lunes, 7 de agosto de 2017

Triste, pero orgulloso

Despedida

Los jóvenes no deberíamos sentir día a día como la muerte nos respira en la nuca. Bueno, de todas formas, esto ya no es vida, ya da igual morirse, aunque quisiera morirme después de que Venezuela mejore, quiero saber cómo es un país normal
Estoy consciente de que mi deber como escribidor de crónicas, es llevar a mis pocos, pero estimados lectores, una interpretación (confieso que muy sesgada), de los aconteceres de esta Venezuela marcada por la impronta del socialismo chavista del siglo XXI. Por ejemplo, hoy me tocaría hablar de los intestinos flojos en Miraflores y el CNE, por culpa de la declaración del director de Smartmatic. Otro buen tema es el de las sanciones sobre Maduro y casi todo el tren ejecutivo, y su reacción a lo Noriega, blandiendo, como machete liniero, la réplica de la espada de Bolívar. Dicen algunos jodedores que hicieron un pedido de 3000 réplicas de plástico a China, por si hay más sancionados. Pero hoy no escribiré sobre ninguna de estas suculentas bombitas que el gobierno revolucionario siempre me pone para hacerle swing. Hoy le cederé el espacio a mi hija Mariana. Me explico.

Mariana tiene 14 años y acaba de culminar el 2do. Año de bachillerato en el Colegio para los hijos de los profesores de la UCV. Desde hace un tiempo, cada vez que culmina un año escolar, Mariana asiste a las consabidas fiestas de fin de curso. Bueno, eso creía yo, pues resulta que la última, hace un par de días, no fue para celebrar haber pasado de curso, sino para despedir a uno de sus compañeros. Otro más que se iba a vivir al exterior. Ahora le tocó el turno a Sebastián, antes fue Débora, antes de Débora a Gloria, antes de Gloria a Luis y así sucesivamente. Como buen padre descuidado, pendiente solo en ubicar temas para los artículos quincenales que debo enviar a TalCual, no me había percatado del motivo de “las fiestas”.

Pues bien, ayer hurgando por las redes sociales me conseguí accidentalmente el escrito que hoy comparto con ustedes. Es una reflexión de Mariana que me conmovió mucho, ya que dibuja con precisión el sentir de muchos de los adolescentes que se quedan viviendo la terrible experiencia que representa esta revolución. Tal reflexión la escribió a unos amigos de Facebook que nacieron y viven en otros países. Ese es el milagro de las redes sociales. Mariana les comentaba sobre la tristeza que sentía ante tanta anormalidad en su entorno social. Sus interlocutores, todos adolescentes como ella, no tenían mucho conocimiento de nuestras vicisitudes como país y quizás no comprendían mucho las palabras de una jovencita que, en vez de exteriorizar alegría, reflejaba en sus palabras una profunda tristeza. Bien, como no es mi estilo esquilmar autorías ajenas, con la debida autorización de Mariana doy a conocer esta misiva y perdonen el atrevimiento. Tituló su escrito así: Aquí ya no hay juventud.

“Desde mis 2 años de edad he estudiado en el mismo colegio, lo que significa que llevo viendo a mis compañeros desde bebé. Son casi mis hermanos. Cuando era pequeña vivía muy cerca del colegio y cuando veíamos casas para mudarnos siempre preguntaba si quedaban lejos del colegio. El solo pensar alejarme de mis compañeros era lo peor que me pudiesen hacer. Ahora no es por la mudanza, yo no soy la que se va, ahora se van uno a uno mis compañeros a distintos países. Esto no es por capricho de los padres, esto es por culpa de la inmoralidad, de la crueldad, del gobierno, de la dictadura, de las necesidades básicas no satisfechas".

Mi sufrimiento no es por mí, por ahora vivo bien, tengo con que alimentarme gracias a mis padres que trabajan casi todos los días para mantenerme, es por mis amigos, no los que se van, ellos estarán mejor donde se vayan, cualquier parte es mejor, esto es por los que se quedan, siento su desesperación, algunos comen una sola vez al día y algunos pasan días sin bañarse porque no hay agua en sus casas. Siento su frustración. Somos muy jóvenes e incapaces de hacer algo para cambiarlo, ver como tus padres se sobre esfuerzan para cuidarte, para alimentarte, para que sobrevivas, y no poder ayudarlos es una tortura. Solo nos queda seguir estudiando para luego graduarnos de lo que sea e intentar encontrar trabajo para que te paguen lo mínimo. Las posibilidades de trabajo son casi inexistentes. Nacimos condenados a un pecado que no cometimos.

Aquí los jóvenes ya no estamos para la gracia. Aquí los adolescentes no pensamos como nuestros iguales en otros países: "no soy linda, no le gusto, no tengo maquillaje, no hay para beber, hace tiempo que no hay fiestas...". Aquí en Venezuela, nuestro pensamiento es: "¿mañana hay para comer?, todo está muy caro, tendré que dejar de estudiar para trabajar, ¿me podré bañar hoy?, ¿dónde se conseguirán las medicinas?, ¿a cuántos mataron hoy? ¿Hay tranca?, ¿hay protesta?, ¿queda alguna esperanza?, ¿mañana seguiré viva?. A veces me pregunto, ¿fui malvada en mí vida anterior?

Los jóvenes no deberíamos sentir día a día como la muerte nos respira en la nuca. Bueno, de todas formas, esto ya no es vida, ya da igual morirse, aunque quisiera morirme después de que Venezuela mejore, quiero saber cómo es un país normal. Qué lástima que mi juventud no durará hasta ese momento.

Mis amigos ya no tienen esperanza, ya están cansados, ya estamos cansados, aunque yo no he hecho nada... no tengo la posibilidad, mis padres no me dejan protestar por miedo a mi muerte, ¿ustedes saben cuántos muertos ya hay en protesta?, aproximadamente 100. ¿Saben cuántos días llevamos con las protestas?, aproximadamente 100. No quiero quedarme sola, ya se ha ido tanta gente. Una de mis hermanas se fue hace bastante del país.

Lista de gente que conozco que se ha ido del país o que se va pronto: 1 familiar; 16 compañeros y amigos del colegio, 1 vecina. Aún no me acostumbro a que se vayan, no me acostumbro a las lágrimas, no quiero acostumbrarme, pero ya me he acostumbrado a esa respiración en mi nuca. Recuerden amigos, aquí no se vive, aquí se sobrevive”. Mariana, 14 años.

¡Me siento triste, es cierto, pero también orgulloso! Les prometo que para la quincena que viene publicaré otro de mis malos artículos.