lunes, 26 de junio de 2017

Las palabras sirven para todo

 I Foro Internacional de Psicología

Este es un claro ejemplo de la teoría del espejo aplicada por los nazis, atribuir al otro los desmanes propios. Definitivamente las palabras sirven para todo
La palabra es mágica. Los grandes escritores que ha parido la humanidad así lo afirman. Juan, en su santo evangelio, nos recuerda que “en el principio fue el verbo y el verbo estaba con Dios”, lo que vale decir que el verbo era Dios hecho palabra. Sin ser un exegeta de las sagradas escrituras, se deduce entonces que al afirmar que el universo fue creado por Dios, estamos afirmando a su vez, que fue creado por la palabra. Así pues, la palabra crea realidades. Por la palabra conocemos lo que nos rodea, tan es así que algo nos es desconocido cuando no encontramos la palabra para identificarlo. Los límites de nuestro mundo están determinados por nuestras palabras. Por la palabra nos comunicamos y nos entendemos. Con ella es posible lograr la paz por permitir la comunicación entre los hombres. Pero también es cierto que la usamos para engañar, ofender, jurar en vano, blasfemar, maltratar, humillar, acusar y para declarar la guerra.

Las palabras han servido para transmitir la verdad pero también para crear ilusiones. Los malabaristas las usan para embaucar a ilusos que terminan comprando la luna porque está en rebaja. Desde la buena fe nos movemos según los giros que emanan de las palabras usadas por el otro. Dice la sabiduría popular que más vale tener un enemigo sincero y franco que un amigo que solo te dice lo que quieres escuchar. Del primero siempre sabremos a qué atenernos, del segundo solo lo sabremos cuando nos aseste la puñalada artera. Esto es lo que le ha pasado a muchísimos venezolanos. Hemos seguido a flautistas y nos hemos dejado seducir como lo hace con las Cobras, los encantadores de serpientes. ¿Qué es muy difícil engañar al venezolano ya que es zamarro y vivaracho?. Quizás sea cierto, pero siempre aparece alguien alardeando haber comprado el Panteón Nacional a precio de gallina flaca. Además pagando solo la mitad de lo convenido por la urgencia del vendedor. ¡Tremendo negocio, siemprevivo!

Si analizáramos el discurso de la revolución chavomadurista durante los últimos 18 años, comprenderíamos por qué les costó tanto a los líderes y mandatarios del mundo entender las denuncias de la disidencia criolla. Esta retórica ha ocultado de manera deliberada la realidad de la destrucción económica, política, social, moral e institucional, de un país cuyo pueblo hoy pide se le respete su derecho a ser libre. Es el uso de la palabra para el engaño. Mientras caen asesinados más de 70 jóvenes por resistirse a una constituyente que acabará con la república, mientras asaltan de una manera feroz a residencias privadas, mientras arrestan a miles de hombres que no han cometido delito, el gobierno empalaga al país con una verborrea hippie, pacifista, rosadita y comeflor, que hasta los inocentes cervatillos que actúan como actores de reparto en Bambi, la protestarían por excesivamente edulcorada e hipócrita.

Pero no solo se trata del discurso presidencial. Un autodenominado Colectivo de Psicólogos y Psicólogas Bolivarianos organizó entre el 11 y el 14 de junio de 2017, el I Foro Internacional de Psicología “Violencia y operaciones psicológicas en Venezuela”. Además de la representación criolla, vinieron 11 invitados internacionales (supongo que con los gastos pagos) para discutir “objetivamente” sobre el tema. En la declaración final se coloca como primera conclusión que en nuestro país se evidencian “operaciones psicológicas destinadas a alterar la psiquis individual y colectiva con el fin de generar condiciones propicias para la desestabilización”. ¡Vaya pa’ la auyama!. Según estos expertos no es por la escasez de alimentos, medicinas y por lo que representa la constituyente comunal, que los venezolanos han estado protestando en las calles por más de 80 días, exponiéndose a ser asesinados y encarcelados. La verdadera razón, según estos investigadores de la psiquis humana, es porque fuimos lobotizados por el twitter, el Instagram y el Facebook y, cual zombis de mala película mexicana, nos hemos metido entre ceja y ceja que hay que desestabilizar al inocente e incomprendido gobierno. No me jodan.

Pero esto no es todo. En el documento final se utilizan expresiones como “la paz”, “la tolerancia”, “el reconocimiento del otro”, “la promoción y estimulación de la reflexión crítica” además de “la necesidad de generar espacios de discusión, debate y dialogo que estimulen el intercambio dentro de las reglas éticas de convivencia para la sana confrontación de ideas”. Parole, parole, parole como dirían los italianos Mina y Alberto Lupo. Puras palabras. La realidad está muy lejos de esas “sesudas conclusiones”. La acción cotidiana del gobierno de Maduro está muy lejos de esas expresiones lingüísticas. Lo real es que el gobierno es intolerante, no reconoce al otro, no debate, no confronta ideas, descalifica y discrimina a quien no le es leal, reprime, persigue, apresa, viola la constitución y las leyes, estigmatiza, insulta, controla a otros poderes, allana, cierra medios e incomunica. Pero, en fin, nada diferente se podía esperar de un Foro que, de acuerdo a la nota de prensa de AVN del 14 de junio, asumió como uno de sus objetivos “analizar el fenómeno de la violencia opositora promovida desde abril pasado en Venezuela”. Este es un claro ejemplo de la teoría del espejo aplicada por los nazis, atribuir al otro los desmanes propios. Definitivamente las palabras sirven para todo.

lunes, 12 de junio de 2017

Ya basta amigo

Represión policial

Te entiendo amigo, te metieron en una vorágine de la cual te cuesta salir. Esos niveles de represión bestializan al mejor ser humano. Lo peor es que mañana, los mismos que hoy atropellas con tanta saña, serán los que seguramente solicitarás para que te resuelvan un problema
Correteábamos por el barrio desde muy pequeños. Éramos 11 y no nos llevábamos un año de diferencia. Tú fuiste el más tremendo. Recuerdo aquella vez que te jubilaste del Liceo y nadie sabía de ti. Tu madre desesperada visitó cada una de nuestras casas y no sabíamos nada de tu paradero. Al caer la tarde fue al Hospital, a la Policía y hasta a los bares cercanos, no vaya a ser. La búsqueda fue infructuosa y al caer la noche, la angustia comenzó a adueñarse de los vecinos. Pasada la medianoche apareciste sucio, sin los libros y con el rostro lleno de felicidad. La escapada a la playa con la muchacha de servicio de Doña Carmen bien valía el regaño y el castigo. Eso fue lo que nos dijiste no sin antes vanagloriarte de los morados causados por los azotes que, con el cable de la máquina de coser, te propinó tu padre aquel glorioso día. Así creciste, siempre eludiendo la escuela y la rutina. Mientras tus amigos se enfocaban en los estudios, tú lo hacías en la aventura. El placer de las victorias rápidas te seducía. Eso te apartó de la escuela, más no del buen camino.

Con el tiempo nos fuimos dispersando. Juan, Ramón y Andrés se casaron muy temprano y se dedicaron al trabajo, Luís, Edgar y yo proseguimos los estudios y hoy somos profesionales. Orlando y Raúl se entregaron a la vida loca del dinero fácil y los vicios riesgosos, lamentablemente ya no están en este mundo. Marlon y Carlos están en la cárcel, lo que es casi decir que están demasiado cerca del otro mundo. Tu caso fue distinto. Si bien no estudiaste, no caíste en la tentación del delito ni del mal vivir. A pesar de que eras entrador y bien parecido, no embarazaste a ninguna de las chicas del sector, ni estafaste a ningún desprevenido, mucho menos incursionaste en el peligroso mundo de las drogas o el alcohol. Sí tenías un problemita y no lo puedes negar, la disciplina del trabajo te era huidiza. Eso hizo que tu padre, un viejo sargento jubilado de la Guardia Nacional, te llevara casi a rastras a su antiguo Destacamento, donde rogó que te admitieran. El temor a que te hicieras viejo bajo su techo y la posibilidad de verse obligado a trabajar para mantenerte, lo hizo tomar esa drástica determinación.

Al principio fue muy dura tu vida militar, te escuche comentar en una de esos sábados de cervecitas en la bodega del portu Felipe. Los entrenamientos agotadores, las levantadas al alba, los baños con agua fría, las interminables guardias, la comida insufrible, calarse los caprichos de los superiores, pintar cada 3 meses la casa de playa del General, escoltar las amantes de los oficiales a sus casas a altas horas de la madrugada y luego cargar las bolsas de las esposas cuando van de compras, eran parte de las actividades que te hicieron pensar en la deserción en más de una ocasión. Sin embargo te aguantaste. La ilusión de que en cualquier momento te trasladaran a alguna Aduana te mantenía firme. Los cuentos sobre compras de apartamentos y carros por parte de los afortunados transferidos a esos puestos de frontera, eran la comidilla en el comando. Incluso, llegaste a comentar que te darías por bien servido si te destacaran en la Alcabala de Peracal en el estado Táchira. Sin embargo, tanto esperar y mira lo que te pusieron a hacer: agredir a la gente por protestar.

Con razón ya no te dejas ver por el Barrio. Pedro José, tu padre, nunca da razón de ti y Rosaura, tu madre, a veces deja soltar que estas muy malhumorado y que por eso no sales. Te entiendo amigo, te metieron en una vorágine de la cual te cuesta salir. Esos niveles de represión bestializan al mejor ser humano. Lo peor es que mañana, los mismos que hoy atropellas con tanta saña, serán los que seguramente solicitarás para que te resuelvan un problema de salud, legal, laboral, espiritual o simplemente para que te tiendan una mano en un momento de apremio. Son tus compatriotas hermano. Son los venezolanos de siempre, los mismos a los que alude el Himno Nacional y por los que te has sentido orgulloso cuando ponen en alto el nombre de Venezuela por sus hazañas deportivas, científicas, artísticas o simplemente por ser buenos ciudadanos. En fin, son los mismos que lloran igual que tú al escuchar el Alma Llanera o esa bella canción compuesta por los españoles Herrero y Armenteros, llamada Venezuela. Ya basta, te lo pido de corazón, no te sigas manchando las manos de sangre. Mira que esa vida que mañana posiblemente apagues con un tiro certero, puede ser la mía, la de tu amigo del alma. Piénsalo. Saludos.