lunes, 21 de diciembre de 2020

 


19 venezolanos que decidieron no esperar más, por Tulio Ramírez

19 venezolanos

Twitter: @tulioramirezc


Cada año por esta época suelo escribir mi sempiterna carta pidiendo lo mismo. Le he escrito cartas al Niño Jesús, a San Nicolás, a los Tres Reyes Magos, a la Virgen María. Ante la indiferencia de estos anteriores destinatarios, alguna vez me atreví a escribirle al buey. A la mula no le he escrito por razones obvias. El parecido es tan exacto que presiento que su respuesta a mi reiterada solicitud será de burla y baile, como suele hacerlo.

Este año no haré ninguna petición a las divinidades, me cansé. La carta como que se la enviaré a otros más terrenales, ya que por allá arriba como que no me paran bolas. Quizás siempre me equivoqué de destinatario. Ese milagrito tan esperado como que nos toca a nosotros hacerlo. No me había percatado de que en el silencio estaba la respuesta a mis peticiones.

Así que hoy mi carta es para los líderes que se han propuesto conducirnos a lograr lo que el 80% desea. Luego de redactarla la colocaré simbólicamente en el nacimiento. La versión virtual la enviare por correo electrónico el mismo 24 de diciembre. No quiero someterme desde ya a los “en qué mundo paralelo vives”, “otro caído de la mata”, “mira, viejo pa’ tonto” y otros mensajes que en tono regañón o de perdonavidas llenarán mi bandeja de entrada. Redacto.

“Estimados y queridos líderes de la oposición venezolana, espero que estas Navidades las disfruten al lado de los suyos con mucha felicidad y escasez, perdón, prosperidad. No se alarmen, sé que es la primera vez que les escribo, pero me he dado cuenta de que las peticiones de Navidad debo hacerlas a ustedes en vez de a los del siempre. Tarde me cayó la locha, lo confieso. Después de 20 años comprendí que siempre pelaba el arrime porque acercaba la bola al mingo equivocado.

Les comento que este año me porté muy bien, suscribí todos los comunicados contra el gobierno donde se nos convocaba a ser uno de “los abajo firmantes”, participé en todos los webinars, video conferencias, conversatorios y foros virtuales organizados por ustedes para analizar la situación del país; tuitié y retuitié hasta el cansancio todos los mensajes que fastidiaban al gobierno; firmé, voté y me abstuve, en fin, he hecho todo lo que me han pedido.

Ahora me toca pedir mi regalo de Navidad. No voy a particularizar porque estoy consciente de que uno solo no hará el milagro. El milagro lo haremos todos, pero ustedes tienen que bailar pegado porque si no es así, no se nos dará. Lo primero que les pido es que recuerden que, en Venezuela, al contrario de la canción del Gran Combo, sí hay cama para tanta gente. Todos cabemos, nadie sobra. 

Recuerden ustedes, no son candidatas a reinas de belleza, dejen de memorizar lo que la gente quiere escuchar, la cosa es seria. Tengan un poco de humildad y pónganse en los zapatos de los que a diario recibimos una dosis de la pela colectiva a la que estamos sometidos. Estamos hartos del quítate tú pa’ ponerme yo. Eso es lo que ha alargado la agonía. Hagan un esfuerzo por salir de la pecera. Eso es lo que les ha impedido ver que la gente ya no soporta más. Solo pido el milagro de la unidad para que se pueda dar el otro.

Cierro esta carta haciendo una breve reflexión. Mientras nos embarcábamos en una discusión desgastadora sobre votar y abstenerse, la cual nos alejó más de la meta que queremos alcanzar, 19 venezolanos decidieron no esperar más. Hoy, suelto una lágrima por ellos. Me despido no sin dejar constancia del aprecio que les tengo a todos, a pesar de todo. Feliz Navidad.

lunes, 7 de diciembre de 2020

 

“El problema de la inflación es que es muy alta”, por Tulio Ramírez

Twitter: @tulioramirezc


Ayer fueron las elecciones. Seguramente le extrañara, apreciado lector, que no comente los resultados, pero es que hoy cuando escribo el artículo es el día jueves 03 de diciembre, o sea antes de los comicios. Aunque al igual que toda Venezuela ya conozca los resultados, sería aventurado e irresponsable de mi parte hablar sobre los mismos sin mostrar los pelos del burro. Así que de eso no hablaré hoy. Más bien dedicaré la columna a describir un episodio del cual fui testigo presencial.

Resulta que el día miércoles 02 de diciembre estaba haciendo la consabida cola para abastecer a mi vehículo de gasolina. Todo transcurría normalmente, es decir, la espera iba por seis horas porque la gandola no había llegado. Como es usual en esos casos, se escuchaban los consabidos rumores. “La gandola no vendrá hoy”, “me dijo un pana que la gandola viene por Guarenas”, “hay gasolina pero es para las camionetas que trasladarán a la gente a votar”, “los colectivos dijeron que despacharán solo para 100 carros y a los demás les despacharán solo si pagan con dólares”, etc. etc. 

Así iba transcurriendo el día. Mientras esperaba terminé de leer una novela, llené los crucigramas que faltaban en la revista comprada “para las colas de la gasolina”, di mi clase semanal por WhatsApp, respondí correos hasta donde me dieron los datos, conversé sobre deportes y alto costo de la vida con los vecinos que ocupaban los diez carros traseros, analicé la situación venezolana y mundial con los intelectuales que conducían los diez carros delanteros y repasé las ideas que expondré en la webinar programado para el lunes próximo.

Eran las 4:00 de la tarde y se me habían agotado todas las posibilidades para quemar el tiempo de espera. Me di cuenta de que algo me faltaba por hacer. La radio estaba allí enfrente, esperando por mí. Aunque solo tengo registrada en su memoria dos o tres emisoras, me puse a hacer zapping por el dial. No soy de los que escuchan emisoras chavistas, lo confieso. Mi estómago no es tan fuerte.

Debo admitir algo. En verdad escucho solo una de las miles de emisoras del Gobierno. Pero no lo hago por sus fastidiosos y jalabolitosos mensajes de hurra al presidente y la revolución. La escucho por la salsa que ponen todo el día. Sería muy cómico que alguien me viera subiendo y bajando el volumen dependiendo si están transmitiendo una canción de Cheo Feliciano o reproduciendo un mensaje del heredero, anunciando el acostumbrado tikititaki “ahora sí seremos un país productivo, envidia para el resto del mundo”.

Como el ocio no trae nada bueno, me detuve por segundos en varias de esas emisoras rojitas. En una de ellas estaban haciendo una entrevista a uno de los candidatos del Gobierno para la Asamblea Nacional. La entrevistadora (camarada sin ninguna duda), preguntaba y se respondía. Parecía un interrogatorio de esos que hacen los abogados a los testigos en los tribunales. “Diga usted si es cierto que el bloqueo ha impedido que los venezolanos sean felices” o “diga usted si es cierto que por culpa de la oposición no hay curitas ni baños que sirvan en los hospitales”.

Cuando esta suerte de Barbara Walters bolivariana preguntó al candidato su opinión acerca de la inflación, el aspirante a parlamentario respondió esta perla. “El problema de la inflación es que es muy alta. Si no “juera” tan alta no habría problema. Ahora ¿por qué es tan alta?, pues por las sanciones y el bloqueo. Por una llamada de Trump, Guaidó y Duque los comerciantes suben los precios. 

Recuerda que los precios no se gobiernan solos, sino que obedecen al imperialismo yanqui, a Dólar Today y a la burguesía criolla y colombiana. ¿Por qué no subían cuando Chávez era presidente?, porque el comandante les hablaba duro y no se atrevían a subir, bla, bla, bla, bla”.

Me resulta difícil creer que existan compatriotas con un sistema inmunológico tan, pero tan fuerte, que se permitan escuchar esto sin enfermarse. Por mi parte seguiré enterándome de lo que hace y deja de hacer el Gobierno por vía de terceros. Lo más importante es conservar la salud mental. Ya tengo bastante con el deterioro de mi organismo por la falta de una alimentación adecuada. Es posible que ayer ese candidato haya obtenido una curul. Si es así, que Dios y toda su corte celestial nos proteja.