martes, 30 de mayo de 2017

Centauros alados

Centauros

Estoy seguro que cuando esta pesadilla termine, aquéllos que cayeron bajo las balas asesinas de Policías, Guardias Nacionales o Colectivos armados, estarán desde el cielo, cual centauros alados, con escudo y lanza en ristre, vigilantes para que en Venezuela nunca más se repita esta desgracia
Los he observado en las marchas opositoras. Andan en grupos de 6 a 8 jóvenes. Sus edades oscilan entre los 14 a 24 años aproximadamente. Se entremezclan muchachos y muchachas y es posible distinguirlos por la delicadeza con el cual las féminas lucen sus atuendos de guerreras espartanas. Definitivamente las venezolanas, hasta en los trances más enconados, no pierden la prestancia que da cuidar la armonía de sus encantos. Todos transmiten energía, entusiasmo, convicción de que están en el lado correcto de la historia y sobretodo la sensación de que este país es de ellos y que es su deber defenderlo.

Con un andar ligero atraviesan en fila india la multitud ante el aplauso y los vítores de los marchistas. ¡Valientes!, ¡valientes!, es lo que se escucha a su paso. La vestimenta los hace distinguir del resto. Desde lo lejos se ven llegar con el rostro cubierto con una pañoleta colorida o una franela hábilmente enrollada cual turbante de beduino del desierto. Llevan un casco de motorizado o de ciclista para amortiguar la lluvia de bombas lacrimógenas, y sobre el cuello, la máscara antigás para evitar la asfixia. Sobre este aditamento es curioso observar que usan de variados modelos, desde las más sofisticadas disponibles en el mercado, hasta las de factura artesanal hecha con botellas plásticas de refresco, con rellenos de algodón y tapas ahuecadas para poder respirar. Esto sin dejar de mencionar el aditamento más importante: el escudo.

El escudo se ha convertido en un símbolo de lucha y de creatividad artística. Los he visto de diferentes formas y materiales, los hay de madera gruesa, de cartón piedra y de metal. Los pintan con el tricolor nacional o con el emblema usado por los cruzados del siglo XI, a algunos les colocan mensajes políticos, a otros alguna figura escatológica y hasta se pueden divisar unos pocos con mensajes tiernos, como aquél que vi en uno con el que se cubría una jovencita en Altamira: “Amor es, no tener que pedir permiso para ser libre”. El uso de estos artefactos de defensa los ha llevado a las páginas de los diarios más famosos del mundo y a tener presencia permanente en las redes. Queda para la Historia la foto donde cual guerreros comandados por Leónidas en la guerra contra los persas de Jerjés en el paso de las Termópilas, se guarecen bajo sus escudos ante las bombas lacrimógenas lanzadas por la Guardia Nacional.

Los llaman Guerreros de Franela, no estoy seguro del origen de ese distintivo, quizás se halla escogido por ser este el atuendo preferido para taparse el rostro. Sin embargo, el gobierno los llama de otros modos. Los califican de “violentos”, “infiltrados”, “alzados en armas”, “vendepatria”, “conspiradores”, “vendidos al imperio”, “terroristas” o cualquier otro calificativo que los coloque en la esfera del delito para justificar el ensañamiento con el que han sido reprimidos. Igual los llamó Morales en la Batalla de La Victoria en 1814, igual los llamó Gómez en 1926, igual los llamó Pérez Jiménez en 1957. Al parecer el Presiente Maduro no aprende de la Historia. Valdría la pena recordarle una de las sentencias más famosas del Ilustre Americano Antonio Guzmán Blanco “el que se mete con muchachos está irremediablemente perdido”.

Hoy día en Venezuela decir que esos muchachos son el futuro del país está definitivamente fuera de contexto. La fuerza de las circunstancias los ha convertido en el mejor presente que tiene Venezuela. Sobre sus hombros ha descansado la resistencia en la calle contra el régimen bananero de Nicolás Maduro y la cúpula militar que lo sostiene. A su temprana edad han asumido la responsabilidad de liberar a su país a pesar de los sacrificios que tal tarea ha implicado. Muchos de estos valientes han sido sometidos a torturas, vejámenes, juicios ilegales y violaciones de sus derechos humanos. Otros han ofrendado sus vidas en la lucha por la libertad, es el precio más alto que han tenido que pagar. Pero cada vez que cae uno, salen cientos a ocupar su lugar. Venezuela puede sentirse orgullosa de estos guerreros. Su gesta quedará en la memoria de la nuestra y de las próximas generaciones. Estoy seguro que cuando esta pesadilla termine, aquéllos que cayeron bajo las balas asesinas de Policías, Guardias Nacionales o Colectivos armados, estarán desde el cielo, cual centauros alados, con escudo y lanza en ristre, vigilantes para que en Venezuela nunca más se repita esta desgracia.

lunes, 15 de mayo de 2017

Estatuas y Botas Militares

Estatua de Chávez quemada Pariaguán

Hablando de estatuas efímeras, en el caso venezolano tuvimos las estatuas de Antonio Guzmán Blanco y ahora las de Hugo Chávez
En el mundo hay estatuas emblemáticas, son aquéllas que han sobrevivido a los embates del tiempo y hasta a la indiferencia de algún sector de la humanidad. Son estatuas que aunque tienen cientos o miles de años, no dejan de seguir erguidas e imponentes ante la admiración de todos. Cuántas generaciones se han quedado boquiabiertas ante la Gran Esfinge de Giza o la estatua de Ramsés II en El Cairo. Son miles de años resistiendo a las inclemencias del tiempo y de los depredadores. Ni hablar del David de Miguel Ángel, una mezcla de belleza y ternura varonil o la Estatua de la Libertad, esa dama que desde el siglo XIX ha recibido a los inmigrantes que construyeron a los Estados Unidos a fuerza de trabajo y disciplina.
Hay estatuas que por sí solas compensan la costosa inversión de un viaje. Son famosas las peregrinaciones para observar al Cristo Redentor en Sao Paolo, Brasil, o al Señor Shiva de el Har-ki-Paur en la India, ambos monumentos, expresiones de culturas diferenciadas, han convocado a millones de turistas de todas partes del mundo. No importa la religión que se profese, son obras que invitan a reflexionar sobre la humanidad y su historia. También están aquellas que evocan las hazañas de quienes representan, como la de Pedro El Grande en Moscú, la de Gengis Khan, la estatua ecuestre más grande del mundo (40mts) situada en la orilla del río Tuul en Tsonjin Boldog, a 54 km al este de la capital de Mongolia, o la de Abraham Lincoln en Washington. Todas ellas evocan personajes que trascienden las posiciones morales, políticas o religiosas que podamos tener sobre su actuación en este mundo. Finalmente son maravillas que se han convertido en reliquias y testimonio incólume de lo que es capaz de hacer el hombre. La mano del artista le hace ocupar un lugar en la Historia a través de la piedra, el mármol o el bronce.
Estas obras contrastan con las efímeras estatuas mandadas a erigir en vida por los mismos representados. Es el caso de los monumentos en honor a Antonio Guzmán Blanco en Venezuela, Saddam Husseim en Irak, Hitler en Alemania, Gadafi en Libia o Trujillo en República Dominicana. Algún lector avispado me corregiría en este momento. Seguramente me increparía que esos mismos caprichos de transcendencia lo tuvieron los emperadores romanos o los faraones egipcios y perviven en el tiempo. Es cierto, fueron monumentos levantados en vida por los primeros narcisos de la Historia, la diferencia es que no fueron derrumbadas a su muerte porque de alguna manera hubo un reconocimiento de sus aportes en la construcción de la civilización respectiva. En el caso del lejano oriente hay que destacar que de esa civilización gobernada por faraones crueles y endiosados se irradió al resto del mundo la escritura, la matemática, el riego, la alquimia, la ingeniería, el vidrio, entre otras invenciones. Los romanos por su parte legaron al mundo el Derecho, el concepto de República, la arquitectura, el calendario juliano, la política, el arte militar, la escultura, la pintura, además de un arte culinario todavía apreciado.
Hablando de estatuas efímeras, en el caso venezolano tuvimos las estatuas de Antonio Guzmán Blanco y ahora las de Hugo Chávez. Al momento de escribir este artículo tengo conocimiento de que gente del pueblo han derribado por lo menos dos, en realidad una estatua y un busto. Hay una tercera en la isla de Margarita que no ha sido derribada, quizás porque está en custodia día y noche por efectivos de la Guardia Nacional. ¿El mérito de este personaje para merecer tal reconocimiento?, haber convertido a Venezuela en un país cuyos habitantes comen de la basura, no gozan del derecho a elegir sus gobernantes y caen asesinados en las calles en manos del hampa, o de los aparatos represivos y colectivos armados progobierno. Ese ha sido el legado de Chávez, morir de hambre o en manos de la violencia. Por cierto, revisando las fotos de la estatua de Chávez derribada por los habitantes de la Villa del Rosario en el Zulia, me percato que lo único que quedó en el pedestal fueron las botas militares. Claro símbolo de lo que azota hoy a Venezuela

lunes, 1 de mayo de 2017

Refrito oportuno

Mamá de las  Marcha

Son tantos los temas que la mente se satura y cuesta decidir. Estaba en esas cuando recordé un artículo que había escrito a propósito de la marcha organizada con motivo del primero de mayo del año 2009, reprimida ferozmente por el gobierno de Hugo Chávez
No acostumbro cumplir mi compromiso con el periódico escribiendo refritos publicados en ediciones anteriores. Cuando he tenido ausencia de musa, recurro a mi fuente inagotable de temas: la calle. Con sólo caminar unos pasos y sumergirme en “las catacumbas del pueblo” (Chávez’s Song, dixit), se prenden los bombillos de la creatividad; y las neuronas, en una incontrolable sinapsis, comienzan a disparar ideas como para ponerse a escribir horas sobre este desafortunado experimento social llamado Socialismo del Siglo XXI. 

En esta oportunidad no iba a ser diferente. Desde el 19 de abril hasta hoy, periodistas, opinadores, analistas, sociólogos, habladores de pistoladas, psicólogos, politólogos, columnistas, predicadores, constitucionalistas y adivinos, han compartido sus puntos de vista acerca de la terrible situación nacional a través de cualquier medio de comunicación disponible. El ciberespacio, por ejemplo, se ha visto atiborrado de estos sesudos análisis. El patrón de recurrencia que hemos encontrado se resume en dos tipos de intervenciones; la primera explicando lo que pasará en las próximas horas; y la segunda, explicando porque no ocurrió la predicción que con tanta seguridad habían anunciado en la primera. 

Pero voy a serles sincero, el ambiente que se respira en el país no es como para escribir crónicas guasonsitas como las que acostumbro a enviar al diario. En el país hay mucha tristeza, luto, indignación, horror, impotencia, rabia y sentimiento generalizado de rechazo a un gobierno que reprime de manera brutal las ansias de libertad de su pueblo. Un gobierno que se ha quedado solo y que se sostiene sobre los siniestros hombros de una cúpula militar corrupta y represiva, y sobre los de una fuerza paramilitar conformada por malandrines con cerebro reptil enceguecidos por el resentimiento, la ignorancia y el poder ilusorio que da el usar un arma contra gente indefensa, ante la vista complaciente de los cuerpos policiales. 

Pero no debía dejar esta columna vacía. El deber llama. Debía decidir sobre qué escribir. Son tantos los temas que la mente se satura y cuesta decidir. Estaba en esas cuando recordé un artículo que había escrito a propósito de la marcha organizada con motivo del primero de mayo del año 2009, reprimida ferozmente por el gobierno de Hugo Chávez. Y fíjense para el momento en que se publicará este artículo será uno de mayo, que coincidencia. Este año, al igual que en el 2009, la oposición democrática organiza una marcha para decirle al mundo que nos estamos muriendo por la falta de comida y elecciones. Es esperable que, cómo en aquel año, se reprima esta manifestación popular y pacífica. Cualquier parecido con los sucesos de hoy no es mera coincidencia, es una política del gobierno. El artículo trata sobre una carta que un GNB envía al Presidente de la República, veamos.

“Mi querido y amado líder, le escribo este parte de guerra para dar cuenta del éxito de la Operación Gas del Bueno, desplegada el 1º de Mayo, fecha que usted decretó desde sus días de bisoño visionario allá en Sabaneta, como día del trabajador socialista, en respuesta preclara al día del trabajador oligarca, cuya fecha no quiero ni acordarme por respeto a usted y a los becarios de las misiones. Como jefe de las fuerzas a su servicio es mi deber mantenerlo informado de los resultados de nuestra gesta contra los antipatriotas que quieren verlo entregar la presidencia derrotado por los votos. ¡No votarán! Voy de informe.

Eran las 11:00 am cuando los 600 valientes efectivos ya estaban apostados en la avenida Universidad esperando a los conspiradores. Muchos de ellos estaban de lo más alegres luciendo sus novísimas armas antimotines que usted generosamente compró para la tranquilidad del gobierno nacional, de jorgito y de la nueva jefa cuyo nombre me lo dijeron esta mañana pero con tanto agite ya se me olvidó. Nota aparte los uniformes modelo robocop, le aseguro que los muchachos durmieron con ellos puestos, se veían tan guapos y varoniles, que qué le cuento. A las 12:00 del mediodía comenzaron a llegar los traidores pitiyanquis. Nos pusimos alerta. Avanzaban en cantidad importante, la cual no específico para no molestarle. 

Mientras se acercaban advertimos, gracias a nuestro comando de inteligencia graduado en la Misión Robinson II, que esta vez sí venían con todo para tumbarlo. Al frente divisamos más de cien personas mayores de 70 años. Por supuesto, hubo nerviosismo y nos pusimos en posición de combate. Usted sabe que estas viejitas y viejitos son los más peligrosos pues esa experiencia no se compara con la de nuestros inexpertos funcionarios. 

Por fortuna contábamos con bombas mostaza (gracias, de nuevo), rolos, escopetas de perdigones, el apoyo de la Guardia Nacional y de los muchachos del partido. Sin este pertrecho hubiésemos sucumbido indefensos ante tanto grito y miradas de rabia, sin contar las peligrosísimas banderas que portaban.

Dimos muestras, mi querido y amado líder, de patriotismo y valentía. Lástima que no pudo ver con sus propios ojos a estas viejitas y viejitos morder el polvo ante la actuación temeraria de los muchachos. Estos se acercaron peligrosamente, arriesgando su vida, logrando rociar el gas verdoso (hoy lo estrenamos, de nuevo gracias) a menos de un metro de esos ancianos facinerosos.
Al final, luego de una cruenta y desigual batalla, logramos despejar la zona. La revolución se salvó una vez más. Sin embargo es mi deber incorporar en este informe un mensaje que le envía con mucho respeto el sargento López: si le puede activar el seguro médico porque su mamá está hospitalizada: ¡fue una de las viejitas que marcharon hoy!”.

Como pudieron ver, se trata de un refrito oportuno.