Dos países, dos crónicas sociales
Mientras que el polo que está en el poder se ha
unido haciendo caso omiso a ideologías y doctrinas, en el otro se
agreden por defender ideologías y legados, que no les permiten observar
que todos viven igual de mal
Dos
países conviviendo en un mismo territorio, eso es lo que vemos en la
Venezuela del socialismo del Siglo XXI. Entre ambos se ha ensanchado
cada vez más la brecha. Y no me refiero a dos países enfrentados por
ideologías políticas o por odios clasistas o religiosos. En este
socialismo tan peculiar no es precisamente la tan manida lucha de clases
la que está motorizando la división entre los venezolanos. Mucho menos,
como en otros países, legendarios conflictos no resueltos. Son dos
países totalmente asimétricos. Uno de ellos conformado por la inmensa
mayoría, no importa que se hagan llamar chavistas, justicieros,
progresistas, adecos, copeyanos, masistas, banderosos o cualquier otra
denominación disponible; y otro, compuesto por una minoría que ha gozado
y goza de las mieles del poder y del petróleo desde hace 16 años, sin
rendirle cuentas a nadie y sin pretensiones de soltar la teta del Tesoro
Público.
Caracterizar a estos dos países nos
llevaría demasiado espacio y quizás sea hasta tedioso. Recurriremos a la
crónica fabulada para intentar explicar nuestra tesis. Haremos la
crónica de dos celebraciones llevadas a cabo por un motivo similar: una
Boda. Narraremos la celebración del casorio de Tatiana Patriaquerida, joven
de alcurnia revolucionaria y entrada libre en CADIVI, que cautivó con
su belleza a lo más granado de la nueva oligarquía venezolana. Luego
haremos la reseña del ágape que amigos y vecinos organizaron a Sofía del
Carmen Martínez, por haber contraído nupcias, desoyendo las
recomendaciones de los mismos amigos y allegados. La joven Sofía es la
típica niña de una clase media que no tiene acceso a Miraflores ni a
dólares preferenciales, pero que no renuncia a los rituales y festejos
de los acontecimientos que “no deben pasar por debajo de la mesa”. Aquí
las dos crónicas.
La Boda de Tatiana Patriaquerida. “Engalanada con un alucinante traje blanco de organza diseñado por el cotizado modisto D'Artagnan de la Charnequé, se presentó a la celebración de su Boda la elegantísima camarada Tatiana Patriaquerida,
mejor conocida en el Jet Set caraqueño como La Tati. La fiesta agrupó a
lo más granado y revolucionario de la ciudad. Corrió el whisky 18 años
traído directamente de Escocia y sin la franjita roja del Puerto Libre.
Los invitados degustaron este elixir con cubitos de hielo elaborados con
agua extraída de los más cristalinos manantiales de los Alpes Suizos.
La mesa principal estuvo ocupada por la Dirección Nacional del Partido y
sus acompañantes (no supimos distinguir entre esposas y mozas),
reservándose el resto para contratistas, intermediarios y altos
funcionarios que hayan demostrado súbita prosperidad en el ejercicio de
sus funciones. El jolgorio fue amenizado por tres de las mejores
orquestas de música bailable del Caribe, siendo la sorpresa de la noche
la interpretación de El Danubio Azul por la Sinfónica de Viena,
contratada expresamente para este agasajo por El Padrino de la Boda, a
quien, por cierto, todos besaban el anillo como gesto de agradecimiento
por tan emotiva ocurrencia. No faltaron los vinos franceses e italianos
para acompañar una exquisita entrada de caviar y langosta, quedando el
plato principal conformado por Jabalíes cazados en la campiña francesa a
solicitud del novio, el distinguido camarada Rosendo Choreo Loquepuedo,
quien departió largo rato con los Embajadores de los países amigos,
quienes no pasaban de cinco. Al filo de la medianoche, los novios
partieron de luna de miel a la lejana Andorra, desde donde tomaron un
crucero con destino desconocido y, según informaron algunos de los
invitados, por tiempo indefinido”.
La Boda de Sofía del Carmen Martínez.
“El Salón de Fiestas del Edificio Desengaño, ubicado en una de las
urbanizaciones más prestigiosas del Este de la ciudad, se vio engalanado
con las cadenetas de papel cebolla que colgaban de esquina a esquina y
los globos multicolores que indicaban el camino desde el estacionamiento
hasta la entrada del local. La música bailable y el ponsigué
embotellado en enormes recipientes de agua mineral comprados en la Vía
Coro-Puerto Cumarebo, hicieron que los invitados festejaran hasta el
amanecer. Se celebraba la Boda de Sofía del Carmen Martínez, quien
contrajo nupcias con su prometido de toda la vida Heriberto Mejodo
Panada. Sofí, como se le conoce en nuestro Mar de la Felicidad, lució un
traje elaborado por su vecina, Doña Cupertina Sifontes, quien hizo gala
de su destreza y arte en la costura, al agregarle a un traje de su tía
ya fallecida, unas delicadas mangas de tul extraídas del vestido de la
Primera Comunión de Yolandita, su pequeña nieta. No se hicieron esperar
los regalos, los cuales fueron mostrados a través de una caja
transparente, vigilada muy de cerca por los hermanos de la novia. Se
podían divisar bolsas de detergente, frascos de mayonesa, toallas
sanitarias, paquetes de harina de maíz, una latica de Pirulli y las muy
preciadas caraotas, las cuales fueron obsequiadas por el Padrino de la
Boda quien no soltó prenda sobre donde las había adquirido. La
extraordinaria organización del festejo fue la comidilla de la noche. A
cada invitado se le suministraba una bolsita plástica con tres pliegues
de papel tualet. Esto impidió la desaparición temprana de ese importante
aditamento. No faltaron los pasapalos que evitaran borracheras
sobrevenidas. Como entrada, yuca sancochada con repollo rayado; al
terminar la Hora Loca, yuca frita con repollo rayado y, al amanecer para
reanimar el cuerpo, el caldito bien caliente que quedó de la yuca
sancochada, pero esta vez sin repollo. El plato principal fue un crisol
de sorpresas ya que cada invitado llevó algo preparado y todo se juntó
en platicos de torta que fueron repartidos después del brindis. Al final
de la velada los recién casados huyeron subrepticiamente a disfrutar de
su Luna de Miel. Información suministrada por sus más allegados deja
ver que salieron para Macuto a pasar el día, porque el lunes había que
trabajar”.
Estas crónicas describen la real
polarización en Venezuela. Un polo minoritario y corrupto que se está
comiendo la parte del león y otro, la gran mayoría, que recoge las
sobras que a aquél se le escurre entre los dientes. Mientras que el polo
que está en el poder se ha unido haciendo caso omiso a ideologías y
doctrinas, en el otro se agreden por defender ideologías y legados, que
no les permiten observar que todos viven igual de mal. El socialismo del
siglo XXI ha convertido a Venezuela en un territorio que aloja dos
países, en uno viven Las Tatis, y en el otro viven las Sofis.
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