Montando ollas no hay quien les gane
No me ocupare de las malandrerías recientes para obstaculizar y hacer imposible el proceso de validación de firmas. Total, Venezuela ya no se sorprende por tanta bellaquería, abuso, burla y desconocimiento de la voluntad de ese pueblo al que tanto mientan para justificarse en el poder. El descaro del CNE es tan groseramente escandaloso que cuando uno le cuenta a amistades en el exterior, no hacen otra cosa que mofarse por ser dizque “exagerado, radical, ofuscado, intolerante y malcriado”. Si el interlocutor no es tan amigo, la calificación es de “oposicionista enfermizo”. Ante tanta duda sobre mis denuncias, no me ha quedado otra que responderles como dicen los maracuchos “veníte y viví con él, pa’ que veaís”.
Ahora me ha dado por hacer memoria y
recordar los episodios que han desnudado al gobierno revolucionario y
humanista como un mentiroso, farsante, tramposo, truculento, tahúr y
experto en construir acusaciones contra venezolanos honestos con pruebas
falsas y la complicidad de los llamados a impartir justicia en el país.
Han sido muchas las situaciones en las que se ha encarcelado a
ciudadanos con supuestas evidencias, que luego con el tiempo se
descubren como fabricadas, bien por la confesión de quienes participaron
en el montaje o por pruebas incontrastables de su falsedad. Sin
embargo, el Gobierno que salvará a la humanidad, haciendo caso omiso al
descubrimiento de sus vagabunderías, ha mantenido tras las rejas a las
víctimas de sus montajes. Aunque siempre hay una excepción.
En el 2004 detuvieron a Carlos Melo,
para ese entonces dirigente opositor. Resulta que lo “pescan” en una
Bomba de Gasolina en El Rosal con un arsenal de fusiles FAL como para
armar un ejército. Al momento quedé sorprendido. Asumí que Melo estaba
decidido a organizar la resistencia guerrillera al régimen de Chávez.
Conociendo su trayectoria de irreverente consumado, me lo creí. Pero
resulta que fue liberado a los pocos días sin juicio alguno. Por
supuesto la mentira se cayó por sí sola. Tenían al hombre, tenían las
armas, tenían el motivo, pero los muy torpes no pudieron “probar” la
vinculación de las tres cosas. Imagino que como el régimen estaba
comenzando no tenían la destreza que tienen ahora para montar parapetos
incriminatorios.
La chapucería más escandalosa fue con el
“Testigo Estrella” del caso Danilo Anderson, Giovanny Vásquez, el
“psiquiatra” de los “ojos sinceros” como solía decir el poeta de la
revolución y exFiscal Isaías Rodríguez. Con la declaración de este
“testigo” el Gobierno encarceló a media humanidad y obligó al exilio a
otro tanto. Desde el primer momento se le veían las costuras. Ese señor
tenía el don de la ubicuidad, al mismo tiempo que escuchaba la
planificación del asesinato de Anderson en las tupidas selvas del Darién
en Panamá, participaba en una fiesta en un lujoso hotel de Caracas
donde se hacían los pagos a los sicarios. Al final se descubrió que era
una inmensa coba, pero allí siguen los presos y los exilados.
La lista es imposible detallarla. El
caso de los Paracachitos es emblemático por lo poco convincente. Nadie
se creyó que unos carajitos campesinos que venían de Pamplona desarmados
y desorientados, iban a tomar por asalto a Miraflores y asesinar al
Presidente. La historia era tan fantástica que terminaron despachándolos
a su tierra natal con lunchera y todo. Pero las ollas se montan desde
los niveles más altos.
El ex -Juez Aponte Aponte decía en una entrevista desde Miami al referirse a quien le daba las órdenes para joder opositores, “de
Luisa Estella Morales (Presidenta del TSJ) recibí infinidad de llamadas
sobre casos en curso para que buscara jueces idóneos y manipular más de
un caso”. Sobre la acusación al Comisario Mazuco por ser
supuesto autor intelectual de un homicidio manifestó; “ese caso fue más o
menos así, buscaron un preso, lo encapucharon y lo pusieron como
testigo para que dijeran que este señor le dijo que mataran a otro”.
La empresa Apple determinó que los
supuestos correos electrónicos esgrimidos por Jorge Rodríguez para
acusar por conspiración a Pedro María Burelli, eran falsos. Sin embargo,
el Gobierno sigue acusándolo de golpista sustentado en los mismos
correos. Ni hablar del caso Leopoldo López. Ni el juicio les salió bien,
su testigo estrella les tiró la cabra pa’l monte y ni bolas le pararon,
mucho menos al fiscal arrepentido y autoexilado. Todavía Leopoldo sigue
preso. Situaciones como las descritas han sido posibles porque se han
prestado funcionarios, fiscales, jueces, policías y ciudadanos
inescrupulosos que han actuado, bien como protagonistas o actores de
reparto. Definitivamente, al gobierno del socialismo del Siglo XXI,
montando ollas, no hay quien le gane.
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