lunes, 29 de abril de 2024

 

La guayaqueta como estrategia política, por Tulio Ramírez

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X: @tulioramirezc

En el estado Sucre es muy popular la expresión «le jugaron la guayaqueta». Para los que no son de esa región oriental, jugar la guayaqueta hace referencia a la acción de eludir un problema o zafarse de una situación incómoda elaborando un distractor que permita salir incólume de la amenaza. En el futbol, sería como hacer una finta para sacarse de encima un oponente que viene con todo a quitarte la pelota. Con un movimiento ágil, es engañado y, mientras se queda viendo para San Fernando, se escurre el jugador para continuar el ataque.

En la Caracas de nuestra niñez se usaba una expresión equivalente. Las fintas para evadir a un perseguidor en el juego «la ere» o en el archiconocido «ladrón y policía», se le conocía como «sacar la chicha». En la vida cotidiana se utiliza otra expresión equivalente. »Echar tierrita en los ojos», se dice cuando usamos un distractor para desviar la atención y lograr el cometido propio.

De ser una expresión típica de nuestras tierras orientales, hoy día ha alcanzado dimensiones universales. Revisando la IA sin la expectativa de que hubiese un algoritmo que recogiese información sobre su significado, consigo con sorpresa lo siguiente: «The phrase «La Guayaqueta» is venezuelan. It’s a figurative expression that means avoid dealing with a serious situation», o lo que es lo mismo, significa «eludir una seria situación».

Qué se iba a imaginar mi compadre Güicho, que lo que tanto utilizaba, para describir cómo había salido bien librado de algún percance engañando al otro, iba a ser incorporada al diccionario de la Inteligencia Artificial para ser conocida en todos los confines de la tierra y por todas las culturas. 

Ahora, si bien es cierto que «jugar la guayaqueta» es una expresión más criolla que la empanada de cazón, también lo es que su significado alude a una acción que trasciende los confines de la historia. Por ejemplo, los cavernícolas utilizaron el entorno para distraer a los depredadores. Usaban como camuflaje elementos naturales como barro, hojas y pieles de animales para mezclarse con el medio ambiente y evitar ser el almuerzo de tigres colmillos de sable o procurarse el almuerzo cazando jabalíes en las llanuras del antiguo continente Pangea.

Más recientemente, Sun Tzu describía en el Arte de la Guerra como jugar la guayaqueta frente al enemigo. Por supuesto debe ser ininteligible esa expresión en el chino antiguo, por lo que dudo la haya usado literalmente. Este sabio guerrero recomendaba algunas argucias para engañar al adversario. Algunas de ellas, «aparentar inactividad cuando se está activo, y actividad cuando se está inactivo», «aparentar estar cerca cuando se está lejos y cuando se está cerca, aparentar estar lejos», «enfrentar al enemigo cuando esté desordenado».

Por su parte, Maquiavelo, experto en «jugar la guayaqueta», recomendaba que para mantenerse en el poder usar la desinformación y la propaganda para hacer «de las mentiras, verdades o de las verdades, mentiras», entre otras engañifas

Lo sucedido recientemente a propósito de la decisión de anunciar a Edmundo González Urrutia como candidato de la Plataforma Unitaria, podría indicarnos que el juego de la guayaqueta se ha incorporado como herramienta de la lucha en la política venezolana, por lo que debería ser incorporado al pensum de los estudios de politología de nuestras universidades. 

Primero indicaron que era un simple candidato «tapa» cuya misión era cuidar el puesto de la tarjeta de la MUD, luego dijeron que había jurado por este puñado de cruces que iba a renunciar, días después anunciaron que la carta de renuncia ya estaba escrita y que se estaba esperando que se secara la tinta para entregarla.

A todas estas, el gobierno se despreocupó del embajador González Urrutia para concentrar sus esfuerzos en evitar la inscripción de la profesora Corina Yoris, mientras María Corina insistía ante los medios que Yoris era la candidata y punto. Por otra parte, la profesora declaraba que era ella la sustituta y san se acabó. Ante tanta alharaca el gobierno cerraba filas contra Yoris impidiéndole su inscripción. Urrutia, hecho el tonto, no decía esta boca es mía.

Llegado el último día, el último minuto, faltando un out para terminar el juego, sorprenden al gobierno anunciando que González Urrutia había sido seleccionado como el candidato de la Plataforma Unitaria. El embajador ya estaba inscrito, no había sido impugnado por nadie y se habían culminado todos los lapsos para eliminar su candidatura. El gobierno quedó con los ojos claros y sin vista, y dejó que le cantaran ese strike que no logró ver por estar pendiente de los fuegos artificiales que la PU había lanzado para distraerlo. Definitivamente le jugaron la guayaqueta.


lunes, 15 de abril de 2024

 

El viejo truco de la proyección, por Tulio Ramírez

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X: @tulioramirezc

Por allá, por los años mil seiscientos (Joe Arroyo Dixit), cuando estudiaba 4to año de Humanidades en el recién creado Ciclo Diversificado Leonardo Infante, otrora Escuela Técnica Industrial de Campo Rico, además de tener el privilegio de ser uno de los tres varones de un curso de casi 45 estudiantes, me encontré con una asignatura cautivadora, no solo por su contenido sino también por su joven y bella profesora. La asignatura en cuestión era Psicología.

Confieso que siempre fui el primero en llegar a clases. Aunque esta materia se dictaba después del recreo largo, lo que imposibilitaba la puntualidad exigida por el timbre, me colocaba firme e incólume como un Guardia del Rey en el Palacio de Buckingham, a las 10 y 45 en punto en la entrada del salón. No podía perderme el espectáculo de la llegada de ese monumento de 90-60-90. Merecía redoble de tambores y ceremonia de cambio de Guardia, incluida. 

La profe llegaba con un fajo de libros agolpados en su brazo izquierdo y en la mano derecha, sostenía un “apuntador” que en realidad era la antena de un carro viejo. Entraba al salón de clases con el tongoneo de una Miss recién electa a punto de recibir la corona. Ya en clase, me hacía recordar a la secretaria del Doctor Canuto (Joselo), esa que arreglaba el cuadrito siguiendo estrictamente las instrucciones de su Jefe. Desde mi pupitre ordenaba en mi mente “ahora arriba”, “abajo”, “a la derecha”, “a la izquierda”. 

A qué viene este cuento. Los últimos acontecimientos políticos me han traído a la memoria una de las clases de la inolvidable profesora, el tema tratado era la proyección psicológica. Si bien han pasado muchas lunas, mi gusto por la profesora y la materia, hizo que estudiara con mucha dedicación e interés lo relativo a la proyección psicológica. Tenía que llamar su atención y una manera era siendo el mejor de su clase. 

Recuerdo con claridad el concepto de proyección. Nos decía la profesora “es un mecanismo de defensa del ego que se utiliza para protegernos de la ansiedad y el conflicto”. Continuaba “al proyectar nuestros propios pensamientos, sentimientos o deseos en otra persona, podemos evitar tener que enfrentarlos nosotros mismos”. Es cuando atribuimos de manera consciente o inconsciente a otra persona, características, pensamientos, sentimientos, prejuicios, antivalores o motivos que son propios y que consideramos inaceptables y hasta repudiables. 

A diferencia de la proyección individual, la mayoría de las veces inconsciente, en la política su uso suele hacerse de manera planificada y con intenciones perversas. Atribuir al oponente los mismos defectos con los que me atacan ha sido una práctica muy común. Distribuir equitativamente los descréditos y las descalificaciones para acortar o desaparecer los atributos que le dan ventaja al contrario es una estrategia que, desde los tiempos de Goebbels, ha sido usada como arma para el desprestigio que luego justifica las persecuciones. 

Es como cuando el cachicamo acusa al morrocoy de conchudo o el ladrón que comete una fechoría huye entre la muchedumbre gritando “el ladrón, el ladrón, allá va el ladrón”. Se trata de manipular la opinión pública para colocarlos en contra de los enemigos políticos. Se usa un lenguaje negativo, exagerando las amenazas que supuestamente representan para la sociedad con argumentos como “si ganan los apellidos perderás todo lo que has logrado gracias a la revolución”. Además, se recurre a la de deshumanización con etiquetas como “gusanos”, “cucarachas”, o a la minimización de su existencia con remoquetes como “escuálidos”, “la nada” o “polvo cósmico”.

Quién se podría imaginar que esas clases recibidas el siglo pasado, aderezadas con interés académico y amor platónico, iban a ser útiles hoy para entender parte de lo que está pasando en un país donde las proyecciones no solo se expresan en discursos sino también en leyes. 

Esta práctica es de muy vieja data. En la antigua Roma, cuando los emperadores eran acusados de corruptos por el Senado, trataban de sacar provecho enlodando al contrincante en su propio insulto. Respondían prendiendo el ventilador, “Fur sum, fures estis, magis fures estis quam me.” o lo que es lo mismo que decir, “Ladrón yo, ladrones ustedes, ladrones ustedes más que yo”. El viejo truco de la proyección.

lunes, 1 de abril de 2024

 

Cuando el abuso viene del poder, por Tulio Ramírez

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No soy un católico practicante, Dios lo sabe. No voy a misa los domingos en la mañana, mucho menos en la tarde. Ese día lo utilizo para culminar alguna tarea que en la semana no me dio tiempo de concluir. Por ejemplo, a veces dejo acumular los ensayos de mis alumnos para dedicarme a leerlos ese día. Otra rutina es hacer el mercado de la semana. Ojo, que conste, esta es una actividad que realizo de manera voluntaria, sin presión de terceros. Es mejor tomar la iniciativa para evitar consecuencias.

Como la mayoría, soy un católico a la venezolana. Durante la Semana Mayor rumbeo y viajo cuando se puede, y quizás hasta coma carne en cualquier descuido. Esto no me hace un muérgano. Vivir de acuerdo a las enseñanzas y valores que aprendimos en un entorno donde imperaba el respeto, la solidaridad, la caridad y la compasión, ha compensado con creces cualquier falta de rigurosidad con los deberes que nos impone la religión.

Mi generación creció admirando a los buenos y repudiando a los malos. Nuestros referentes eran El Zorro, Kalimán; El Santo, El Gavilán, quienes ayudaban a los desvalidos sin pedir nada a cambio. Otros héroes de nuestra niñez eran El Tigrito del Ring, El Dr. Nelson; los Hermanos Battah, Jorge y Bassil, todos eran técnicos y luchadores limpios, respetaban las reglas aun ante la evidente y repugnante parcialidad de los árbitros.

También seguiamos a Cassius Clay o Muhammad Alí, por su enfrentamiento contra un poder que pretendió que traicionara sus convicciones. Y, por supuesto, en los mundiales de futbol aupábamos a Brasil, porque era una manera de vernos representados ante los poderosos, prepotentes y arrogantes equipos europeos. Menos en el 5 y 6, los venezolanos apostamos por el más débil frente al abusivo y guapetón, sea este de barrio o de lujosa urbanización. La rima es solo una casualidad. 

A pesar de que la revolución ha traído consigo modelos negativos que han calado en un pequeño sector de la población, las grandes mayorías todavía sienten indignación y repulsión por el abuso de poder, así como por la agresión e irrespeto contra los más vulnerables. Este rasgo antropológico pervive en nuestra genética cultural.

Lo que estamos observando en el panorama político, corrobora la natural inclinación del venezolano a apoyar al que es objeto de un flagrante y doloso abuso gubernamental. El pánico a perder el poder, ha llevado a los abusivos a utilizar subterfugios de todo tipo para aplastar las aspiraciones de quien se ha ganado la simpatía de las grandes mayorías por su valiente posición frente a quien la ha perseguido y hostigado. La cayapa institucional para cerrar toda posibilidad de que compita en las venideras elecciones ha indignado a la inmensa mayoría de los venezolanos.

A MCM le inventaron una inhabilitación sin que haya habido una sentencia penal como lo establece la Constitución; ordenaron judicialmente desaparecer el evento de las primarias, cómo si eso fuera posible; inventaron un referéndum con 10 millones de votantes que nadie vio, solo para dar la idea de que son capaces de convocar más gente que ella; apresan por cuentagotas a sus más cercanos colaboradores; pretenden improvisar una Ley para apresarla; le niegan la posibilidad de enviar sus mensajes por los medios de comunicación; le impiden transportarse en avión; le trancan las carreteras para evitar que llegue a su destino; eliminan las tarjetas que podrían apoyarla; le financian candidatos con la idea de restarle votos.

No contentos, hacen la misma maniobra contra la candidata Corina Yoris, una mujer con credenciales académicas que no pueden exhibir los otros candidatos, pero además con un aplomo y discurso político que la aleja con creces de los que optan por la silla de Miraflores, incluyendo a quien está sentada en ella.

Tengo fe en que el rechazo a este tipo de abusos se expresará con una respuesta contundente en las mesas de votación. Esperamos que tanto MCM como Corina Yoris indiquen el camino que deben tener los votos que originalmente iban para ellas. Venezuela no aguanta seis años más de abusos y atropellos. Fuera los abusivos.