tiene el pálpito que ya no lo volverá ver.

Nuestro amigo tenía todo planificado para ese viernes. Aprovecharía la “invitación” que con carácter de obligatoriedad, le hiciera su jefe para asistir al acto en el Poliedro. Se escaparía para llevar las medicinas que con urgencia, necesitaba su hermana Doris, allá en las Veredas de Coche. Maduro cumplía cuatro años como presidente.

Debo aclarar, antes de continuar, que “Barranco sin fin”, me solicitó encarecidamente no mencionar su nombre real. Argumenta que aunque no le estén dando la Bolsa CLAP, no quiere ser votado del ministerio. Le faltan exactamente 3 meses y 17 días para jubilarse.

Me comentó que había decidido no eludir la invitación al acto presidencial como otras tantas veces lo había hecho. Esta vez no quería abusar de su suerte. Ha tenido conocimiento de compañeros despedidos a días de cumplirse la fecha de la jubilación o compañeras botadas en período de reposo postnatal, por haber escrito un tuit o un mensaje en Facebook, hablando mal del gobierno. 

Me informó que si bien se propuso ir al evento, no se quedaría hasta el final. No era de su interés lo que allí se iba a decir, pero no podía arriesgar la jubilación. Por el contrario, necesitaba que lo vieran. Así, firmó con letra de molde, y no con su ilegible firma, la lista de chequeo al momento de abordar el autobús. No debía haber dudas de su asistencia. Todo estaba perfectamente calculado.

Me indicó que planificó escapar en el momento en que el ambiente estuviera en su climax, así nadie notaría su ausencia. Era viernes y los controles de salida debían estar relajados. Pero, por si las moscas, al llegar se haría fotografiar junto a las pancartas que tenían la cara de Chávez y Nicolás, se aseguraría de tomarse otra junto con los “dirigentes” del sindicato y, por supuesto, no podía faltar una selfie en la que tras de su cara sonriente, se divisara al orador principal. Eran las evidencias de su asistencia y “entusiasmo”. Así, su jubilación no correría ningún peligro.

Al final todo salió mal. Después de aplaudir a rabiar cosas con las que no estaba de acuerdo, de escuchar insultos subidos de tono contra dirigentes opositores que nunca han insultado al primer mandatario, intentó abandonar el local, pero ¡oh sorpresa!, habían sellado todas las salidas.

“Barranco sin fin” confiesa que no se contuvo y vociferó a los cuatro vientos su descontento por la falta de consideración. Me comenta que había muchas personas mayores, otros con compromisos que debían cumplir una vez culminado el horario de trabajo, otros rogaban se les permitiera salir ya que debían tomar sus medicinas, muchas mujeres lloraban por no poder buscar a sus hijos o nietos en las escuelas. Los pedidos fueron infructuosos, los guardias no transigían. Finalmente, lograron abandonar el lugar bien entrada noche. Abrieron las puertas solo cuando el largo y tedioso acto, culminó.

El lunes 23 de mayo, “Barranco sin fin” me llamó para comentar lo ocurrido. Indignado, decidí hacer esta nota. Hoy miércoles 25, despierto con su llamada y me informa que al llegar a su escritorio, consiguió una memorándum de su jefe, conminándolo a asistir a su oficina para el día jueves 26 de mayo.

“Barranco sin fin” está muy preocupado. Intento tranquilizarlo. Le menciono que la cita quizás es para informarle que se le cumplió la fecha para ejercer el derecho a la jubilación. Me responde: “la verdad no estoy seguro, por menos de lo que hice han despedido a muchos. Con ellos nunca se sabe”. Continuará.

lunes, 16 de mayo de 2022

 

Echar al mal jinete y olvidar las enseñanzas del entrenador, por Tulio Ramírez

Echar al mal jinete y olvidar las enseñanzas del entrenador
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La carrera iba a ser muy dura. Era casi imposible ganarla. Nadie daba un centavo por el triunfo. Muchos aseguraban que no valía la pena correr. La derrota estaba cantada. Cualquiera de los competidores tendría más posibilidad de ocupar un lugar honroso. No solo eran participantes con mejores ejemplares, sino también dirigidos por experimentados conductores, acostumbrados a exigir pero también a dar lo mejor de sí, para obtener la victoria.

Los apostadores sensatos no arriesgaron. En los milagros se cree, solo después que ocurren. En estas justas se aplica la ley de las probabilidades y no se improvisa dejando las cosas al azar. La ciencia indicaba que solo un milagro podía hacer que se ganara, y los milagros son poco probables. Invertir en esa remota posibilidad era como tirar dinero al fuego con la esperanza de que se multiplicase.

Además, la historia ha señalado suficientemente que este tipo de competencias siempre se reservó para los mejores, para los que se fajaban, para los que estaban acostumbrados a ganar por el esfuerzo invertido, y el inteligente uso de los recursos disponibles.

Sin embargo, finalmente, los imponderables del destino permitieron que ocupara un lugar en el puesto de salida. Era una nueva oportunidad. Los contrincantes se veían gigantes, habían ocupado puestos honorables en competencias de similar rango.

Contar con experimentados guías, acostumbrados a lograr lo mejor y con destrezas en el arte de gobernar a quien no necesariamente posee conciencia plena de los frutos del sacrificio, siempre fue un plus. Esto hacía la diferencia con los que fueron guiados por inexpertos y charlatanes. El hándicap era evidente.

Se dio la partida y cómo era de esperarse, nuestro ejemplar partió entre los últimos. Parecía que el final estaba decretado a solo segundos de comenzar la carrera. Pensábamos que, acostumbrados a poseer todos los records negativos, ese día no iba a ser diferente. La atención de todos se centró en los que iban al frente del batallón. Los que iban a la zaga solo hacían bulto. Recordaba a aquellos extras de las películas que solo aparecen en pantalla esporádicamente, sin dialogo alguno ni créditos al final.

De pronto, para sorpresa de todos, comenzó a acercarse al grupo que punteaba. Su atropellada fue digna de atención. Esquivando obstáculos, buscando claros y evitando encontronazos innecesarios que le haría perder terreno, fue deslizándose hacia los primeros lugares, hasta que en el último segundo logra alcanzar la meta sin enemigos.

Esta avanzada arrolladora no se dio gracias a foetazos inmisericordes y menos a un despilfarro de energías para tratar de evitar que otros obtuvieran la victoria, sino a una magistral conducción, en una suerte de simbiosis entre dirigente y dirigido.

Pensará el amigo lector que estoy haciendo una crónica sobre la magistral carrera realizada por el ejemplar Rich Strike bajo la conducción del jinete venezolano Sonny León en el Kentucky Derby. Pues no mí estimado, no me refiero a ese importante, inolvidable y merecido triunfo. Me refiero a un sueño que tuve, seguramente impactado por la carrera en cuestión.

En ese sueño Venezuela participaba en el Derby del progreso, la prosperidad y la felicidad de sus ciudadanos. Contra todo pronóstico, terminó, victoriosa. Definitivamente algo había cambiado. 

Después de más de 20 años llegando detrás de la ambulancia, sus propietarios, los venezolanos, decidieron despedir al pésimo jinete que la llevó de derrota en derrota, y tirar al cesto de la basura las enseñanzas de su último entrenador. El resultado, después de un esfuerzo por recuperar el tiempo perdido con disciplina, reglas claras, objetivos precisos, mucho trabajo y una impecable conducción de su nuevo jinete, logró obtener una victoria que le había sido esquiva por mucho tiempo. Lástima que desperté pero ese sueño se puede hacer realidad.

lunes, 2 de mayo de 2022

 

Miguelito no será el único en el Salón de la Fama, por Tulio Ramírez

AP Miguel Cabrera HR 499 11.08.2021
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Lo de Miguel Cabrera no es cuento. Nadie se podía imaginar que, ese mozalbete nacido en la Pedrera, estado Aragua en 1983, fecha cuando la mayoría de mis lectores ya estaban casados, con hijos, hipoteca, carro usado y sin planes para huir del país, iba a escribir la historia de éxitos que ha escrito y que continúa escribiendo en su transitar por las Grandes Ligas. 

En 2003 salta de su Maracay querida a los Marlins de Florida, a repartir los batazos necesarios para guiarlos hasta la Serie Mundial. Recuerdo durante ese clásico a un Miguel Cabrera con cara de niño y cuerpo de adolescente. Tenía apenas 20 años pero con el aplomo y la actitud de un veterano corrido en 7 plazas. Entre Miguelito y el colombiano Edgar Rentería, llenaron de orgullo a Latinoamérica en esa Serie Mundial.

Derrotar a esos Yankees de Derek Jeter, Bernie Williams, Alfonso Soriano, Jason Giambi, Luís Sojo, Jorge Posada, Rubén Sierras, Andy Pettite, Mariano Rivera y tantas estrellas dirigidas por el inefable Joe Torre, no fue cualquier concha de ajo. No solo se enfrentaban a un equipo de estrellas consolidadas sino a la tradición de una franquicia cuya camiseta se veía inmensa frente a unos Marlins con pantalones cortos pero con un inmenso corazón.

Han pasado 20 años y el hijo de Miguel y Goya va rumbo a Cooperstown. Desde hoy, a la fecha de su retiro, seguramente acumulará mucho más de 500 jonrones, más de 3000 hits, más de 600 dobles. Su nombre estará junto a los más grandes del beisbol, para orgullo de toda Venezuela. 

Pero no solo Cabrera llegará al Salón de la Fama. El gobierno revolucionario del socialismo del siglo XXI también ha acumulado numeritos para optar a un lugar privilegiado, pero en otro Salón de la Fama, el de los peores gobiernos de los últimos 100 años en el mundo.

Las cifras hablan por sí solas. La hiperinflación se llevó por los cachos a todos los países que disputaban ese rubro. Por 4 años consecutivos fue el país con mayor inflación sobre la Tierra. Eso se llama consistencia. Solo un cachito, según el Fondo Monetario en 2022 el país que ocupa el segundo lugar en inflación es Sudán con 245,1%, mientras Venezuela puntea con 500%, síntoma de que las cosas se siguen arreglando.

En cuanto al salario mínimo en la región, no hay quien le ruja en la cueva a la revolución bolivariana. Destronamos a Haití (16 $) y Cuba (67 $) desde hace un buen rato. Nuestros 2,16 $ como salario mínimo, nos coloca de manera indiscutible, como líderes en ese rubro y sin contrincante alguno que nos dispute ese lugar por los próximos años.

En cuanto al Top del índice de percepción de corrupción de 2012 a 2021, se ha estado batallando con 180 países para estar en los puestos salidores. La pelea ha sido dura pero siempre existe la esperanza de que se descubran nuevos casos de apropiación indebida de recursos públicos que nos encumbraran al primer lugar.

En esta materia la cosa no ha sido fácil, pero los avances son indudables. En la actualidad ocupamos el lugar número 5 por detrás de legendarias figuras en el ramo de la corrupción como Sudán del Sur, Somalia, Siria y Yemen. Con tesón y esfuerzo estamos seguros que la percepción sobre nuestro país en esa materia se generalizará

Que me perdone Miguel y sus fanáticos (entre los cuales me encuentro), por el recurso del paralelismo utilizado. En realidad uno no tiene nada que ver con el otro. Las hazañas de Miguel enorgullecen al país y ponen en alto el nombre de Venezuela. En cambio, los “logros” del socialismo del siglo XXI  dejan un mal sabor en nuestros compatriotas y avergüenza nuestro gentilicio. Esa es la diferencia.