lunes, 20 de febrero de 2023

 

Un novedoso método para escoger el candidato unitario, por Tulio Ramírez

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Twitter: @tulioramirezc


Soy un defensor de la unidad opositora. Creo en ella a pesar de que, algunas voces amigas y otras no tan amigas, me acusen de ingenuo. Siempre he pensado que, sin ella, difícilmente podríamos lograr lo que, en otros países, en circunstancias similares, se ha logrado. Estoy convencido de que, para recuperar el entusiasmo por el voto, se debe mostrar que se están haciendo esfuerzos serios para lograrla.

Debo aclarar que entiendo que la unidad no pasa por el impensable tamiz de adherirnos como un bloque en torno a una y única doctrina. Se trata de una unidad estratégica con un claro objetivo, ganar las elecciones presidenciales de 2024. Lo demás, lo arreglamos después. 

Es de Perogrullo que, para aumentar las posibilidades de triunfo, la unidad electoral debe traducirse en una candidatura unitaria. Sobre este tema ha habido un debate sobre los diversos mecanismos para lograrla. Se ha hablado de organizar una primaria abierta, mientras que otros han manifestado ser partidarios de una candidatura de consenso.

Ambas posiciones han tenido sus defensores y detractores. Observemos algunos de los señalamientos usados para demostrar, no la eficiencia de alguna de ellas, sino lo ineficiente de la propuesta contraria.

Los detractores de las primarias argumentan que: “saldrán cientos de candidaturas espontáneas solo por joder”; “el gobierno ordenará a sus militantes votar masivamente por el candidato que les resulte más cómodo o más flojito”; “lo dificultoso de garantizar el voto de los compatriotas en el exterior”; “las acusaciones mutuas que imposibilitarán los esperados apoyos por parte de los perdedores”; “no hay plata”; “el canto de Fraude, con o sin razón, tirará a la cabra pa´l monte”. 

Quienes no comulgan con el método del consenso alegan que: “es macoyero y nos aleja más del pueblo opositor”; “a los votantes no se les entusiasma con candidatos negociados”; “los candidatos extra-partido no tendrán padrino que los defienda”; “sin masa no hay bollo”; “no habrá legitimidad de origen”.

Así las cosas, el tema del método se ha convertido en un campo de batalla tan movido que, en vez de lograr el efecto deseado, nos ha puesto a pelear. Las declaraciones de ambos bandos nos recuerdan aquella canción de la Sonora Matancera cantada por Celia Cruz que dice “Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé (sin alusiones personales, ni más faltaba), Bernabé le pego a Muchilanga. Le echó burundanga. Le hinchan los pies. Monina”. 

Ante tal desbarajuste y temiendo que la cosa se vaya por mal camino, propongo un método que será la solución a este dilema.

De entrada, estamos de acuerdo en que el candidato debe: demostrar inteligencia, estrategia, agilidad y rapidez en la toma de decisiones; capacidad para analizar el entorno; conocer las fortalezas y debilidades de sus oponentes; ocupar espacios sin atropellar a nadie; respetar las reglas del juego; no perder las perspectivas y fijar el objetivo; saber escoger oportunidades; reponerse rápidamente en caso de un traspiés; y, reconocer la victoria del oponente si esta es lograda lícitamente. 

Si estas son las características que debe poseer el candidato ideal, propongo el juego de la silla como el mejor mecanismo para seleccionarlo. Para triunfar se requiere de las competencias descritas y con este método se demostrará quien las tiene y quién no. Además, es un método económico e inclusivo; no requiere una especial maquinaria para organizarlo, solo alquilar las sillas en una agencia de festejos (con una silla menos del total de los precandidatos, basta); es público y transparente; no es necesaria la supervisión del CNE; no habrá posibilidades de ventajismo y todo depende de la habilidad personal.

Un plus es que la competencia puede ser transmitida al mundo entero en directo. Esto asegurará de manera automática, el reconocimiento internacional del candidato ganador. No hay por qué agradecer, es mi deber aportar.

PD: Al cierre me entero que las primarias serán para el 22 de octubre. Esta demás decir que apoyaré al que finalmente sea el candidato ganador, pero como en este país lo más seguro es que quién sabe, mantengo mi propuesta.

lunes, 6 de febrero de 2023

 

Otras cosas inútiles en Venezuela, por Tulio Ramírez

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Twitter: @tulioramirezc


La semana pasada nuestro artículo versó sobre las cosas que, si bien son extremadamente útiles en un país serio, en nuestra Venezuela revolucionaria y pachanguera son realmente inútiles.

En esa oportunidad nos referimos a lo inútil que en Venezuela son las tarjetas de crédito de los bancos nacionales, los seguros de Hospitalización Cirugía y Maternidad, los de Responsabilidad Civil, el derecho de propiedad, las pensiones, las garantías de artefactos, los semáforos y los puestos de estacionamiento para personas con alguna discapacidad. 

La reacción de algunos lectores fue inmediata. Recibí correos donde se agregaban inutilidades que no mencionamos en el artículo de marras. Expliqué que el imperio del espacio limitó nuestra lista y que estaba consciente de que podría ser ampliada. Así que prometí volver sobre el tema tomando en cuenta sus contribuciones. Algunas de ellas fueron las siguientes:

El correo de Ipostel. Este servicio, otrora eficiente, se ha convertido en un servicio chatarra, por lo inútil. Nadie se atreve a enviar por esa vía una caja de leche de larga duración, no solo por el temor a que nunca llegue, sino que, de llegar, podría hacerlo como yogur piche.

Los avisos que indican el límite de velocidad permitido. Mientras que, en un país serio, los conductores se cuidan de no transgredirlos, en Venezuela no son respetados ni por las autoridades que están llamadas a hacer que se respeten. Los teléfonos “de mediecito o de tarjetas”. La verdad no se sabe si la Cantv no los ha desincorporado por formar parte de alguna política para hacer de las calles un gran museo de las comunicaciones en Venezuela, o porque simplemente se les ha olvidado que alguna vez los colocaron. 

Las chequeras. Los muchachos nacidos en revolución no tienen la más peregrina idea sobre esta herramienta bancaria. En todas partes del mundo se usa el cheque para las transacciones comerciales. En Venezuela la única utilidad que se le ha encontrado es para hacer figuritas de origami.

Las monedas. Algo que en cualquier país facilita las transacciones al menudeo, en Venezuela se ha convertido en una de las más grandes inutilidades. Uno de cada dos venezolanos, guarda celosamente una pesadísima bolsa llena de bolívares, reales, medios y lochas en espacios donde es más un estorbo que un adorno. El argumento ante las amenazas de desalojo por parte de la mujer es siempre el mismo: “no me las vayas a botar, algún día valdrán una fortuna”.

Los asientos para las personas de la tercera edad. La única manera que se utilicen para quienes están destinados es que se les coloque unos “Miguelitos” bien punzantes que el chofer pueda activar cuando algún tarajallo o tarajalla pretenda ocuparlos.

La puntualidad. Ingleses, japoneses y alemanes deben buena parte de sus progresos a la puntualidad. En Venezuela tal virtud se convirtió en objeto de chalequeo y además poco útil. Si llegas a la hora pautada, siempre tendrás que esperar y nadie te pedirá perdón por hacerte perder el tiempo. 

El currículo vitae para optar a un cargo en la administración pública. Los departamentos de Recursos Humanos de los ministerios e institutos públicos desde hace rato no pierden tiempo revisando los méritos del aspirante.

Las notas de recomendación colocadas en servilletas arrugadas han sustituido a los títulos y certificados. El siguiente mensaje basta para enchufar al aspirante: “Un saludo revolucionario, por favor hagan espacio en la nómina para el camarada portador de esta recomendación. ¡Patria o Muerte!, ¡Chávez Vive!”. 

La lista sigue, pero por favor no insistan, no me referiré a ese personaje, recuerden la ley aquella.