lunes, 15 de mayo de 2017

Estatuas y Botas Militares

Estatua de Chávez quemada Pariaguán

Hablando de estatuas efímeras, en el caso venezolano tuvimos las estatuas de Antonio Guzmán Blanco y ahora las de Hugo Chávez
En el mundo hay estatuas emblemáticas, son aquéllas que han sobrevivido a los embates del tiempo y hasta a la indiferencia de algún sector de la humanidad. Son estatuas que aunque tienen cientos o miles de años, no dejan de seguir erguidas e imponentes ante la admiración de todos. Cuántas generaciones se han quedado boquiabiertas ante la Gran Esfinge de Giza o la estatua de Ramsés II en El Cairo. Son miles de años resistiendo a las inclemencias del tiempo y de los depredadores. Ni hablar del David de Miguel Ángel, una mezcla de belleza y ternura varonil o la Estatua de la Libertad, esa dama que desde el siglo XIX ha recibido a los inmigrantes que construyeron a los Estados Unidos a fuerza de trabajo y disciplina.
Hay estatuas que por sí solas compensan la costosa inversión de un viaje. Son famosas las peregrinaciones para observar al Cristo Redentor en Sao Paolo, Brasil, o al Señor Shiva de el Har-ki-Paur en la India, ambos monumentos, expresiones de culturas diferenciadas, han convocado a millones de turistas de todas partes del mundo. No importa la religión que se profese, son obras que invitan a reflexionar sobre la humanidad y su historia. También están aquellas que evocan las hazañas de quienes representan, como la de Pedro El Grande en Moscú, la de Gengis Khan, la estatua ecuestre más grande del mundo (40mts) situada en la orilla del río Tuul en Tsonjin Boldog, a 54 km al este de la capital de Mongolia, o la de Abraham Lincoln en Washington. Todas ellas evocan personajes que trascienden las posiciones morales, políticas o religiosas que podamos tener sobre su actuación en este mundo. Finalmente son maravillas que se han convertido en reliquias y testimonio incólume de lo que es capaz de hacer el hombre. La mano del artista le hace ocupar un lugar en la Historia a través de la piedra, el mármol o el bronce.
Estas obras contrastan con las efímeras estatuas mandadas a erigir en vida por los mismos representados. Es el caso de los monumentos en honor a Antonio Guzmán Blanco en Venezuela, Saddam Husseim en Irak, Hitler en Alemania, Gadafi en Libia o Trujillo en República Dominicana. Algún lector avispado me corregiría en este momento. Seguramente me increparía que esos mismos caprichos de transcendencia lo tuvieron los emperadores romanos o los faraones egipcios y perviven en el tiempo. Es cierto, fueron monumentos levantados en vida por los primeros narcisos de la Historia, la diferencia es que no fueron derrumbadas a su muerte porque de alguna manera hubo un reconocimiento de sus aportes en la construcción de la civilización respectiva. En el caso del lejano oriente hay que destacar que de esa civilización gobernada por faraones crueles y endiosados se irradió al resto del mundo la escritura, la matemática, el riego, la alquimia, la ingeniería, el vidrio, entre otras invenciones. Los romanos por su parte legaron al mundo el Derecho, el concepto de República, la arquitectura, el calendario juliano, la política, el arte militar, la escultura, la pintura, además de un arte culinario todavía apreciado.
Hablando de estatuas efímeras, en el caso venezolano tuvimos las estatuas de Antonio Guzmán Blanco y ahora las de Hugo Chávez. Al momento de escribir este artículo tengo conocimiento de que gente del pueblo han derribado por lo menos dos, en realidad una estatua y un busto. Hay una tercera en la isla de Margarita que no ha sido derribada, quizás porque está en custodia día y noche por efectivos de la Guardia Nacional. ¿El mérito de este personaje para merecer tal reconocimiento?, haber convertido a Venezuela en un país cuyos habitantes comen de la basura, no gozan del derecho a elegir sus gobernantes y caen asesinados en las calles en manos del hampa, o de los aparatos represivos y colectivos armados progobierno. Ese ha sido el legado de Chávez, morir de hambre o en manos de la violencia. Por cierto, revisando las fotos de la estatua de Chávez derribada por los habitantes de la Villa del Rosario en el Zulia, me percato que lo único que quedó en el pedestal fueron las botas militares. Claro símbolo de lo que azota hoy a Venezuela

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