lunes, 12 de diciembre de 2022

 

Qué ovejas locas ni qué ocho cuartos, por Tulio Ramírez

Ética para funcionarios bancarios
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Twitter: @tulioramirezc


No soy supersticioso ni creo que los 12 jinetes del Apocalipsis estén cabeza a cabeza rematando en la última curva, próximos a llegar a la meta. Tampoco me tiemblan las piernas cuando se habla de la venida del Anticristo, más bien creo que llegó hace mucho tiempo y es jefe de compras de alguna empresa del Estado venezolano.

Hoy por hoy estoy más que convencido que de existir esos entes demoniacos no pueden ser más malucos que muchos gobernantes, sobran las pruebas. En todo caso, los fantasmas, de existir, solo asustan, pero algunos gobernantes han demostrado que pueden hacer algo peor que asustar. Es una diferencia considerable.

Si es cierto que creo menos en entes del más allá, también es cierto que estoy viendo cosas muy extrañas últimamente sobre las cuales no he conseguido una explicación lógica. Por ejemplo, una manada de ovejas caminando por horas en círculo sin aparente razón. Al verlas por las redes me pareció una curiosidad, por lo que no les presté mayor atención. 

La cosa quedaría allí, pero a los días observo otro video. Una turba de hormigas caminaba en círculo como hipnotizadas. Ya la cosa se estaba pasando de la raya. Como remate. Al día siguiente, una manada de peces estaba nadando en círculos, también sin razón aparente.

Definitivamente, se trataba de un patrón de comportamiento atípico. Casi inmediatamente comenzaron a correr por las redes explicaciones diversas. Algunos aseguraban que era el anuncio de una catástrofe mundial predicha por Nostradamus en un versículo que reza algo así como “Girarán sobre sí mismos sin encontrar la salida. No habrá escapatoria”. Beeerro, me espeluqué.

Otra interpretación atribuía a los extraterrestres este errático comportamiento. “Seres inteligentes anuncian su llegada por ondas que solo son percibidas por los animales”. Bueno, siempre he creído que no estamos solos en esta inmensidad de universo, pero de allí a creer que quienes habrán venido millones de veces, ahora lo anuncien de esa manera, es como un poco ridículo.

Lo que si me llamó la atención es que ninguno de estos comportamientos inexplicables, se desarrollaron en la Venezuela revolucionaria donde, según la propaganda chavista, “lo extraordinario se hace cotidiano”.

No es joda, lo digo porque por estos lados presenciamos cosas más inéditas que las comentadas. En esta Tierra de Gracia hemos observado comportamientos poco usuales, y no son precisamente llevados a cabo por nuestra fauna salvaje o doméstica.

Por ejemplo, más sorprendente que animales caminando en círculos es que los conductores orillen sus vehículos en cualquier autopista o avenida y hagan una de sus necesidades fisiológicas a la vista de todos y sin inmutarse. 

Se podrá afirmar que siempre ha habido borrachitos que lo hacen. Eso es cierto, pero es evidente que cada vez más se está generalizando esa conducta. Recorra la autopista Francisco Fajardo (sí, Francisco Fajardo) a cualquier hora del día y constátelo. Verá miccionando desde humildes taxistas hasta “caballeros encorbatados” con vehículos de alta gama y trajes costosos. Lo hacen a plena luz del día, a la vista de todos y a pocos metros del puesto policial. Esto es solo un ejemplo de la cultura que se ha venido instaurando en el país.

Bajo el irracional “Porquemedalagana”, “Yosilohagoyqué”, “Tunosabesconquientemetes”, se justifican conductas que en cualquier otra parte del mundo se considerarían dignas de estudios psiquiátricos y, por supuesto, de sanciones legales. Pero aquí, “lo extraordinario se hace cotidiano”. 

Hace unos días estaba en una oficina gubernamental, y observé cuando un funcionario le pidió a una ciudadana un “Acta de Nacimiento actualizada”. Al preguntar la usuaria sobre la lógica de pedir un documento nuevo cuando tenía la original en la mano. La respuesta fue contundente: “señora, me la trae y punto”. 

La señora insistió sobre el porqué de ese absurdo requisito ya que un Acta de Nacimiento se vence solo cuando la persona muere y ella estaba viva. El funcionario por primera vez la miró fijamente a los ojos y le dijo en tono autoritario: “la pido porque me da la gana y punto”. Como pueden observar esto se sale de todo pensamiento racional y hasta asusta. Qué ovejas locas ni que ocho cuartos.

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