lunes, 20 de abril de 2015

La Tati

Opinión | 20/04/2015

La Tati

TULIO RAMÍREZ
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La Tati es una camarada que se adscribió a la revolución a partir de 2012, cuando recién cumplía sus 23 añitos. No se le conocía trayectoria de revolucionaria, ni en el Liceo de Monjas donde estudió primaria y bachillerato, ni en los 2 años de Comunicación Social que logró hacer en una de las mejores universidades privadas del país. El máximo gesto de rebeldía que se le conoce fue cuando en el Club protestó airadamente porque le sirvieron un Cocktail con jugo de naranja de cajita y no con jugo natural como lo había pedido. Al final, su protesta la llevó hasta las últimas consecuencias. Por intervención de su papi, para ese momento miembro de la Junta Directiva, logró que el pobre Bartender saliera despedido esa misma tarde sin derecho al pataleo.  

Más allá de ese escándalo, solo se le oía protestar por la mala calidad de las carteras que usaba su amiga Sofi. Consideraba que al usar esas imitaciones chinas, podía hacer que la gente no distinguiera lo original de sus bolsos de marca comprados en París, Miami o Madrid. Como se puede deducir, La Tati nunca cargó un tobo de agua, ni alcanzó a tener las piernas marcadas por los rasguños del gamelote, ni desayunó alguna vez con arepa rellena con sardinas de a 14 Bs. la lata y mucho menos tomó autobús, buseta o Metro para ir a la universidad. Sus vacaciones siempre fueron en el exterior. Ni imaginarla bajando a Naiguatá con su familia cargando ollas con huevos sancochados y pan de sándwich rellenos con mortadela y mayonesa para evitar alterar el presupuesto familiar. O iba a Disney o tomaba un crucero por el Caribe. Sus 15 años los celebró en Europa en un tour de quinceañeras que le salió al viejo por un ojo de la cara. Pero había que complacerla. El plan de darle como regalo un viaje a Londres para aprender inglés fue cambiado a última hora por temor a que cumpliera su amenaza de meterse a monja. Todos sabían que no tenía vocación de vida austera y monacal, pero si buscaba los hábitos por venganza, papi y mami no se perdonarían nunca haberle arruinado la vida.

Lo cierto es que nadie podía imaginarse que Tati iba a parar finalmente siendo una militante de la revolución chavista. Asiste a las maniobras militares antiimperialistas ataviada con su pantalón de campaña diseñado por uno de los mejores sastres del país, no lleva un morral sino un bolso Louis Vuitton o Mario Hernández dependiendo si la maniobra es día de semana o feriado, se coloca botas estilo militar importadas de Bélgica, lleva un cooler comprado en Miami y un paraguas que vale tanto como las cremas importadas que compra por Amazon.

¿Que qué pasó?, ¿Qué cómo una niña tan identificada con la exquisitez de la burguesía más rancia, vaya a parar a las filas de un sector político que dice odiar todo lo que ella representa?. Pues amigo lector existen más Tatis de lo que podría imaginarse. Continuemos la historia.
 
Resulta que para el 2012 su familia se vino a menos económicamente. Unos colectivos bajo la consigna “Tierra improductiva, tierra ocupada por la revolución”,  invadieron la Finca que producía más de 10.000 litros de leche por día. Hoy no produce ni 100 litros porque de las 500 reses que había, quedan unas 30, todas flacas y enfermas, las demás se las comieron o vendieron en Colombia. La casa en el Este de la ciudad fue rematada para poder pagar las deudas. En el 2013, con una mano y otra atrás, los viejos salieron del país para comenzar de cero en la tierra de sus ancestros, allá en la vieja Europa. La Tati no se fue, el amor se cruzó en su camino. Pero a diferencia de las novelas rosa, no toda historia de amor es perfecta. La Tati se enamoró de uno de esos trisoleados que se proclaman socialistas, chavistas y leales a la revolución, pero que se le aflojan las piernas y la dignidad cuando un puñado de dólares se atraviesa en su camino. Ella no sabe de dónde salen, ni le interesa. Simplemente los disfruta. Su lealtad y agradecimiento la hicieron chavista porque intuye que algo de eso tiene que ver con la fortuna de su adorado príncipe verde. Pero, como dijimos arriba, no todo es perfecto. En la última maniobra militar en defensa de la soberanía fue muy bien arreglada, como siempre. Ese día parecía una  Lara Croft  tropical, se destacaba en medio de tanto regordete disfrazado de miliciano.

Lástima que no pudo acercarse a su verde tormento, la esposa e hijos habían ido también a protestar contra el imperio. Esa es la historia de La Tati. 





























































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































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