lunes, 19 de octubre de 2015

Le robaron el futuro

Empanadera Cumaná

Los que conocen a Lolimar comentan que la ven todos los días en la playa, pero a diferencia de sus amigas que la frecuentan para broncearse, está atendiendo el puesto de empanadas de Hortensia, a quien la tristeza y la impotencia la postraron en una cama. El sueño de Lolimar murió ahogado en un mar de mentiras gubernamentales
Lolimar estudió primaria en una escuelita pública de su ciudad natal al norte del estado Sucre. Su familia, gente de mar, abrigó sus esperanzas en esa niña. Es la menor de 4 hermanos, todos pescadores. Desde muy temprano enseñó un gran talento. Todos los años ganaba la medalla a la mejor estudiante, pero siempre la recibió sola. Sus padres y hermanos, si no estaban pescando, negociaban el producto de la jornada y misia Hortensia, su madre, no podía darse el lujo de dejar el puesto de empanadas en el mercado local. Un día sin venta descalabraba el presupuesto.

Culminada la primaria, Lolimar fue inscrita en el Liceo de la capital del estado ya que en su pueblo no había manera de continuar los estudios. Su tía Camucha, la de Cumaná, le dio albergue y sustento. Tenía que seguir estudiando. El bachillerato fue duro, pero con tesón logró culminar el tercer año. Aún con todas las dificultades y precariedades, su promedio no bajaba de 19 puntos. Pero había que tomar una decisión. O regresaba al pueblo a vender empanadas o continuaba los estudios. Ante tal disyuntiva, Hortensia, como buena guayqueri, se plantó e impuso que la inscribieran en el mejor colegio privado. Había que garantizar que se preparara para optar un cupo en la universidad. Ser médico era su norte.

Había que pescar el doble y vender empanadas hasta altas horas de la noche de lunes a domingo. El Colegio era caro pero bien valía la pena el sacrificio. Lolimar respondió. Su promedio oscilaba entre 19 y 20 puntos y en su último año varios veinte se lo ubicaron finalmente en 19,8 puntos, convirtiéndose en la mejor alumna, no solo de su promoción, también del estado. Con esas calificaciones no había dudas. El cupo estaba asegurado. Pero no todo era felicidad, había un problema. Estudiar en la UCV como lo quería, era imposible. Vivir en la capital de la república era un lujo que su familia no podía costear.

Optó por la universidad de la región, en ella se ofrecía medicina. Camucha estaba dispuesta a seguir ayudándola, aunque su sustento apenas alcanzaba para medio sostenerse. Cuidar un baño de damas en un restaurant no daba mucho. Pero todos apostaban a Lolimar. Don Rogelio, su padre, solicitó un préstamo a cuenta del peñero y sus hermanos decidieron adentrarse más allá para lograr una mejor pesca. Un médico en la familia ya no era un sueño imposible. Hortensia decía que si todos remaban llegarían a puerto seguro y ya el puerto se dejaba ver en el horizonte. Era cuestión de no desmayar.

Lolimar llenó su planilla por internet, tal como se lo habían indicado en el Colegio. Confiada en que su promedio era su mejor credencial, espero tranquila la publicación de las asignaciones. Mientras tanto, repasaba biología y química, no quería presentarse en la universidad sin el apresto necesario. Finalmente llegó el gran día, se publicaron las listas. Se buscó varias veces y no se encontró. Ha debido haber un error pensó, no es posible que hayan sido asignados bachilleres con menor promedio de notas que ella. Dijeron que saldría un segundo listado, pero tampoco apareció su nombre.

No entendía. Un funcionario del Ministerio le explicó que no solo el promedio bastaba, que había otras variables como la acción social y las condiciones socioeconómicas que se tomaban en cuenta para construir su índice de asignación. Menos entendía. De cuál participación social le hablaban, si ella lo único que ha hecho en su vida es estudiar. ¿Condiciones socioeconómicas?, pues quien más pobre que su familia, que ni techo propio tienen, el ranchón donde viven es prestado. Luego le dijeron que aparecería un tercer listado para subsanar casos como el de ella. Tampoco apareció en ese.

En la reunión familiar se buscaron opciones, pero todas eran muy costosas. Ni pensar en estudiar en una universidad privada, además medicina solo se ofrece en las universidades públicas. Ir al exterior, menos. Estudiar otra cosa, como muchos le insistieron, tampoco era una opción. Porqué estudiar Veterinaria o Bioanálisis si lo que amaba era hacerse médico, respondía con un dejo de indignación cada vez que le asomaban la idea. “Tanto esfuerzo para nada”, concluía cuando le tocaban el tema.

Los que conocen a Lolimar comentan que la ven todos los días en la playa, pero a diferencia de sus amigas que la frecuentan para broncearse, está atendiendo el puesto de empanadas de Hortensia, a quien la tristeza y la impotencia la postraron en una cama. El sueño de Lolimar murió ahogado en un mar de mentiras gubernamentales. Ella está convencida de que su presente está en ese ventorrillo que dará de comer a su familia. En cuanto a su futuro, pues no dice mucho, simplemente piensa que se lo robaron, por eso entiende a tantos jóvenes que han podido irse del país buscando otros horizontes.

lunes, 5 de octubre de 2015

Dos países, dos crónicas sociales

Dos países, dos crónicas sociales

Boda

Mientras que el polo que está en el poder se ha unido haciendo caso omiso a ideologías y doctrinas, en el otro se agreden por defender ideologías y legados, que no les permiten observar que todos viven igual de mal
Dos países conviviendo en un mismo territorio, eso es lo que vemos en la Venezuela del socialismo del Siglo XXI. Entre ambos se ha ensanchado cada vez más la brecha. Y no me refiero a dos países enfrentados por ideologías políticas o por odios clasistas o religiosos. En este socialismo tan peculiar no es precisamente la tan manida lucha de clases la que está motorizando la división entre los venezolanos. Mucho menos, como en otros países, legendarios conflictos no resueltos. Son dos países totalmente asimétricos. Uno de ellos conformado por la inmensa mayoría, no importa que se hagan llamar chavistas, justicieros, progresistas, adecos, copeyanos, masistas, banderosos o cualquier otra denominación disponible; y otro, compuesto por una minoría que ha gozado y goza de las mieles del poder y del petróleo desde hace 16 años, sin rendirle cuentas a nadie y sin pretensiones de soltar la teta del Tesoro Público.
Caracterizar a estos dos países nos llevaría demasiado espacio y quizás sea hasta tedioso. Recurriremos a la crónica fabulada para intentar explicar nuestra tesis. Haremos la crónica de dos celebraciones llevadas a cabo por un motivo similar: una Boda. Narraremos la celebración del casorio de Tatiana Patriaquerida, joven de alcurnia revolucionaria y entrada libre en CADIVI, que cautivó con su belleza a lo más granado de la nueva oligarquía venezolana. Luego haremos la reseña del ágape que amigos y vecinos organizaron a Sofía del Carmen Martínez, por haber contraído nupcias, desoyendo las recomendaciones de los mismos amigos y allegados. La joven Sofía es la típica niña de una clase media que no tiene acceso a Miraflores ni a dólares preferenciales, pero que no renuncia a los rituales y festejos de los acontecimientos que “no deben pasar por debajo de la mesa”. Aquí las dos crónicas.
La Boda de Tatiana Patriaquerida.  “Engalanada con un alucinante traje blanco de organza diseñado por el cotizado modisto D'Artagnan de la Charnequé, se presentó a la celebración de su Boda la elegantísima camarada Tatiana Patriaquerida, mejor conocida en el Jet Set caraqueño como La Tati. La fiesta agrupó a lo más granado y revolucionario de la ciudad. Corrió el whisky 18 años traído directamente de Escocia y sin la franjita roja del Puerto Libre. Los invitados degustaron este elixir con cubitos de hielo elaborados con agua extraída de los más cristalinos manantiales de los Alpes Suizos. La mesa principal estuvo ocupada por la Dirección Nacional del Partido y sus acompañantes (no supimos distinguir entre esposas y mozas), reservándose el resto para contratistas, intermediarios y altos funcionarios que hayan demostrado súbita prosperidad en el ejercicio de sus funciones. El jolgorio fue amenizado por tres de las mejores orquestas de música bailable del Caribe, siendo la sorpresa de la noche la interpretación de El Danubio Azul por la Sinfónica de Viena, contratada  expresamente para este agasajo por El Padrino de la Boda, a quien, por cierto, todos besaban el anillo como gesto de agradecimiento por tan emotiva ocurrencia. No faltaron los vinos franceses e italianos para acompañar una exquisita entrada de caviar y langosta, quedando el plato principal conformado por Jabalíes cazados en la campiña francesa a solicitud del novio, el distinguido camarada Rosendo Choreo Loquepuedo, quien departió largo rato con los Embajadores de los países amigos, quienes no pasaban de cinco. Al filo de la medianoche, los novios partieron de luna de miel a la lejana Andorra, desde donde tomaron un crucero con destino desconocido y, según informaron algunos de los invitados, por tiempo indefinido”.    
La Boda de Sofía del Carmen Martínez. “El Salón de Fiestas del Edificio Desengaño, ubicado en una de las urbanizaciones más prestigiosas del Este de la ciudad, se vio engalanado con las cadenetas de papel cebolla que colgaban de esquina a esquina y los globos multicolores que indicaban el camino desde el estacionamiento hasta la entrada del local. La música bailable y el ponsigué embotellado en enormes recipientes de agua mineral comprados en la Vía Coro-Puerto Cumarebo, hicieron que los invitados festejaran hasta el amanecer. Se celebraba la Boda de Sofía del Carmen Martínez, quien contrajo nupcias con su prometido de toda la vida Heriberto Mejodo Panada. Sofí, como se le conoce en nuestro Mar de la Felicidad, lució un traje elaborado por su vecina, Doña Cupertina Sifontes, quien hizo gala de su destreza y arte en la costura, al agregarle a un traje de su tía ya fallecida, unas delicadas mangas de tul extraídas del vestido de la Primera Comunión de Yolandita, su pequeña nieta. No se hicieron esperar los regalos, los cuales fueron mostrados a través de una caja transparente, vigilada muy de cerca por los hermanos de la novia. Se podían divisar bolsas de detergente, frascos de mayonesa, toallas sanitarias, paquetes de harina de maíz, una latica de Pirulli y las muy preciadas caraotas, las cuales fueron obsequiadas por el Padrino de la Boda quien no soltó prenda sobre donde las había adquirido. La extraordinaria organización del festejo fue la comidilla de la noche. A cada invitado se le suministraba una bolsita plástica con tres pliegues de papel tualet. Esto impidió la desaparición temprana de ese importante aditamento. No faltaron los pasapalos que evitaran borracheras sobrevenidas. Como entrada, yuca sancochada con repollo rayado; al terminar la Hora Loca, yuca frita con repollo rayado y, al amanecer para reanimar el cuerpo, el caldito bien caliente que quedó de la yuca sancochada, pero esta vez sin repollo. El plato principal fue un crisol de sorpresas ya que cada invitado llevó algo preparado y todo se juntó en platicos de torta que fueron repartidos después del brindis. Al final de la velada los recién casados huyeron subrepticiamente a disfrutar de su Luna de Miel. Información suministrada por sus más allegados deja ver que salieron para Macuto a pasar el día, porque el lunes había que trabajar”.
Estas crónicas describen la real polarización en Venezuela. Un polo minoritario y corrupto que se está comiendo la parte del león y otro, la gran mayoría, que recoge las sobras que a aquél se le escurre entre los dientes. Mientras que el polo que está en el poder se ha unido haciendo caso omiso a ideologías y doctrinas, en el otro se agreden por defender ideologías y legados, que no les permiten observar que todos viven igual de mal. El socialismo del siglo XXI ha convertido a Venezuela en un territorio que aloja dos países, en uno viven Las Tatis, y en el otro viven las Sofis.