lunes, 22 de septiembre de 2014

Mi Maestra Magda

Aquí Opinan
Lunes 22 de Septiembre de 2014
 |  17
TalCual


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Mi maestra Magda



TULIO RAMÍREZ



Comienzan las clases. Las aulas se llenan de un incierto futuro, no todos culminarán, es cierto, pero la mayoría comparte la alegría de reencontrarse. Yo también recuerdo mis primeros días de clases. En aquellos remotos tiempos era todo un acontecimiento. Primero el sustico de enterarse si a Norma, la que nos batuqueó el alma en 4to grado, la inscribieron para cursar el 5to. Luego la curiosidad por saber cuál maestra nos iba a tocar. Sabíamos que la cosa estaba entre la cariñosa Beatriz o la terrorífica Kika, quien hizo expulsar el año pasado a Méndez por encontrarlo husmeando en el baño de niñas. No había bultos nuevos, ni cuadernos empastados, ni zapatos nuevos, a lo sumo lo único nuevo eran los lápices y la caja de creyones, y debían durar hasta el final del curso. Lo demás era reciclado. Al pantalón kaki se le bajaba el ruedo, ya que era el mismo del año pasado, y la camisa se compraba dos tallas más para que durara por lo menos tres años. Nuestra escuela estaba situada en un barrio muy pobre, a mitad de uno de los cerros de Petare. Se cumplían los dos turnos, y el almuerzo se hacía en la casa, donde siempre había gente. A todos nos esperaba la abuela o la tía solterona para servirnos la comida. A esa hora transmitían por Radio Continente las novelas del momento, única distracción a falta de televisor. De esos tiempos recuerdo gratamente El Gavilán y aquella otra muy famosa llamada Martín Valiente. Escucharlas mientras almorzaba, me ejercitó la imaginación.

Todos éramos muy pobres, incluyendo a las maestras. No sé si eran graduadas o no, pero sí recuerdo que eran muy estrictas y exigentes. Nunca faltaban a clases y si faltaban siempre había un suplente severo que nos hacía añorar a la maestra titular. Los exámenes parciales y finales se hacían con jurado y valga Dios que hicieras pasar pena a la maestra. Había una suerte de sana competencia entre ellas. Con el tiempo supe que el reto consistía en que al año siguiente, la maestra del nuevo grado reconociera en público lo bien formados que llegaron sus nuevos alumnos. El que no demostraba conocimientos suficientes, sencillamente no aprobaba y por ello ningún docente era acusado ante las autoridades de violentar los derechos humanos del aplazado.

A pesar de tanta precariedad y de un entorno lleno de necesidades, nunca sentimos que nuestro destino era reproducir la pobreza vivida por nuestros padres, tal como hoy pretende la doctrina educativa de la revolución. Nuestras maestras nos estimulaban a dibujar nuestro destino. La maestra Magda de 6to grado, nos hizo prometerle que seguiríamos nuestros estudios. Al final del curso nos hizo entregarle un papelito con nuestro nombre y la profesión que queríamos ejercer al ser adultos. Nos dijo que lo guardaría en un cuaderno y en 12 años lo abriría para constatar si habíamos cumplido nuestra promesa. No sé si la maestra Magda los abrió finalmente, pero donde esté le notifico que cumplí, aunque a medias, ya que si bien no me hice médico, me hice sociólogo, y no me ha ido tan mal.

@tulioramirezc

lunes, 8 de septiembre de 2014

Pura Pajita

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Lunes 08 de Septiembre de 2014
 |  17
TalCual


Aquí Opinan

Pura pajita



TULIO RAMÍREZ



No voy a discutir con nadie la tesis de que este gobierno es pura pajita. Si hacemos un recuento somero tenemos que, desde la original propuesta de los gallineros verticales y la moneda local, la promesa (¡por este puñado de cruces!) de construir al término de la distancia fábricas de helicópteros, satélites, tractores, pañales, bicicletas, trompos, yakis y automóviles, el anuncio de la construcción del segundo puente sobre el lago de Maracaibo, hasta la oferta de los modernos hospitales como parte de la saga del hoy esmirriado Barrio Adentro, no nos quedaría más que asegurar que este gobierno es puro gamelote. Si no se convence, hagamos un ejercicio con papel y lápiz. Escribamos en dos columnas, las promesas hechas y las obras concluidas, al final la asimetría va a ser tan grande que tendríamos que engrapar otra hoja para continuar enumerando los incumplimientos.

Pero, aunque usted no lo crea, hay algo en lo que han sido muy buenos: en cambiar los nombres de las cosas. Claro, al no poder transformar la realidad con hechos, porque esta se comporta como un cuero seco, se han dedicado a transformarla a nivel semántico que es menos difícil y amerita menos capacidades. Y no me refiero a las promesas incumplidas ya que, si bien estas son verbalizaciones que auguraron cambios a futuro que nunca se dieron, tal embarque obedeció más a razones de incapacidad e ineptitud y no a malabarismos lingüísticos para hacer creer que se crean nuevas realidades. Este último recurso si bien entra en la categoría de "Pajita", es de un tenor diferente al primero.

Desde sus comienzos la "Revolución Bonita" llevó adelante esa práctica. Lo primero fue pretender que el país iba a ser más bolivariano porque se le cambió el nombre, por supuesto esa fue la primera gran torta. Después echaron mano de la palabra "Dignificados" para referirse a los damnificados por la tragedia de Vargas, eso no solucionó nada, pero dio esperanzas que hoy todavía no se concretan. Luego vino la expresión "Escuálidos" para referirse a los opositores y lo peor es que este sector la aceptó como suya. Se usó "Niños de la Patria" para referirse a los chamos de la calle, lo que enterneció a más de un comeflor. A la injerencia militar en asuntos civiles y su partidización la llamaron "Unión Cívico-Militar", sin pensar que al final los términos se invertirían y hoy tenemos la verde consecuencia. Ni hablar del fulano "Diálogo de Saberes" para minimizar la autoridad de la ciencia y aupar la mediocridad. Al calco del régimen cubano lo llamaron "Socialismo del Siglo XXI" y todavía queda algún ingenuo por allí jurando que este proceso es inédito. Ahora llaman "Guerra Económica" a la incapacidad del gobierno en esta materia, y hay algunos caídos de la mata que creen que la están ganando. Por si fuera poco a los repugnantes sapos de siempre los bautizaron como "Patriotas Cooperantes", y no falta quien pregunte dónde se inscribe para contribuir con "el proceso". Pura pajita, es cierto, pero siempre habrá alguien que la coma.