lunes, 8 de agosto de 2022

 

Nicolás Bianco, por Tulio Ramírez

Nicolas Bianco
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Twitter: @tulioramirezc


Era un viernes de julio de 2008. Estaba cerrando el semestre, por lo que ordenaba los asuntos pendientes del Doctorado en Educación, del cual era coordinador. Sonó el celular. Recuerdo que era un Nokia medio destartalado. Una improvisada cinta de selloteck impedia que la carcaza se terminara de descalabrar.

Era un número desconocido. Atendí con cierto arrepentimiento ya que me encontraba en preparativos para salir corriendo a celebrar el cumpleaños de un colega profesor. El ágape era en un Bar cerca de la UCV, la cual pomposamente llamábamos “El Palacio de las Academias”.

Contesté con un «aló» en tono seco, mientras en mi mente el mensaje era: «Hoy es viernes y voy que quemo, por favor apurese». Del otro lado se escuchó una voz dando las buenas tardes, e inmediatamente la pregunta «¿hablo con el profesor Tulio Ramírez?». La voz no me pareció familiar, pero respondí que sí, seguido del acostumbrado «¿en qué puedo servirle?».

«Mucho gusto profesor, le habla el Doctor Nicolás Bianc». Pensé, «¿Nicolás Bianco?, ¿para qué me estará llamando?. Ni siquiera voté por él en las elecciones para Autoridades de la UCV». Todo me parecía muy extraño.

Después del saludo inicial, en forma clara escuché «me gustaría hablar con usted, ¿si no es molestia, podría asistir el lunes a las 2:30 pm al Instituto de Inmunología?». «Si, como no profesor, con gusto estaré allí», fue mi respuesta.

Colgué y me di cuenta que ni siquiera había preguntado para qué quería conversar conmigo. Le di vueltas al asunto pero, por supuesto, lo hice hasta el descorche para el primer brindis. A partir de allí deje de cavilar sobre la llamada y me dedique a celebrar.

Durante el fin de semana, indagué un poco sobre el personaje que recién había sido electo como Vicerrector Académico. Su currículo era impresionante. Un médico reconocido internacionalmente como avezado científico, investigador incansable con obra prolífica y además fundador de un Instituto catalogado como uno de los mejores de la región en materia de inmunología. Todo un Hall de la Fama de la academia.

Llegó por fin el lunes. Recuerdo que no conseguía dar con el Instituto. Con más de 27 años en la universidad para ese momento, todavía había dependencias que nunca había visitado.

Me recibió de manera cordial. Su imagen era como la imaginaba. De impecable vestimenta formal y una corbata con un nudo inglés, poco visto en estos predios universitarios. Hizo que lo acompañara a un salón donde estaban reunidos emblemáticos profesores ucevistas de diferentes facultades. Algunos me saludaron con aprecio, ya que los conocía por haber coincidido en eventos o reuniones académicas. La UCV es grande, pero chica a la vez.

El Dr. Bianco se dirigió a los presentes, «ya veo que muchos lo conocen, yo no había tenido el placer. Convoqué al profesor a esta reunión para invitarlo a trabajar conmigo en el vicerrectorado, espero que me diga que sí».

Quedé en una pieza. Con el permiso de la audiencia, lo invité a conversar en una oficina contigua. «Profesor Bianco, me halaga enormemente su invitación, pero ¿usted sabe lo que está haciendo?, usted no me conoce y además déjeme decirle que, prácticamente fui uno de los jefes de Campaña del candidato contrario a su fórmula».

Me interrumpió para darme una de las mejores lecciones que he recibido en mi vida, «profesor Ramírez, la universidad es el espacio dónde los diferentes se encuentran, no para destruirse, sino para construir algo superior y más grande que sus conquistas individuales. Te convoco a trabajar juntos para ayudar a construir la universidad que el país necesita».

 Los 9 años que lo acompañé fueron gratificantes. Constituyó un equipo de gerentes que era un Dream Team. Bajo su liderazgo, se lograron importantes avances que beneficiaron y aun benefician a profesores y estudiantes.

Su virtud, no coartar iniciativas y apoyar solidariamente todo proyecto en beneficio, no de su gestión, sino de la universidad. Supo sortear tropiezos y asumir retos no fáciles de lograr por la falta de recursos y el asedio constante a la autonomía, la cual defendió hasta el fin de sus días.

En lo personal, aprendí que una universidad se fortalece y crece gracias a hombres de su estirpe y coraje moral. Nicolás, agradezco que me hayas llamado esa tarde de julio de 2008 y haberme dado la oportunidad de trabajar contigo. Descansa en paz amigo

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