lunes, 12 de diciembre de 2016

¿Ahorro o corriente?

Venezuela

El socialismo del siglo XXI nos ha convertido en una suerte de MacGyver colectivo. Aquí la gente se inventa una para alimentarse, mantenerse sano o simplemente amanecer vivo al día siguiente
No me canso de repetir que el socialismo potencia la creatividad como mecanismo de sobrevivencia. Mientras que en el capitalismo el ser humano despliega parte de su esfuerzo en la búsqueda de confort y bienestar; en el socialismo toda la actividad humana está dirigida a sobrevivir en condiciones de extrema precariedad. La idea, de acuerdo a los exegetas del marxismo europeo y tropical, es formar generaciones curtidas en la eterna batalla contra el imperio, capaces de afrontar guerras económicas y amenazas de invasiones nunca concretadas. “Así se Templó el Acero” es el título que se me ocurre, mejor ejemplifica ese largometraje en blanco y negro y sin final feliz que es el socialismo.

El contraste es la mejor prueba de la afirmación anterior. Una familia clase media en EUA tiene como norte de vida poseer mínimo un automóvil, una casa, una nevera, una cocina, una lavadora, un televisor a colores, una suscripción por cable, una cortadora de césped, un teléfono celular, un trabajo estable y un hijo en la universidad. Lo demás viene por añadidura y esfuerzo: un viaje de vacaciones al año, una caña de pescar y una aspiradora. En el socialismo la cosa es más exigente. La aspiración de una familia es tener un amigo en la nomenclatura que te ponga “donde haiga”, hacerse panita de un dependiente de supermercado que te indique cuando llegue el aceite y el arroz y, sobre todo, tener mucha FE, léase Familia en el Exterior que mande dólares de vez en cuando.

Recuerdo que en uno de mis viajes a Cuba presencie esos destellos de ingenio ante la adversidad. Impagable observar como unos ingenieros mecánicos de profesión y taxistas por necesidad, se dedicaron a instalar antenas parabólicas utilizando las tazas que adornan los rines de los automóviles. A esos artefactos les soldaban en el centro un cucharon sopero apuntando hacia el cielo; al final el canal HBO se veía cochicorneto pero se veía. Lo mismo sucedía con aquella pareja habanera, ambos médicos, que se redondeaban el sueldo ofreciendo en alquiler y a domicilio la lavadora adquirida a cambio de un vestido de novia sin estrenar, que obtuvieron de manos de una prima que no llegó a usarlo porque se fugó en balsa a Miami en vísperas de la boda. Así es la vida en socialismo, hay que agudizar la sesera para sobrevivir.

El caso venezolano no es muy diferente. El socialismo del siglo XXI nos ha convertido en una suerte de MacGyver colectivo. Aquí la gente se inventa una para alimentarse, mantenerse sano o simplemente amanecer vivo al día siguiente. Pero no solo se ha incentivado la creatividad en la gente de bien, también los delincuentes han hecho alarde de su inventiva. Me he enterado que la última moda para asaltar en las busetas no es esgrimiendo la tradición al pistola y amenazado con “quebrar” al renuente que no quiera entregar la quincenita. El nuevo mudus operandi pasó a otros niveles. Ahora el caco obliga a los pasajeros a introducir su Tarjeta de Débito en un punto de venta que lleva consigo en su mochila y procede a rasparle la pensión recién depositada. Amigo lector cuando usted esté en un transporte público y escuche que en el asiento de atrás alguien pregunta “¿ahorro o corriente?”, póngase las pilas y grítele al chofer para que lo deje en la próxima parada. ¡Patria o Muerte, Venceremos!.

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