Refrito oportuno
Son tantos los temas que la mente se satura y
cuesta decidir. Estaba en esas cuando recordé un artículo que había
escrito a propósito de la marcha organizada con motivo del primero de
mayo del año 2009, reprimida ferozmente por el gobierno de Hugo Chávez
No acostumbro
cumplir mi compromiso con el periódico escribiendo refritos publicados
en ediciones anteriores. Cuando he tenido ausencia de musa, recurro a mi
fuente inagotable de temas: la calle. Con sólo caminar unos pasos y
sumergirme en “las catacumbas del pueblo” (Chávez’s Song, dixit), se
prenden los bombillos de la creatividad; y las neuronas, en una
incontrolable sinapsis, comienzan a disparar ideas como para ponerse a
escribir horas sobre este desafortunado experimento social llamado
Socialismo del Siglo XXI.
En esta oportunidad no iba a ser
diferente. Desde el 19 de abril hasta hoy, periodistas, opinadores,
analistas, sociólogos, habladores de pistoladas, psicólogos,
politólogos, columnistas, predicadores, constitucionalistas y adivinos,
han compartido sus puntos de vista acerca de la terrible situación
nacional a través de cualquier medio de comunicación disponible. El
ciberespacio, por ejemplo, se ha visto atiborrado de estos sesudos
análisis. El patrón de recurrencia que hemos encontrado se resume en dos
tipos de intervenciones; la primera explicando lo que pasará en las
próximas horas; y la segunda, explicando porque no ocurrió la predicción
que con tanta seguridad habían anunciado en la primera.
Pero voy a serles sincero, el ambiente
que se respira en el país no es como para escribir crónicas guasonsitas
como las que acostumbro a enviar al diario. En el país hay mucha
tristeza, luto, indignación, horror, impotencia, rabia y sentimiento
generalizado de rechazo a un gobierno que reprime de manera brutal las
ansias de libertad de su pueblo. Un gobierno que se ha quedado solo y
que se sostiene sobre los siniestros hombros de una cúpula militar
corrupta y represiva, y sobre los de una fuerza paramilitar conformada
por malandrines con cerebro reptil enceguecidos por el resentimiento, la
ignorancia y el poder ilusorio que da el usar un arma contra gente
indefensa, ante la vista complaciente de los cuerpos policiales.
Pero no debía dejar esta columna vacía.
El deber llama. Debía decidir sobre qué escribir. Son tantos los temas
que la mente se satura y cuesta decidir. Estaba en esas cuando recordé
un artículo que había escrito a propósito de la marcha organizada con
motivo del primero de mayo del año 2009, reprimida ferozmente por el
gobierno de Hugo Chávez. Y fíjense para el momento en que se publicará
este artículo será uno de mayo, que coincidencia. Este año, al igual que
en el 2009, la oposición democrática organiza una marcha para decirle
al mundo que nos estamos muriendo por la falta de comida y elecciones.
Es esperable que, cómo en aquel año, se reprima esta manifestación
popular y pacífica. Cualquier parecido con los sucesos de hoy no es mera
coincidencia, es una política del gobierno. El artículo trata sobre una
carta que un GNB envía al Presidente de la República, veamos.
“Mi querido y amado líder, le escribo
este parte de guerra para dar cuenta del éxito de la Operación Gas del
Bueno, desplegada el 1º de Mayo, fecha que usted decretó desde sus días
de bisoño visionario allá en Sabaneta, como día del trabajador
socialista, en respuesta preclara al día del trabajador oligarca, cuya
fecha no quiero ni acordarme por respeto a usted y a los becarios de las
misiones. Como jefe de las fuerzas a su servicio es mi deber mantenerlo
informado de los resultados de nuestra gesta contra los antipatriotas
que quieren verlo entregar la presidencia derrotado por los votos. ¡No
votarán! Voy de informe.
Eran las 11:00 am cuando los 600
valientes efectivos ya estaban apostados en la avenida Universidad
esperando a los conspiradores. Muchos de ellos estaban de lo más alegres
luciendo sus novísimas armas antimotines que usted generosamente compró
para la tranquilidad del gobierno nacional, de jorgito y de la nueva
jefa cuyo nombre me lo dijeron esta mañana pero con tanto agite ya se me
olvidó. Nota aparte los uniformes modelo robocop, le aseguro que los
muchachos durmieron con ellos puestos, se veían tan guapos y varoniles,
que qué le cuento. A las 12:00 del mediodía comenzaron a llegar los
traidores pitiyanquis. Nos pusimos alerta. Avanzaban en cantidad
importante, la cual no específico para no molestarle.
Mientras se acercaban advertimos,
gracias a nuestro comando de inteligencia graduado en la Misión Robinson
II, que esta vez sí venían con todo para tumbarlo. Al frente divisamos
más de cien personas mayores de 70 años. Por supuesto, hubo nerviosismo y
nos pusimos en posición de combate. Usted sabe que estas viejitas y
viejitos son los más peligrosos pues esa experiencia no se compara con
la de nuestros inexpertos funcionarios.
Por fortuna contábamos con bombas
mostaza (gracias, de nuevo), rolos, escopetas de perdigones, el apoyo de
la Guardia Nacional y de los muchachos del partido. Sin este pertrecho
hubiésemos sucumbido indefensos ante tanto grito y miradas de rabia, sin
contar las peligrosísimas banderas que portaban.
Dimos muestras, mi querido y amado
líder, de patriotismo y valentía. Lástima que no pudo ver con sus
propios ojos a estas viejitas y viejitos morder el polvo ante la
actuación temeraria de los muchachos. Estos se acercaron peligrosamente,
arriesgando su vida, logrando rociar el gas verdoso (hoy lo estrenamos,
de nuevo gracias) a menos de un metro de esos ancianos facinerosos.
Al final, luego de una cruenta y
desigual batalla, logramos despejar la zona. La revolución se salvó una
vez más. Sin embargo es mi deber incorporar en este informe un mensaje
que le envía con mucho respeto el sargento López: si le puede activar el
seguro médico porque su mamá está hospitalizada: ¡fue una de las
viejitas que marcharon hoy!”.
Como pudieron ver, se trata de un refrito oportuno.
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