lunes, 27 de mayo de 2019



Los nuevos oficios de la revolución, 

por Tulio Ramírez

Ese mal chiste llamado socialismo del siglo XXI ha hecho cuadritos la vida del venezolano. No solo lo convirtió en minimalista, pero no por tendencia artística, sino por conformarse con lo mínimo bajo el argumento del “eso es lo que hay”. Este sin sentido que llaman revolución bolivariana alteró, sin aviso y sin protesto, una forma de vida que nos definía como ciudadano venezolano.
“La pobreza obliga”, decía un amigo ingeniero que cuando le pregunté en que trabajaba, me indicó que estaba en el negocio de la energía. Cuando lo felicité y le pedí detalles, se sinceró y confesó que vendía bebidas energizantes en las marchas de la oposición. Como mi amigo, muchos se han ido adaptando a los nuevos escenarios y nos ha tocado reinventarnos para poder sobrevivir.
Los venezolanos se inventan una para poder rebuscarse los churupitos. Ya no es escandaloso ni causa sorpresa encontrar en casa de familia carteles con la leyenda “se redactan documentos legales, se cogen ruedos, se cuidan niños, se ponen inyecciones y se capan gatos”.
También hemos conocido de profesionales universitarios dedicados a ser “especialistas en organizar ventas de garajes”,
que se ofrecen a familias que se van del país para ayudarlos a recuperar algunos billeticos verdes con la venta de sus coroticos.
Otros oficios han surgido gracias a la creación de nuevos mercados. Las necesidades de la gente se han convertido en oportunidades para estos emprendedores. Es el caso del “Señor de la Apostilla”. El trámite para legalizar y apostillar documentos para irse con “alguito debajo el brazo que ayude a conseguir trabajo”, es tan engorroso e imposible de llevar a cabo, que ha multiplicado la demanda de estos gestores, especializados en ayudar a hacer realidad un sueño: el de huir a otro país.
Otro nuevo oficio es el “Bachaquero 2.0”. No debe confundirse con el “Bachaquero Analógico” que vende en la calle. El “2.0” es aquel que incursiona en los grupos de whatsap ofreciendo neveras, cocinas y aires acondicionados del Programa Mi Casa bien Equipada, aceite para carros, plantas eléctricas, combos de carne, paquetes de harina de maíz y estampitas con rezos para curar el mal de ojo.
Por supuesto, no podemos dejar por fuera al “Dalero”. Se trata de ese personaje con una gorrita de béisbol y chalequito con colores casi desaparecidos por el rigor del tiempo y el hollín, que se encarga de ayudar a estacionar a los particulares en las calles. El alto costo de los estacionamientos ayudó a crear este servicio. Es cada vez más frecuente escuchar el grito “dale, dale, dale” al ritmo de un antebrazo que se balancea para indicar al chofer las maniobras que debe hacer para estacionar de manera impecable su vehículo. Luego el “estamos pendientes y vaya con confianza”, supone un contrato de servicio verbal y sinalagmático que ha ayudado a alimentar a más de un joven de la calle.
Con estos oficios han surgido otros, “el marcador de la cola” (te aguanta el puesto), “el banquero” (alquila banquitos de plástico a los que hacen la cola), “el bolsero” (las vende porque ya no dan bolsas en el abasto), “el operador de puntos de venta”, “el mecánico a domicilio”, “el vendedor de boletos aéreos”, “el señor que hace viajes al aeropuerto”, y quizás el más curioso: “el ortodoncista de acera”, quien coloca brackets para acomodar la mordedura de niños y adultos, por precios módicos y al aire libre. Estos son los nuevos oficios de la revolución.

lunes, 13 de mayo de 2019

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Listo para el retiro, por Tulio Ramírez


No apreciado lector, no comentaré sobre una gloria del deporte que termina su carrera. Les pido que sigan la historia de lo aquí narrado para que tenga sentido. Lo primero es que estamos en el país de “lo más seguro es que quien sabe”. La falta de información “de lado y lado”, como gusta pontificar a los que pretenden pasar por el charco sin embarrarse los zapatos, ha incrementado los niveles de incertidumbre en una población que mayoritariamente está pidiendo que le dibujen el norte de las acciones que le piden realizar, bien sea para mantener a este impresentable régimen, o bien para salir de él.
Los días 30 de abril y 1 de mayo son ejemplo de ello. Después del entusiasmo inicial por el video que mostraba militares, a un Leopoldo libre y un Guaidó con una sonrisa pepsodent de seguridad absoluta de lo que se estaba haciendo, todavía hoy 13 de mayo nadie sabe a ciencia cierta qué fue lo que pasó realmente. La reacción de la gente que acudió al su llamado fue más o menos esta: “¿y para qué me convocaron a salir a la calle diciéndome que ahora si es de verdaíta, para luego volverme a casa como si nada hubiera pasado?”
Sobre lo sucedido ha habido muchas versiones. Unos explican que lo que pasó fue que a Guaidó lo iban a poner preso y por eso se lanzó para evitarlo. Esa explicación no convence a nadie, porque igual lo podían poner preso un día antes o uno después, y nada de eso ha ocurrido. Desde el exterior nos dicen que la cosa iba bien, pero los comprometidos se echaron para atrás a última hora.
Otros, “metidos en política”, dijeron que había un avión con los motores encendidos esperándolo para sacarlo del país, cosa que al final no se produjo porque el otro jefe del país lo impidió. ¡O nos salvamos los dos o nos jodemos los dos, tu a mí no me dejas en la estacada!, es la versión de los que cuando echan el cuento pareciera que estaban cargando la maleta de Nicolás, si no es así como se entiende haber escuchado con lujo de detalles tal conversación.
Hay una versión más a lo “James Bond”. El hombre iba a montarse en el fulano avión cuando los rusos llamaron a su celular y le dijeron “no te vistas que no vas”. No sabemos si se lo dijeron en ruso o a través de un traductor. Esa parte del cuento no está clara. El sector Avengers señaló que fue una valiente acción comando para liberar a Leopoldo. Total, hay versiones para todos los gustos, escoja alguna de ellas. Al final, después de tantas versiones, nadie entiende nada.
Del lado del régimen la cosa no es muy diferente. Los rojitos fueron a Miraflores un poco perdidos. Se preguntaban “¿a Miraflores a defender qué, si Maduro no despacha desde allí?”. Vieron a un Nicolás que no dio la cara sino como 8 horas después y con ojeras incluidas. Los menos hipnotizados, expresaron sus dudas sobre la fortaleza del gobierno ya que Guaidó anda libre, convocando a marchas cada vez que quiere y discurseando en contra del régimen. Para los admiradores de los colectivos, Maduro da señales de debilidad al encabezar marchitas en cuarteles y no en la calle, como debe ser.
El 30A y el 1M quedarán como fechas donde algo pudo haber sido y no fue. Se pudo haber dado fin a la pesadilla que representa el régimen de Maduro, o se pudo haber dado fin a la pesadilla que representa Guaidó para el gobierno de Maduro. Pero no, allí están los dos en sus trece. Después de los acontecimientos de esos días, lo que se respira en el ambiente es que hubo un empate técnico, que no hubo ni vencedores ni vencidos, que hubo tablas pues. Así que, amigo Diosdado, al parecer no solo la oposición fue inepta para lograr lo que se propuso, también la ineptitud del régimen se pierde de vista. Quedó como Rocky en la primera película, mallugado, débil, pero no victorioso. Listo para el retiro.
PD: Mención especial al profesor José María Cadenas, quien, si se retiró victorioso, pero involuntariamente, paz a sus restos.