lunes, 30 de octubre de 2017

Y si nos va bien, pues, nos dividimos

MUD fracturada

Ahora bien, bastó que se diera ese triunfo para que la, hasta ese momento, alianza triunfadora comenzara a desvariar sobre las fórmulas para desalojar del poder a Maduro junto a su combo de sancionados
Cuentan los analistas de cafetín que cuando se implantó la política de pacificación por parte del presidente Caldera en su primer gobierno, se generó una diatriba en los mandos guerrilleros sobre la conveniencia o no de dejar la montaña e incorporarse a la lucha política abierta. Esta discusión trajo como consecuencia que se crearan facciones que asumían que acogerse a la pacificación era traicionar los ideales revolucionarios, mientras que otros sectores prefirieron incorporarse a la legalidad como una opción real de poder.

Al final del día un archipiélago de grupos y grupitos alzados en armas se quedaron en la lucha clandestina, mientras que otro grupo de partidos y partiditos de inspiración marxista, escogieron la vía democrática para vender la idea de construir una sociedad sin clases sin recurrir al exterminio del que piensa distinto. Esta es quizás la primera experiencia de fraccionamiento, división y trompadas ideológicas que conoció nuestro acontecer político vernáculo en la era moderna. Luego vendría la división del AD que dio nacimiento al MEP, aunque no por razones ideológicas sino por la lucha entre grupos internos por el dominio del poder partidista.

No hay que ser un sabiondo de la política para entender que el Big Bang de la izquierda venezolana fue producto de la derrota de la lucha armada. De fraternos camaradas pasaron a acusarse de renegados, dogmáticos, stalinistas, pequeños burgueses, revisionistas, anárquicos, ultraizquierdistas y reformistas. No hubo epíteto que no se utilizara para enjuiciar al otro. Hoy en día estamos observando la misma situación entre los llamados factores o partidos de oposición al gobierno impresentable de Nicolás Maduro. La derrota en unas elecciones regionales de dudosa transparencia, ha destapado los demonios en ese sector de la política venezolana.

A diferencia de los soñadores de izquierda de los 60, cuya derrota siempre estuvo cantada por nunca haber tenido el apoyo del pueblo, la oposición agrupada en la MUD logró, por lo menos desde 2013 al 2015, conectar con el deseo general de cambio que transpiraba la mayoría de los venezolanos. El resultado de esa conexión fue la paliza propinada al régimen chavista en las elecciones parlamentarias. Ahora bien, bastó que se diera ese triunfo para que la, hasta ese momento, alianza triunfadora comenzara a desvariar sobre las fórmulas para desalojar del poder a Maduro junto a su combo de sancionados.

Qué en 6 meses el mandado está hecho, dijo Ramos Allup, sin especificar cómo se comía eso; que, si mejor y más rápido es con una constituyente, dijeron algunos juristas; que no, que el cobre se bate en la calle, dijeron Leopoldo y María Corina; que no vale, que el revocatorio es lo más expedito, dijeron los justicieros. En eso se nos fueron los primeros meses del 2016 y las doñas del CNE aprovecharon esa indecisión para alargar la convocatoria, colocar todas las trabas y hacer ilusorio ese derecho establecido en la constitución. Al final no se logró, y quedo la facturita pendiente. Ramón Guillermo Aveledo fue el chivo expiatorio y pagó los platos rotos. Nombraron a Chuo Torrealba, quien con mucho decoro asumió la responsabilidad de tratar de dominar las pasiones de todos los sectores y ser el vocero de la MUD.

En 2017 Maduro nos madruga con una convocatoria inconstitucional a una Asamblea Constituyente y no faltó quien dijera que se debía participar en esas elecciones. Finalmente se impuso la postura de no hacerlo, pero quedaron algunos resentimientos. La guinda de la torta fueron las elecciones regionales. Fue imposible una sola estrategia para afrontar con la misma fuerza de las parlamentarias, a esta nueva contienda electoral. Hubo un sector que entendió que con la abstención se ganaba más que participando. Otro sector entendió que si no participaba se perdía más de lo que se ganaba. La guerra de posiciones fue feroz. Por otra parte, costó un mundo llegar a acuerdos sobre los candidatos, hubo que ir a primarias en la mayoría de los estados, y en la campaña electoral se dijeron de todo. Otra facturita pendiente.  Ahora, después de ganar 5 gobernaciones (una sexta, pendiente), tampoco hay acuerdo sobre presentarse o no ante la ANC para poder ejercer el cargo de gobernador. Unos dicen que lo hacen por solicitud del pueblo y el otro dice que no lo hace por solicitud del pueblo. Y sobre el megafraude, unos dicen que no hubo y otros que sí. Vaya usted a saber.

Total, que más allá de las consideraciones sobre quien o quienes tuvieron la razón, podría aplicarse aquella frase que la leyenda urbana de la política venezolana atribuye a un connotado líder de la izquierda decimonónica de los años 60. Este legendario comandante, después de logrado el acuerdo de unión entre varios partidos de izquierda para ir en comandita a una campaña electoral por la presidencia de la República, dijo: “y si nos va bien, pues, nos dividimos”.

lunes, 16 de octubre de 2017




Trauma post electoral






Así mis estimados lectores cada quien vivirá de manera diferente su trauma postelectoral

Estoy escribiendo este artículo el jueves 12 de octubre y saldrá publicado el lunes 16, es decir, lo escribo antes de las elecciones regionales y lo leerán mis valientes y desocupados seguidores, después de conocidos los resultados (bueno, esto último nadie en este país lo puede garantizar). El asunto es que en esas condiciones escribir un artículo llamando a votar sería extemporáneo y celebrar por adelantado sería muy riesgoso. ¿Sobre qué escribo entonces?. Si toco un tema no electoral, corro el riesgo de que nadie lo leerá por descontextualizado. ¿Qué pasará si no envío mi contribución al periódico?. Lo más seguro es que, después de 7 años ininterrumpidos publicando los lunes cada quince días en TalCual, nadie extrañará mi artículo. Esa es la buena o mala suerte de los articulistas desconocidos.

Pero cómo dice Chuito Marcano, el mascalacachimba de Marigüitar, ¿quién dijo miedo?. Dedicaré estas líneas a hacer un ejercicio de caracterización de las conductas postelectorales de ambos bandos después de conocidos los resultados. Pero no escribiré de euforias, sino de traumas producidos por un resultado adverso. Aclaro desde ya, que no lo haré sobre los abstencionistas “opositores”, ya que la verdad no sabría cuál es el resultado que los deprimiría. Para estos amigos la mayor alegría sería ver a la MUD derrotada, pero si contra sus apuestas la oposición gana las elecciones, se alegrarían si el gobierno destituye a los gobernadores opositores electos por no reconocer a la ANC. Pero vayamos a lo que vinimos.

Si el PSUV, contra todos los pronósticos y el sentido común, obtiene una victoria, esta sería la conducta de los opositores alineados a la MUD. Primera reacción: desconcierto, sorpresa, tristeza y arrechera. Segunda reacción: culpar al CNE por haber impedido las sustituciones, haber trasladado los centros electorales a horas del evento electoral, y por supuesto culpar a los abstencionistas por su ceguera política. Tercera reacción: culpar a Ramos Allup, Borges y hasta a Leopoldo López por su ingenuidad al ir a unas elecciones amañadas y trampeadas. Cuarta reacción: meterse en las páginas de las empresas de viaje a ver dónde carajos irse, ponerle precio a la casa, llamar a ver quién quiere quedarse con el perro y comenzar a publicar en Facebook saludos a los amigos en el exterior con el fin de restablecer contactos. Si hay suerte alguien echará una mano para ayudarlos a salir. Quinta reacción: Darse cuenta que la pelea es peleando, sacudirse la depresión y echarle bolas para lo que viene, no sin dejar de caerle encima y verle el hueso blanco a los líderes de oposición (esto último sería opcional).

Si es la MUD la que gana la mayoría de las gobernaciones, la reacción de los camaradas variará según su nivel de enchufamiento al poder. Los socialistas millonarios a costa del erario público son los que sufrirán el trauma más severo. Estar en las listas de sancionados y el peligro de perder la teta principal, seria agobiante para un ser humano que el único riesgo que ha asumido en la vida es no lavarse las manos después de contar como propio, el dinero ajeno. El solo pensar que tendrán que huir a Irán Cuba o Corea del Norte, los descompone. Luego están los funcionarios medios de las gobernaciones rojitas, que no han robado, sino que viven del sueldo y de las Bolsas CLAPS. Tendrán una depre distinta a los primeros. Ver derrumbarse un proyecto político que inexplicablemente apoyan de corazón, supondrá un duelo muy doloroso. Por último, están los líderes partidistas de esa tolda quienes tienen real y poder. Veamos sus posibles reacciones.

Primera reacción: La calentera con Tibisay porque las trampas y marramucias no funcionaron. Segunda reacción: La calentera con los dedocrátas del partido porque los lanzaron como candidatos a una derrota anunciada. Tercera reacción: meterse en las páginas de las empresas de viaje a ver dónde carajos irse, ponerle precio a la casa, llamar a ver quién quiere quedarse con el perro y comenzar a publicar en Facebook saludos a los amigos en el exterior con el fin de restablecer contactos, si hay suerte alguien echará una mano para ayudarlos a salir. Cuarta reacción: Reclamar al gobierno un puesto “donde haiga”, como pago por el sacrificio. Quinta reacción: Comenzar a declarar en los medios públicos que se adhieren a las filas del “chavismo disidente”, como medida precautelativa ante la debacle de las presidenciales de 2018. Así mis estimados lectores cada quien vivirá de manera diferente su trauma postelectoral.

lunes, 2 de octubre de 2017

¡A mí no me jode quien quiere!

¡A votar!

Cuando Chuito se ve en un trance similar al que viven los demócratas venezolanos ante estas elecciones, acostumbra a sentenciar: “Salgo pa´lante porque a mí no me jode quien quiere, sino quien puede”. ¡Vamos a Votar y defendamos nuestro voto!
Este gobierno (por supuesto sumando el de Chávez), nos ha tenido acostumbrados a la trampita, la ventaja, el abuso de poder, la mentira, el engaño, la simulación y la emboscada. Recuerdo que, en unas elecciones estudiantiles en la UCV, mientras los estudiantes opositores, que contaban con la simpatía de la mayoría, lanzaban la campaña electoral bajo el lema “100% ucevista”, los estudiantes oficialistas organizaban su campaña con el lema “100%”, con la clara y aviesa intención de confundir a algún estudiante despalomado que terminara votando por ellos, creyendo que lo hacía por los opositores.

En unas elecciones, ya no recuerdo si parlamentarias o presidenciales, los rojos sacaron una tarjeta con las siglas MUD y la consabida manito. Aunque no tengo las evidencias empíricas, de seguro confundieron a más de un venezolano, que asistió a esos comicios con la intención de darle una boloña de votos a la oposición y terminó dándole su voto a un partidito chavista creado en un laboratorio bajo la asesoría de expertos cubanos en contrainteligencia.

Recuerdo también las elecciones parlamentarias del año 2010 cuando Herman Escarrá, lanzó su candidatura “opositora” al Parlamento Andino, corriendo en un carril diferente al de la coalición de partidos que conformaban la unidad opositora. En ese entonces, logró dispersar los votos evitando que llegara Delsa Solorzano a ese parlamento regional. Hoy, desde la distancia y por las maromas políticas dadas por el atlético jurista, todos estamos convencidos que se trató de un ardid basado en la simulación para confundir a los electores.

Para las venideras elecciones de gobernadores no podíamos esperar algo diferente. Obligados por la presión interna e internacional se han visto en la desagradable tarea de organizarlas, pero por supuesto, sin ninguna intención de hacerlas transparentes, mucho menos limpias. Han echado mano de todos los obstáculos inimaginables, desde las inhabilitaciones por quítame esta pajita, hasta ponerle los ganchos a alcaldes que eran potenciales candidatos a gobernadores o hacer que se fueran al exilio, bajo la amenaza de encarcelarlos por no hacer lo que le correspondía al gobierno durante los meses de las protestas callejeras.

Ahora el truquito viene por la vía de no abrir el lapso para la sustitución de candidatos a las elecciones de gobernadores. El lector se preguntará dónde está la trampa. Pues, venga y le explico. Si el CNE niega la posibilidad de que los candidatos que perdieron en las primarias sean sustituidos por el candidato que obtuvo la mayoría, aunque hayan renunciado a su candidatura ante el CNE, permanecerán en el tarjetón electoral sus tarjetas y quien vote por ellas no votará por el ganador de las primarias. ¿Qué cómo se come eso? Demos un ejemplo. Si usted es votante del Zulia y vota por la tarjeta de Un Nuevo Tiempo creyendo que su voto se le suma a Guanipa, pues se cae de un coco, porque su voto será nulo ya que estaría votando por Eveling Trejo de Rosales quien renunció a su candidatura. Si reclama, el CNE le dirá: “ella renuncio y su partido no sustituyó su candidatura por la de Guanipa, por lo tanto, usted votó por alguien que no está compitiendo”. Al final se aplica aquel aforismo romano que reza, Jodienda consumatum est, o lo que es lo mismo decir que la joda se ha consumado.

Esta pretensión de inducirnos al error al momento de votar, hará que tengan más argumentos para llamar a la abstención los que han señalado de manera insistente que caeremos como unos venaítos por la trampa montada por el CNE. Pueda que no les falte razón, pero me niego a que sea suficiente para salir corriendo y no votar alegando que no juegan limpio, porque nunca lo han hecho y sin embargo hemos ganado contiendas como las del referendo de 2007 y las parlamentarias de 2015. Si bien Sun Tzu en el Arte de la Guerra recomienda que hay que escoger las peleas cuando las condiciones son favorables, en esta oportunidad me guiare más bien por lo que dice Chuito Marcano, un pescador de Marigüitar, parrandero y jugador de truco. Cuando Chuito se ve en un trance similar al que viven los demócratas venezolanos ante estas elecciones, acostumbra a sentenciar: “Salgo pa´lante porque a mí no me jode quien quiere, sino quien puede”. ¡Vamos a Votar y defendamos nuestro voto!