Opinión | 06/04/2015
Sociología prebélica
TULIO RAMÍREZ
Seguiremos
con el tema de la guerra contra Estados Unidos por lo menos hasta un
día después de realizada la Cumbre de las Américas. Hasta un día antes
nos saturaran de cadenas anunciando que faltan menos firmas que las
anunciadas en la cadena anterior; se publicarán comunicados de
organismos públicos respaldando la gesta antiimperialista; continuarán
las maniobras militares en el Parque del Este y gracias a ellas los
heladeros que se instalan en el lado de afuera de la cerca obtendrán
enormes ganancias; también aumentarán las colas nerviosas no vaya a ser
que la invasión nos agarre sin papel toilette.
Desde el primer café de la mañana hasta
después de "Conclusiones", estaremos sumergidos en un ambiente de
preguerra más publicitaria que real, porque el eventual enemigo está
ocupado en cosas más importantes. Mientras tanto, por defecto
profesional me he dado a la tarea de observar el comportamiento de los
venezolanos ante la fulana invasión.
Lo primero que salta a la vista son los
extremos. Por una lado los fervientes militantes rojitos que creen que
la invasión es inminente y por el otro, los que no se tragan el cuento y
no ven más que una campaña para confundir al pueblo sobre la verdadera
naturaleza de las sanciones por parte de EUA. Pero entre estos extremos
hay otros. Veamos:
Los antiparabólicos.
Quizás sea el grupo mayoritario. Observan la escena nacional como si
fuese una obra de teatro de calle, es decir, van pasando, ven un bululú
de gente, se detienen, observan un ratico y siguen su camino. Para ellos
lo importante, lo verdadero, es que tienen que trabajar, llevar comida
para la casa, estar pendiente de los cumpleaños familiares e ir a
Higuerote de vez en cuando, no vaya a ser que invadan el apartamentico
que con tanto sacrificio compraron para el disfrute de la familia.
No son irresponsables, solo están
obstinados de tanto show que nunca llega a nada. Esperan las elecciones y
van a votar, pero hasta allí. Con la guerra, ni pendiente.
Los perdonavidas.
Profesionales destacados o ligados a la academia universitaria. Son los
que dicen que primero bañados en sangre a que los vean haciendo una cola
en El Bicentenario para comprar jabón de lavar. Critican al gobierno y
también a la oposición, aunque se identifican más con ésta.
Comienzan sus conversaciones diciendo:
“Lo que debería hacer la oposición es…”, o algo así como, “El problema
de la oposición es….”. Siempre aclaran que no pertenecen a ningún
partido y eso los hacen más objetivos en sus análisis.
Cual modelos sin trabajo, se dejan ver
en los eventos políticos para cotizarse como disponibles, pero el miedo a
ser militantes sujetos a disciplina y perder la condición de divas, los
hace al final rechazar cualquier oferta para integrarse a alguna
organización partidista. A lo sumo se ofrecen como asesores sin
compromiso. La Guerra, solo para comentarla, hasta allí.
Los Tornasol. Grupo
equivalente al anterior pero en el otro lado de la acera. Son muy
cercanos al gobierno. Han ejercido o ejercen funciones como asesores,
presidentes o directores de instituciones de mediana importancia. Son
una suerte de péndulo, van y vienen de acuerdo a las circunstancias.
Dependiendo del sol se ven rojizos o azules.
Cuando no están ejerciendo cargos o
están en cargos no muy visibles, usan la estrategia de confundir a sus
interlocutores, sobre todo si son de oposición. Se venden como
revolucionarios críticos cuando el gobierno tiene el sol en las
espaldas, no vaya a ser que esto termine y se queden en el aire.
Pero, como suele suceder, si el gobierno
se repone del mal momento, se reafirman como revolucionarios y la
emprenden contra los que hasta ese momento eran su eventual tabla de
salvación. Les gusta el whisky, los buenos carros, los viajes y sobre
todo los dólares baratos. Con la Guerra, solo los slogan y una marchita,
más nada.
Los sobrevivientes. Son
los que forman parte del grupo social más sufrido del proceso. Está
conformado por empleados públicos que cada día corren el peligro de ser
botados por no comulgar con el gobierno. Se cuidan de ir a marchas
opositoras y a veces van a las convocadas por el PSUV. Se aseguran de
que los vea el Jefe y después se retiran subrepticiamente quitándose la
franela roja antes de entrar al Metro.
Se calan estoicamente el Patria, Patria
Querida, en los actos del ministerio, se cuidan de no aparecer ni en
facebook, ni en twitter en circunstancias o con mensajes que pueden
hacer sospechar a cualquier Sapo Cooperante de la oficina.
Pueda que firmen la solicitud de
derogación del Decreto de Obama, pero en el fondo desean con fervor que
esta pesadilla acabe por el bien de todos.
Existen otros grupos y sectores más
visibles. Son los que a diario aparecen en los medios de comunicación,
bien en las páginas de política o en la de sucesos. De ellos no
escribiré porque no quiero conocer La Tumba en ninguna de sus
acepciones.
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