¿Ahorro o corriente?
El socialismo del siglo XXI nos ha convertido en
una suerte de MacGyver colectivo. Aquí la gente se inventa una para
alimentarse, mantenerse sano o simplemente amanecer vivo al día
siguiente
No me canso de
repetir que el socialismo potencia la creatividad como mecanismo de
sobrevivencia. Mientras que en el capitalismo el ser humano despliega
parte de su esfuerzo en la búsqueda de confort y bienestar; en el
socialismo toda la actividad humana está dirigida a sobrevivir en
condiciones de extrema precariedad. La idea, de acuerdo a los exegetas
del marxismo europeo y tropical, es formar generaciones curtidas en la
eterna batalla contra el imperio, capaces de afrontar guerras económicas
y amenazas de invasiones nunca concretadas. “Así se Templó el Acero” es
el título que se me ocurre, mejor ejemplifica ese largometraje en
blanco y negro y sin final feliz que es el socialismo.
El contraste es la mejor prueba de la
afirmación anterior. Una familia clase media en EUA tiene como norte de
vida poseer mínimo un automóvil, una casa, una nevera, una cocina, una
lavadora, un televisor a colores, una suscripción por cable, una
cortadora de césped, un teléfono celular, un trabajo estable y un hijo
en la universidad. Lo demás viene por añadidura y esfuerzo: un viaje de
vacaciones al año, una caña de pescar y una aspiradora. En el socialismo
la cosa es más exigente. La aspiración de una familia es tener un amigo
en la nomenclatura que te ponga “donde haiga”, hacerse panita de un
dependiente de supermercado que te indique cuando llegue el aceite y el
arroz y, sobre todo, tener mucha FE, léase Familia en el Exterior que
mande dólares de vez en cuando.
Recuerdo que en uno de mis viajes a Cuba
presencie esos destellos de ingenio ante la adversidad. Impagable
observar como unos ingenieros mecánicos de profesión y taxistas por
necesidad, se dedicaron a instalar antenas parabólicas utilizando las
tazas que adornan los rines de los automóviles. A esos artefactos les
soldaban en el centro un cucharon sopero apuntando hacia el cielo; al
final el canal HBO se veía cochicorneto pero se veía. Lo mismo sucedía
con aquella pareja habanera, ambos médicos, que se redondeaban el sueldo
ofreciendo en alquiler y a domicilio la lavadora adquirida a cambio de
un vestido de novia sin estrenar, que obtuvieron de manos de una prima
que no llegó a usarlo porque se fugó en balsa a Miami en vísperas de la
boda. Así es la vida en socialismo, hay que agudizar la sesera para
sobrevivir.
El caso venezolano no es muy diferente.
El socialismo del siglo XXI nos ha convertido en una suerte de MacGyver
colectivo. Aquí la gente se inventa una para alimentarse, mantenerse
sano o simplemente amanecer vivo al día siguiente. Pero no solo se ha
incentivado la creatividad en la gente de bien, también los delincuentes
han hecho alarde de su inventiva. Me he enterado que la última moda
para asaltar en las busetas no es esgrimiendo la tradición al pistola y
amenazado con “quebrar” al renuente que no quiera entregar la
quincenita. El nuevo mudus operandi pasó a otros niveles. Ahora el caco
obliga a los pasajeros a introducir su Tarjeta de Débito en un punto de
venta que lleva consigo en su mochila y procede a rasparle la pensión
recién depositada. Amigo lector cuando usted esté en un transporte
público y escuche que en el asiento de atrás alguien pregunta “¿ahorro o
corriente?”, póngase las pilas y grítele al chofer para que lo deje en
la próxima parada. ¡Patria o Muerte, Venceremos!.
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