lunes, 20 de marzo de 2017

La Carta

corrupcion

Almagro amenaza cada cierto tiempo con activarla y Maduro no se da por enterado
El estira y encoge entre Almagro y Maduro me recuerda mucho a la carta que le envió el Dr. Rafael Caldera al Dr. Jaime Lusinchi en la campaña electoral del 83. Lusinchi  nunca acusó recibo de la epístola. Si mi memoria no me falla, en el debate televisivo entre los dos candidatos, Caldera le reclamaba al médico de Clarines no haber contestado la misiva. Cada 5 minutos  le recordaba, “usted, Dr. Lusinchi, no me ha contestado la carta”. El candidato adeco, haciéndose el paisa respondía, “Dr. Caldera, Dr. Caldera, no se me salga del tema que estamos debatiendo”. Así está la Carta Democrática de la OEA, Almagro amenaza cada cierto tiempo con activarla y Maduro no se da por enterado. Pero de esa carta no quería hablar en este artículo.

Llegando a  mi edificio después de hacer la cola para comprar el pan, observo que en el buzón sobresale algo parecido a un sobre de carta. Al principio me costó unos segundos reconocer que era una carta, porque aparte de los recibo de cobro del condominio y del Banco, el resto de las comunicaciones me llegan vía correo electrónico. Tomo el sobre, no tenía remitente pero si destinatario. Lo abrí cuidadosamente por aquello de los sobres-bomba, aunque inmediatamente me dije los únicos capaces de volarme en pedazos por mala paga, son mis acreedores y hace tiempo no tengo, porque nadie me presta. Despliego el papel y leo la primera línea: “Mi tan poco apreciado profesor”. La cosa prometía.

Sigo leyendo: “Me atreví a escribirle esta carta a sabiendas  de que no la leería (¿?¿¿)”. Extraño comienzo, pero bueno estamos en Venezuela, tierra de lo posible y de lo imposible. Continuo, “le he venido siguiendo desde hace por lo menos 7 años a través de sus artículos en ese periódico subversivo y maledicente llamado Tal Cual. He soportado estoicamente sus ironías, chascarrillos y chalequeos en contra del proceso revolucionario. Sus artículos, desinformantes y deformantes de la realidad, datan desde que estaba al frente de la revolución El  Comandante Eterno Hugo Chávez Frías, a quien Dios lo tenga en la gloria y a la diestra de su padre, Fidel Castro Ruz. Pero llegó el momento de cantarle unas cuantas verdades que parece desconocer, o peor, ignorar alevosamente”. Les juro amigos lectores que la lectura de este primer párrafo me dejó turuleco. Tal fue mi atención a la correspondencia,  que el bombonsote del 14-A pasó en pantaloncitos cortos muy cerca de mí y ni siquiera voltee a mirarla. Abstraído del mundo, sigo leyendo.

“Es totalmente falso que exista corrupción en el gobierno revolucionario. Usted como defensor del capitalismo, solo se fija en una supuesta riqueza súbita de nuestros líderes, sin apreciar lo que han tenido que arriesgar para construir la revolución. Para usted es imposible entender que tal tarea es normal que sea recompensada. Pero mi estimado conspirador usted  está equivocado si piensa que esa supuesta riqueza fue extraída de contratos y guisos. Para todos es conocido que esas pequeñeces que usted llama “lujos injustificables”, son producto de la contribución de nuestra militancia que si ha sabido reconocer la valía de nuestros dirigentes”. En este punto pase al modo sorpresa. No podía creer que alguien pudiera escribir lo que estaba leyendo.

Mi anónimo remitente señala luego, “usted no sabe el daño que le hace al país con sus inventos e historias falsas. Aquí no hay escasez, ni crisis humanitaria, ni inseguridad, todo es una manipulación mediática y usted ha contribuido con ella”. A estas alturas pase del modo sorpresa al modo comprensión. Así piensa mucha gente, me dije, eso es un logro de la efectiva maquinaria propagandista del gobierno. Con tantas mentiras mil veces repetidas convierten a sus seguidores  en seres impermeables a todo razonamiento que vaya en contra de las verdades sagradas de la revolución. Así son las religiones fundamentalistas, y el chavismo es en la práctica una religión con su santoral,  clérigos, rezos, rituales y, sobre todo, fieles. 

La carta finalizaba con la siguiente reflexión, “sepa usted mi desestimado profesor que aquí hay un pueblo que defenderá su revolución a costa de lo que sea. Patria o Muerte, Venceremos”. Estaba a punto de guardar la esquela cuando me percate que había una postdata con una nota en letra diminuta, decía: “por cierto, me informaron que usted podía conseguir medicamentos en la universidad, si no es molestia podría conseguirme unas cajitas de hipertensivos, Dios se lo pague. Mañana le dejo mi número en el  Buzón”. Se las estoy buscando. Así somos los venezolanos.

lunes, 6 de marzo de 2017

¡A que no me conoces!

Suiza

En el gobierno se ha vivido en un eterno carnaval desde 1998. Esos próceres de la revolución se pusieron un disfraz que nunca se han quitado. La simulación fue el arte que cultivaron y lo hacen a la perfección. Se disfrazaron de humanistas, defensores de los pobres y de los derechos humanos, se vistieron con ropaje de gente sensible, humilde y resteada por el que menos tiene
Dediqué parte de los días de carnaval a ayudar a mi hija a realizar una tarea escolar. Seguramente que la maestra que le impuso tal asignación, despotricaba de sus ahora colegas, cuando le embromaban los días festivos. La tarea consistía en hacer un tema de composición con dibujo, sobre el significado de los carnavales. La venganza es dulce y entretiene, como decían en las novelas de los años 70. Siempre he pensado que gracias a esas inoportunas tareas, se exacerba lo que Marx visualizó como síntoma de las sociedades de clases, a saber, los opresores y los oprimidos. Con la debida distancia, hoy día podrían asimilarse estos sectores a quienes asignan las tareas y disfrutan a plenitud sus días feriados y a quienes no lo disfrutan por estar atendiendo tales deberes escolares. A este último sector se le suman como víctimas colaterales,  los sufridos padres.

Dadas las circunstancias en vez de agarrar carretera el viernes como Dios manda, lo hicimos el domingo.  ¿La razón de la pérdida de un día de playa?. Pues el sábado la niña tenía que dejar la tarea lista ya que debía entregarla el miércoles de cenizas. Cosas de familia previsiva. Solo imagino a aquellas familias que por no tomar estas previsiones, hicieron que sus hijos, una vez llegaran a casa estropeados de la playa, tuvieran que fajarse a hacer la tarea el martes de carnaval por la noche para entregarla el día siguiente. Ese descomunal despropósito, obliga a concluir  que no hemos avanzado mucho en eso de lograr el respeto de los derechos humanos.  Así no hay revolución que avance con todo y su Viceministerio de la gozadera.

Pero vayamos al grano. Buscando información por internet encontramos que el carnaval es una fiesta pagana donde imperó la permisividad y el descontrol. Su origen se remonta a casi 5000 años. Las primeras fiestas conocidas fueron en honor al Toro Apis en el antiguo Egipto, pero es en la Roma imperial cuando se institucionalizan como ofrenda a Baco, el Dios del vino y de la rumba pareja y desenfrenada. La verdad sea dicha, con estas tareas uno siempre aprende algo nuevo, ahora entiendo la procedencia de la palabra bacanal. No era como decía el compadre Chuito, insigne erudito de Macarapana,  para quien el bacanal era una fiesta que se hacía previa vaca (contribución) de los participantes. La ignorancia compartida es perniciosa.

Sigo con mi lectura y descubro que desde tiempos inmemoriales en estas fiestas los rumberos usaban mascaras y atuendos poco comunes. De esta manera se potenciaba la jodedera amparada por el anonimato. Cuando se expande por Europa se comienzan a usar disfraces alegóricos a personajes mitológicos que le daban un tono fantasioso a las fiestas. Es interesante observar que para algunos psicólogos, con el disfraz se simula ser alguien con características que compensan los déficits que realmente se poseen. Así, el rico se disfraza de pobre y viceversa, el alma buena se disfraza de tirano y viceversa, el león se disfraza de débil corderito y viceversa, el débil de fuerte y el fuerte de más fuerte. La idea era salir de la rutina creando una situación de confusión colectiva y de engaño consensuado.

En la carretera rumbo a la playita, mientras los chamos escuchaban a Chino y Nacho y la cuaima chateaba con sus iguales, reflexioné sobre lo leído y filosofé como buen carupanero. “No hay mal que por bien no venga”, fue lo más denso que se me ocurrió y veamos por qué. No disfrute un día de playa por ayudar a mi hija, pero descubrí algo verdaderamente importante. En el gobierno se ha vivido en un eterno carnaval desde 1998. Esos próceres de la revolución se pusieron un disfraz que nunca se han quitado. La simulación fue el arte que cultivaron y lo hacen a la perfección. Se disfrazaron de humanistas, defensores de los pobres y de los derechos humanos, se vistieron con ropaje de gente sensible, humilde y resteada por el que menos tiene. Pura simulación. Al final les conocimos su verdadera personalidad por sus actos. Tardamos un poco en hacerlo porque el disfraz nos confundió en las primeras de cambio. Finalmente llegando a Higuerote concluí que sería más coherente que en vez de comenzar sus arengas con la rayada palabra “Queridos compatriotas y camaradas”, deberían comenzar con algo más acorde el disfraz que lucen, por ejemplo con algo así como: “¿A que no me conoces?”.