lunes, 27 de noviembre de 2017

Bolivarian Revolution Awards 2017

Wiston Vallenilla

A falta del Guaicaipuro o Mara de Oro con sus criterios burgueses y sifrinos para premiar a los artistas, proponemos la creación del Bolivarian Revolution Awards, el cual será entregado a quien destaque en el medio televisivo. Como esta es una revolución “tramparente”, los ganadores de este premio serán escogidos por la Secretaría de Propaganda y Asuntos Ideológicos del PSUV, bajo la coordinación general del Papá de los Helados, quien desde Miraflores vetará o no la decisión tomada
Los años 70 se caracterizaron por la premiación anual a personas ligadas al mundo del espectáculo. Los sesentones y cincuentones de hoy recordamos con cierta nostalgia aquel mundo de fiesta farandulera que una vez al año ocupaba la atención de buena parte de los venezolanos. Estas premiaciones eran muy significativas para la carrera de muchos artistas. Eran, guardando las distancias, los equivalentes a los Latín Grammy, o por qué no, a los Oscar Hollywoodenses que han catapultado al estrellato a tanto talento gringo. La noche de la entrega del Guaicaipuro de Oro o del Mara de Oro era tan esperada como el Miss Venezuela. Escuchar a Gilberto Correa o al Musiu La Cavalerie anunciando a Tomás Henrique como el actor de reparto del año o a América Alonso como la actriz de comedia del año, llenaba de regocijo al más indiferente.

Hoy no tenemos estos premios. La mayoría de nuestros talentos están fuera del país, unos actuando y otros haciendo quien sabe qué cosa, pero sobreviviendo todos. Muchos están tratando de obtener el reconocimiento y cariño que dejaron atrás. De primeros actores, algunos pasaron a ser actores de reparto esperando una oportunidad que los vuelva a colocar en el pináculo de la gloria. Otros quizás estén conduciendo taxis o repartiendo pizzas. Los menos afortunados estarán pernoctando a las puertas de algún teatro de baja factura esperando ser contratados, aunque sea de luminito o carga cables. Lejos está el aplauso que les dio satisfacciones y medios para vivir dignamente. Ya no firman autógrafos en la calle ni nadie les pide posar para tomar un selfie. Así es la vida de quienes, hasta hace poco, fueron objeto de adoración y admiración de los venezolanos.

La farándula en Venezuela se ha visto menguada por esta diáspora. Son muy pocos los canales que pasan programas con talento venezolano. Las novelas, nuestra marca en el mundo junto con el Miss Venezuela, prácticamente han desaparecido. Las pocas que se televisan fueron grabadas en los 80 y los 90. Tampoco hay programas musicales con voces de reconocida calidad y pedigrí en el ambiente. Más bien abundan los programas de imitación a los famosos como una suerte de nostalgia inconsciente por los que hoy tomaron otros rumbos para entretener con su arte. Nuestros otrora canales de variedades, se han convertido en vidrieras de enlatados o en canales darwinianos donde solo nos enseñan como los Koalas de Madagascar procrean en épocas de invierno. Estoy hablando de 2 o 3 canales que no están (totalmente) en manos del gobierno. El resto, los rojitos, son un mundo aparte, no por mejores a los comerciales, sino por todo lo contrario.

Estos canales oficialistas y gobierneros tienen muchos programas con talento (?) vivo, por lo que es justo crear un premio que reconozca su participación en ese difícil mundo. A falta del Guaicaipuro o Mara de Oro con sus criterios burgueses y sifrinos para premiar a los artistas, proponemos la creación del Bolivarian Revolution Awards, el cual será entregado a quien destaque en el medio televisivo. Como esta es una revolución “tramparente”, los ganadores de este premio serán escogidos por la Secretaría de Propaganda y Asuntos Ideológicos del PSUV, bajo la coordinación general del Papá de los Helados, quien desde Miraflores vetará o no la decisión tomada. 

Algunos de los renglones que propongo para ser premiados este año 2017 son: El Bostezo del Año para aquél conductor o animador que acumule el ranking más bajo (sabemos que este premio será muy reñido); El Escatológico del Año, también un premio muy competido, aunque algunos aseguran que por muchos tiempo lo monopolizará aquel que echó al pajón a medio mundo de su propio partido; El Sapo de Oro, se reconocerá con este galardón a quien más presos acumule gracias a acusaciones infundadas a través del medio televisivo; El Regreso del Año, destinado a quien en tiempos difíciles para la revolución se pasó a la oposición y en tiempos difíciles para la oposición se paso de nuevo al chavismo.

Finalmente, El Cara e’ Tabla del Año. Este premio estoy considerando no proponerlo por la polémica que pueda surgir entre quienes tengan mérito para merecerlo. Es mejor sincerar la cosa y dárselo de una vez a quien lo merece. Además, si no sale premiado es capaz de vetar la decisión. ¡Qué viva nuestra farándula revolucionaria!

lunes, 13 de noviembre de 2017

Yo a ti, sí te jodo

Jaime Lusinchi y Luis Guillermo García

Eran los tiempos de la IV República, o de la democracia civil como prefiero llamarla. Se hacía periodismo mordaz, crítico y nada complaciente con los gobiernos de turno
Los diferentes medios de comunicación estaban dispuestos para reseñar la noticia, la cual por cierto no recuerdo, pero el asunto ha debido ser de cierta trascendencia por la presencia del presidente Lusinchi. El lugar, alguna de las oficinas del Palacio de Miraflores. La transmisión era en vivo y directo. Yo sintonizaba, como todas las noches, el noticiero de Radio Caracas Televisión. Luís Guillermo García era el periodista que por ese canal estaba cubriendo la noticia. Luís Guillermo, junto a otros periodistas como Samuel Belilty, Sergio Novelli y la para entonces muy joven Laura Castellanos, conformaban un staff que se caracterizó por el sentido crítico y de denuncia que le imprimían a sus reportes. Lo cierto es que en ese episodio que estoy rememorando la verdadera noticia no fue el asunto del cual ni me acuerdo, sino la respuesta que le dio el para entonces presidente al periodista de marras. Se le acercó como una tromba. Con los cachetes temblorosos y con el dedo índice amenazante le espetó: “Tú a mí no me jodes”. Luís Guillermo, con cara de desconcierto, se limitó a mirar a la cámara como preguntándole al televidente, ¿y qué carajo le pasa a este señor?

Eran los tiempos de la IV República, o de la democracia civil como prefiero llamarla. Se hacía periodismo mordaz, crítico y nada complaciente con los gobiernos de turno. Salvo una paliza que algunos inadaptados le dieron al periodista Alfredo Tarre Murzi y una que otra demanda por difamación a algún periodista o editor que se pasó de la raya, había una relación tensa pero tolerante entre el gremio de cazadores de noticias y la clase política en el país. Tanto la prensa escrita como las revistas de corte político, colocaban a la disposición de sus lectores, crudos reportajes, columnas polémicas, así como entrevistas incisivas y provocadoras. Ese periodismo valiente y punzante no recibía como respuesta el allanamiento de la casa de algún periodista, por parte de la policía política del régimen. Hasta los humoristas no desaprovechaban la oportunidad de despellejar a los políticos de oficio. Inolvidables los sketches de la Radio Rochela, donde prácticamente todos los líderes importantes de la época fueron parodiados, magnificando sus desaciertos y metidas de pata.

Pues si mi apreciado lector, en esa república civilista, hoy tan criticada por un régimen que calza botas militares, un presidente amenazó a un periodista frente a toda Venezuela, y no le pasó absolutamente nada. El reportero siguió con sus reportajes cargados de denuncias y críticas sin que fuese despedido u obligado a renunciar “por órdenes de Miraflores”. Por el contrario, el presidente Lusinchi fue el que recibió una andanada de rechiflas provenientes no solo del gremio de comunicadores sociales como era de esperarse, sino de sectores no ligados a este oficio. Definitivamente era otra Venezuela.

Añoramos aquellos tiempos por miles de razones que no vienen al caso nombrar. Todos las conocemos y padecemos a diario. Sin embargo, quiero referirme a los embates en contra de la prensa y los periodistas. Cierre de medios, agresiones físicas y verbales, veto a algunos conductores de programas de radio, enjuiciamiento a editores, ha sido la constante de un gobierno alérgico a cualquier posición que disienta de sus políticas. En los gobiernos dictatoriales la primera víctima es la prensa libre, acostumbran a decir quienes tienen la responsabilidad de informar. Pero hablar de prensa es hablar de periodistas. El caso de Jesús Medina Ezaine debe alertar al gremio, a los venezolanos y al mundo. No quiero que se me aplique la novedosísima y creativísima Ley contra el Odio, pero díganme ustedes amigos lectores, este periodista fue secuestrado, brutalmente golpeado y amenazado de muerte, pero no le robaron nada, ni pidieron rescate. “Yo a ti, si te jodo”, al parecer fue el mensaje que le mandaron de alguna parte.