lunes, 12 de junio de 2023

 

Después de las elecciones en la UCV, ¿qué?, por Tulio Ramírez

Después de las elecciones en la UCV
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Twitter: @tulioramirezc


Al momento de escribir este artículo, se están desarrollando las elecciones en nuestra querida Universidad Central de Venezuela (UCV). Como en este país lo más seguro es que quién sabe, es muy aventurado predecir qué hora será dentro de 60 minutos. Sin embargo, confío en que los ucevistas culminarán en sana paz el evento electoral.

Los retos que tendrán las nuevas autoridades electas en la UCV son inconmensurables. Desde lo más nimio como es abrir por fin la entrada de la Plaza las Tres Gracias, regar y podar las matas de los jardines y hacer que el reloj universitario no se atrase ni se adelante, hasta cosas más complejas como es hacer que el gobierno que la acosa y asfixia, entienda que sin universidad ningún país podrá progresar. 

Convencer a quien te quiere destruir de algo tan de Perogrullo como que con la corrupción sólo benefician unos pocos y que, con la educación, ciencia, las humanidades y el desarrollo tecnológico se logra el bienestar de muchos, no es una tarea fácil de llevar a cabo.

Otro tanto, es sanar la herida profunda que se ha infringido contra el alma de la universidad y los universitarios. Herida que la ha mantenida prostrada por ya demasiado tiempo. No me refiero solo a la falta de presupuesto, lo cual por sí solo, constituye una herida de muerte lenta. Me refiero al desdibujamiento de la misión principal de la universidad. La de servir de voz orientadora a la sociedad venezolana.

La fuerza de las circunstancias han reducido las funciones de la universidad. El arrinconamiento por la falta de recursos ha hecho que actualmente la preocupación principal sea garantizar que cada período académico se cumpla, o sea que no se pierdan clases. 

Al no existir financiamiento a las investigaciones, ni abastecimiento a los laboratorios, ni formación del talento profesoral, lo que queda es hacer que, por lo menos las clases se dicten lo más honrosamente posible. Cuestión que tampoco ha sido fácil.

A esta situación han llevado a la universidad venezolana. Le han coartado su potencial como productora de conocimientos y generadora de innovaciones tecnológica de factura nacional. La diáspora de los profesores en búsqueda de mejores horizontes debido a los impresentables sueldos, así como la chichiguaza aportada para la investigación, ha impedido que la universidad aporte al país, lo que por ley debe aportar, a saber, su doctrina y conocimientos para resolver los grandes problemas.

De tal manera que las nuevas autoridades tienen el gran reto de recuperar el ímpetu de la institución. No será sencillo, pero deben apelar a la reserva moral y ética que caracteriza a los ucevistas. Invitar a no bajar los brazos, sin prometer demagógicamente alguna contraprestación adicional que vaya más allá del reconocimiento silencioso de un país distraído por lo urgente, es una tarea que solo un liderazgo fortalecido por la legitimidad del voto puede llevar a cabo. 

Parafraseando, mutatis mutandi, a Laureano Márquez, creo en los poderes creadores de los universitarios y en particular de los ucevistas, por ser esa la casa donde aprendí que era más importante el nosotros que el yo. Por ese aprendizaje de vida, aportare todo mi humilde esfuerzo y acompañare a las nuevas autoridades ha reanimar la voz de una institución que podrá tener eventuales recaídas, pero que nunca podrán amordazar.

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