lunes, 27 de junio de 2016

Montando ollas no hay quien les gane

exmagistrado Aponte Aponte

No me ocupare de las malandrerías recientes para obstaculizar y hacer imposible el proceso de validación de firmas. Total, Venezuela ya no se sorprende por tanta bellaquería, abuso, burla y desconocimiento de la voluntad de ese pueblo al que tanto mientan para justificarse en el poder. El descaro del CNE es tan groseramente escandaloso que cuando uno le cuenta a amistades en el exterior, no hacen otra cosa que mofarse por ser dizque “exagerado, radical, ofuscado, intolerante y malcriado”. Si el interlocutor no es tan amigo, la calificación es de “oposicionista enfermizo”. Ante tanta duda sobre mis denuncias, no me ha quedado otra que responderles como dicen los maracuchos “veníte y viví con él, pa’ que veaís”. 

Ahora me ha dado por hacer memoria y recordar los episodios que han desnudado al gobierno revolucionario y humanista como un mentiroso, farsante, tramposo, truculento, tahúr y experto en construir acusaciones contra venezolanos honestos con pruebas falsas y la complicidad de los llamados a impartir justicia en el país. Han sido muchas las situaciones en las que se ha encarcelado a ciudadanos con supuestas evidencias, que luego con el tiempo se descubren como fabricadas, bien por la confesión de quienes participaron en el montaje o por pruebas incontrastables de su falsedad. Sin embargo, el Gobierno que salvará a la humanidad, haciendo caso omiso al descubrimiento de sus vagabunderías, ha mantenido tras las rejas a las víctimas de sus montajes. Aunque siempre hay una excepción. 

En el 2004 detuvieron a Carlos Melo, para ese entonces dirigente opositor. Resulta que lo “pescan” en una Bomba de Gasolina en El Rosal con un arsenal de fusiles FAL como para armar un ejército. Al momento quedé sorprendido. Asumí que Melo estaba decidido a organizar la resistencia guerrillera al régimen de Chávez. Conociendo su trayectoria de irreverente consumado, me lo creí. Pero resulta que fue liberado a los pocos días sin juicio alguno. Por supuesto la mentira se cayó por sí sola. Tenían al hombre, tenían las armas, tenían el motivo, pero los muy torpes no pudieron “probar” la vinculación de las tres cosas. Imagino que como el régimen estaba comenzando no tenían la destreza que tienen ahora para montar parapetos incriminatorios. 

La chapucería más escandalosa fue con el “Testigo Estrella” del caso Danilo Anderson, Giovanny Vásquez, el “psiquiatra” de los “ojos sinceros” como solía decir el poeta de la revolución y exFiscal  Isaías Rodríguez. Con la declaración de este “testigo” el Gobierno encarceló a media humanidad y obligó al exilio a otro tanto. Desde el primer momento se le veían las costuras. Ese señor tenía el don de la ubicuidad, al mismo tiempo que escuchaba la planificación del asesinato de Anderson en las tupidas selvas del Darién en Panamá, participaba en una fiesta en un lujoso hotel de Caracas donde se hacían los pagos a los sicarios. Al final se descubrió que era una inmensa coba, pero allí siguen los presos y los exilados. 

La lista es imposible detallarla. El caso de los Paracachitos es emblemático por lo poco convincente. Nadie se creyó que unos carajitos campesinos que venían de Pamplona desarmados y desorientados, iban a tomar por asalto a Miraflores y asesinar al Presidente. La historia era tan fantástica que terminaron despachándolos a su tierra natal con lunchera y todo. Pero las ollas se montan desde los niveles más altos.

El ex -Juez Aponte Aponte decía en una entrevista desde Miami al referirse a quien le daba las órdenes para joder opositores, “de Luisa Estella Morales (Presidenta del TSJ) recibí infinidad de llamadas sobre casos en curso para que buscara jueces idóneos y manipular más de un caso”. Sobre la acusación al Comisario Mazuco  por ser supuesto autor intelectual de un homicidio manifestó; “ese caso fue más o menos  así, buscaron un preso, lo encapucharon y lo pusieron como testigo para que dijeran que este señor le dijo que mataran a otro”. 

La empresa Apple determinó que los supuestos correos electrónicos esgrimidos por Jorge Rodríguez para acusar por conspiración a Pedro María Burelli, eran falsos. Sin embargo, el Gobierno sigue acusándolo de golpista sustentado en los mismos correos. Ni hablar del caso Leopoldo López. Ni el juicio les salió bien, su testigo estrella les tiró la cabra pa’l monte y ni bolas le pararon, mucho menos al fiscal arrepentido y autoexilado. Todavía Leopoldo sigue preso. Situaciones como las descritas han sido posibles porque se han prestado funcionarios, fiscales, jueces, policías y ciudadanos inescrupulosos que han actuado, bien como protagonistas o actores de reparto. Definitivamente, al gobierno del socialismo del Siglo XXI, montando ollas, no hay quien le gane.

lunes, 13 de junio de 2016

Cambio peine sacapiojos por harina de maíz

Escasez

El destino nos alcanzó. La revolución humanista, bolivariana, participativa, protagónica, salvadora de la especie humana y de los osos frontinos hizo que pasaremos del modo incrédulo (no vale, no creo) al modo premonitorio (yo sabía que esta vaina venía, siempre lo supe), sin pasar por Go, ni cobrando los 200 de Ley. De la noche a la mañana nos vimos pagando el kilo de carne al mismo precio con el que una semana antes pagábamos unas cervecitas con los panas, y quedaba para llevarle una arepa con reina pepeada a la propia. Ahora no hay que comprar, y si algo se encuentra, no hay con que pagar. Hasta nuestro vocabulario cambió. Ya la gente no se refiere a su sueldo como “la quincena”, sino como “la miseria esa que gano”.

Chávez nos lo advirtió en su momento y no le paramos ni media bola. Vaticinó que íbamos rumbo al trueque como forma de intercambio. Recuerdo que en un Aló Presidente de junio de 2006, el para entonces Presidente (el título de Galáctico lo obtendría después), planteó que un agricultor de Barlovento podía intercambiar plátanos por cachamas con un pescador del estado Bolívar. Hoy, exactamente 10 años después, se cumple su deseo. El trueque pasó a suplantar las relaciones comerciales capitalistas. Ya ni se compra ni se vende como decía aquel pasodoble que popularizó Billo.  Se impuso la permuta como contrato sinalagmático, translativo de dominio, oneroso, commutativo, instantáneo o de tracto sucesivo, según la voluntad de las partes, y por lo tanto consensual. Tal como dirían los abogados, alumnos de ese portento y pesado del Derecho nacional, de cuyo nombre no me quiero acordar. 

Ya es usual que en la oficina la del Departamento de Contabilidad cambie café por aceite con la ascensorista; o que el Jefe de Personal se trance por dos jabones de olor y una pasta dental a cambio de un paquete de arroz y una cajita de Eutirox vencida. Ayer observé un trueque generacional, Maurita la de Atención al Cliente, intercambio con Raquel, la de Archivo, un paquete de pañales para bebe por uno similar, pero para adultos. Una criaturita recién llegada a este mundo se vio beneficiada al igual que una ancianita que ya tiene acomodados sus macundales para irse.  Pero se han visto cosas más pintorescas.

Lean este caso y me darán la razón. Mi vecina Eulalia tiene una nieta que cumple en un mes sus 15 añitos, en la cuadra de arriba vive mi comadre Camucha a la que un bajón de luz le quemo el radiecito con el que escuchaba todas las tardes a Los Cabilleros Daniel Lara y Nehomar Hernández, por mi parte tengo el carro parado por falta de un caucho rin 14 que no consigo ni para remedio. Bueno, resulta que mi vecina Eulalia se enteró de las penurias que estamos pasando Camucha y yo por la falta del caucho y del radio y procedió, cual Donald Trump criolla, a diseñar una triangulación de negocios a través del Trueque que ni les cuento.

No sé de dónde Eulalia consiguió un caucho usado pero en buenas condiciones, tenía la medida del que necesitaba para el carro. Me lo ofreció a cambio del radio Phillips que, no sé cómo se enteró, tenía guardado desde la última mudanza en una caja en el maletero. No le importaba lo viejo sino que funcionara. Al comprobar que estaba en buenas condiciones, procedimos al intercambio. Luego fue donde mi comadre Camucha a ofrecerle el transistor por el vestidito que había usado su sobrina el año pasado en el matrimonio de la hermana. Con el vestido en la mano fue donde la costurera a ofrecerle una lectura de cartas del Tarot por un arreglo a la medida. Al final, yo tenía el caucho que necesitaba, Camucha su radio, la costurera su futuro adivinado y la nieta de Eulalia su vestido para los 15. La vaina funciona. Es por esa razón que ofrezco peine para piojos con poco uso por un paquete de harina de maíz precocida.