lunes, 27 de noviembre de 2023

 

Entre motorizados te veas, por Tulio Ramírez

Frontera motorizados
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El primer vehículo motorizado sobre dos ruedas fue inventado por los franceses Pierre Michaux y Pierre Lallement en 1868. Estaba propulsado por un motor a vapor de un cilindro que accionaba la rueda delantera. Casi 20 años después se produjo la invención del motor de combustión interna, el cual fue diseñado por Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach en 1885. Este motor era de cuatro tiempos de un cilindro que accionaba la rueda trasera.

Luego de esos inicios, la primera motocicleta producida en serie fue la Hildebrand & Wolfmüller, fabricada en Alemania en 1894. Tenía un motor de dos cilindros de 2.500 cc que desarrollaba una velocidad máxima de 30 km/h. Los parroquianos la veían como una máquina infernal ya que espantaba a los caballos y salpicaba de barro a los transeúntes.

Posteriormente apareció la Harley-Davidson con su sonido particular y la Duccati con su estilizada línea. Más tarde, los asiáticos inundaron el mercado con motocicletas para todos los gustos y bolsillos. Marcas como Honda, Yamaha, Suzuki, Kawasaki se volvieron tan populares que se asimilaron a las diferentes lenguas del globo. ¿Quién no soñó tener una Vespa para ir a la universidad o una Triumph TR5 Trophy, para emular al James Dean de Rebelde sin Causa?. 

Con el tiempo, la moto se convirtió en un vehículo masivo. En algunas ciudades como Ho Chi Minh (Vietnam), el número de motos transitando es invasivo. Con sus 7 millones de habitantes, es la ciudad con más motos en el mundo. Hay cerca de 6 millones de motocicletas, lo que equivale a más de 800 por cada mil habitantes.

En Bangkok, con una población de más de 10 millones de habitantes, se estima que hay cerca de 4 millones de motos. En Delhi, se estiman 3 millones de motos, con una población de 30 millones de habitantes. 

En estas ciudades es icónica la escena de una maraña de motos circulando sin orden ni concierto en calles abarrotadas de vehículos de cuatro ruedas, gente caminando y hasta vehículos de tracción animal. Lo espectacular es que, a pesar del caos, el tráfico es fluido y sin contratiempos. Pareciera más bien una escena diseñada por una Inteligencia Artificial.

En nuestra capital no se conoce oficialmente cuantas motos circulan. Sin embargo, la nueva y revolucionaria métrica que se utiliza como unidad de medida, podría ayudarnos en el cálculo. Por ejemplo si la expresión “un gentío” alude a un enorme número de votantes de una elección, podríamos usar la expresión “un pocote” para referirnos al excesivo número de motos que circulan por nuestra ciudad capital. 

A diferencia de la maraña motorizada que observamos en las ciudades comentadas, en nuestra ciudad la presencia de motorizados, además de enorme, es anárquica y violenta. No son todos, pero muchos de ellos se han convertido en una suerte de jinetes del apocalipsis.

No solamente se adueñan de las aceras, sino que también circulan contra el flechado, se atraviesan debajo de los puentes de la autopista cada vez que llueve, paralizando el tránsito a placer y estacionan donde les venga en gana. No pitan la corneta sino que dan un “cascazo” al capó del carro que los molesta y si no llevan casco le dan una patada a la puerta del vehículo del sorprendido conductor. Y no se le ocurra increparlos, mucho menos tocarlos, sería un acto suicida. 

Sin tantos que cambiar de canal resulta imposible. Por más que pongas la luz de cruce para advertir el cambio de vía, no lo vas a lograr. Los amigos motorizados pasan sin detenerse aunque la luz de cruce la hayamos puesto con suficiente anticipación. 

En una oportunidad, transitando por la autopista del Este sentido Oeste-Este, mi vecina quiso salir a la altura de Bello Monte y nunca pudo por más que lo intentó. Solo cuando cesó la enorme hilera de motorizados pudo salir de la autopista pero a la altura de la California. Igual le pasó de retorno, no pudo salir por Chacaíto sino a duras penas, por Parque Central.

Por otra parte, si usted está conduciendo y atiende una llamada solo para decir que no puede hablar, tenga por seguro que a su derecha estará un motorizado de la policía indicándole que se orille. Sea previsivo y tenga siempre a la mano 20 dólares. Ya usted se enterará para qué.

Mientras transcurre el ritual de la negociación, pasarán cientos de motorizados conversando por celular, chateando por WhatsApp o mirando el Google Maps para precisar la dirección donde entregará la pizza o la cachapa con queso. Pero el policía solo se fijará en usted. Ellos son sagrados sagrados.

lunes, 13 de noviembre de 2023

 

La Inteligencia Artificial y las expresiones populares, por Tulio Ramírez

Inteligencia Artificial
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La palabra «raspao» tiene múltiples connotaciones en Venezuela. Se utiliza en la cotidianidad para aludir a situaciones diversas según el contexto en el que mencione. Pese a su uso reiterado, no ha sido objeto de chistes ni de geniales y creativas construcciones polisémicas como las que la inventiva popular ha generado sobre la maracuchisíma palabra “verga”.

«Raspao», es una expresión muy discreta y sin ansias de protagonismo o vedetismo. El venezolano la incorpora naturalmente a su lenguaje, sin piquetes ni travesuras lingüísticas. Es decir, al usarla no se acompaña con risitas irónicas, ni con el típico rictus facial que aparece cuando decimos de manera intencionada, una palabra con doble sentido. 

Wikipedia, el diccionario de los cibernautas, nos señala el significado convencional de esta palabra. Sin necesidad de buscar por la R, como otrora hacíamos con el Diccionario de la editorial Larousse, este sabelotodo tecnológico nos informa que raspao es «equivalente a granizado, el cual es un refresco o refrigerio compuesto de hielo troceado o rallado con sirope o jarabe de sabores variados (limón, fresa, café, etc.)».

Por cierto y hablando como los locos, el raspadero o persona que vende el raspao, es una especie en extinción. Es posible que, por la falta de agua para hacer el hielo, la inexistencia del efectivo, lo poco rentable que sería alquilar un punto, la imposibilidad del delivery, la matraca que merma las pocas ganancias, o todas las anteriores, hayan hecho desaparecer uno de los oficios más antiguos en Venezuela. Aunque, la verdad sea dicha, no es más antiguo que el otro, ustedes saben. 

Como no soy menos que mis alumnos, decidí apelar a la Inteligencia Artificial. Una de las aplicaciones más utilizadas por los muchachos da este significado: «En Venezuela, «raspao» se refiere a una bebida alcohólica (¿¿??), que se sirve en un vaso pequeño con aproximadamente la mitad de capacidad que un vaso normal. Es una bebida compuesta por alcohol y soda (¿¿??). Los raspaos más populares son el raspao de ron con Coca-Cola, el raspao de whisky con Sprite y el raspao de ginebra con jugo de naranja” (¿¿¿???)

Que me perdonen mis panas conocedores del mundo de la Guerra de las Galaxias (se me cayó la cédula), pero esta IA está más pelada que rodilla de chivo paralítico. Sin embargo, no gastaré el poco espacio que me queda para hablar de lo bruta que puede ser la IA. Más bien vamos a ver algunos significados que el habla popular le atribuye a esta palabra.

En el ambiente estudiantil estar raspao supone haber sido reprobado en un examen o en una asignatura. Es sinónimo de «coleteado» y «revolcado». Levante la mano algún lector que no haya usado esta palabra para definir su maltrecha situación cuando cursaba Química, Física y Matemática de tercer año de bachillerato, o Bioquímica si estudió Medicina. 

Desde el punto de vista laboral la situación de «raspao» hace referencia a haber sido despedido abruptamente del trabajo. Es de similar significado a la expresión «botao», «desenchufao», «cesanteao» o «maleteao», aunque en este último caso se usa cuando el despido no es del trabajo sino de la casa.

En el argot policial la expresión “Raspao” se utiliza cuando alguien es asesinado de manera violenta. Es común escuchar a los contertulios de esquina referirse a una situación trágica en los siguientes términos “ayer se enfrentaron la banda del Willy con la del Chupacabra, a Cabeza e´ Batea lo rasparon con más de 7 tiros sin orificio de salida”. 

En el mundo de la estética, el término se refiere a un tipo particular de corte de pelo. “El coco raspao” es lo que queda de pasar la cero. Se le conoce también como “corte de recluta”.

En la política venezolana se ha utilizado con un doble propósito. Por una parte ha servido para evaluar la gestión de altos funcionarios o del gobierno como un todo. Por otra parte, ha servido para aludir a la acción de apropiarse indebidamente de los dineros públicos. La muy criolla expresión “este gobierno está raspao porque raspó la olla y arruinó al país” es tan nuestra, que no habrá ninguna Inteligencia Artificial capaz de descifrarla, por más inteligente que sea.