Yo, el oligarca
“Campesino que vas a la tierra, marinero que vas
a la mar, miliciano que vas a la guerra con un canto infinito de paz”,
en esa majestuosa sala, monumento al mérito, la disciplina, la
superación, la tolerancia y la democracia, que es nuestra querida Aula
Magna. Si señor ministro, usted tiene razón, yo soy uno de esos
oligarcas, lo admito
De acuerdo con las declaraciones del
Ministro de Educación Universitaria, Ciencia y no sé qué otra cosa,
antes de que llegara Chávez al poder la educación en nuestras máximas
casas de estudio estaba reservada solo a los jóvenes con pedigrí y nariz
respingada. Ningún pata en el suelo de Petare, según esta versión,
tenía derecho ni siquiera a soñar con esa posibilidad, porque corría el
riesgo de que a mitad del sueño le apareciera el Presidente de
FEDECAMARAS disfrazado de Freddy Krueger para convertir en pesadilla esa
temeraria aspiración. Añade el ministro que para convertirse en
estudiante universitario, no solo se debía tener cierta alcurnia y
apellidos, sino también billete del bueno para comprar el cupo. Esto lo
ha repetido en varias intervenciones públicas, además sin aguársele el
ojo y mucho menos con tembladeras de parpados. Lo dice sin importarle un
carajo que la prueba que refuta sus afirmaciones esta personificada en
ministros y altos funcionarios del gobierno, quienes siendo peladores de
bola de cuna, tuvieron la oportunidad de hacerse profesionales en esas
universidades que tanto critican y hostigan, pero a las que tanto deben.
Lo cierto es que nunca han mostrado las
pruebas que evidencien la fulana venta de cupos, ni siquiera han dicho
que las tienen y que las van a mostrar en algún momento, tal como lo
hace el Jefe cada vez que denuncia un intento de Magnicidio. Como no
sabemos cómo se come el asunto, intentaremos desenmarañarlo para que los
jóvenes bachilleres tengan una idea de cómo se haría esa transacción de
compra-venta en la actualidad con todos los adelantos tecnológicos. En
primer lugar deberíamos pensar en algo así como un Portal Web llamado
Tucupo.com donde se señale el costo para ingresar a cada carrera.
El procedimiento sería muy sencillo, el
estudiante busca la carrera y la universidad de su preferencia, marca
“Comprar” y le llega la planilla de inscripción por correo especial a la
puerta de su casa o a su e-mail. Claro, el acceso a este portal no
sería libre sino que habría que afiliarse previamente llenando una
solicitud donde se colocan los datos y documentos escaneados que
acrediten lo azul de la sangre del optante. Una vez enviados los
documentos a la universidad de su preferencia, el respectivo Consejo
Universitario compuesto por lo más granado de la burguesía criolla,
junto a representantes de Uribe, JJ Rendón, Bush, Obama y hasta del
mismísimo General Santander, estudia la solicitud y valida la
autenticidad de los documentos con la base de datos de todos los clubes
de alta sociedad del país. Luego de esta verificación, se procede a dar
el visto bueno para el ingreso. Una vez acordada la admisión, se le
remite al bachiller, por la misma vía, la planilla de inscripción con el
cupo garantizado.
Por supuesto, todo esto previa
constatación de que se haya hecho efectivo el depósito en el Banco. Con
este procedimiento se aseguraría que el nuevo ingreso tiene el billullo y
el linaje adecuado para garantizar la continuidad en el poder de los
Amos del Valle. De no reunirse estas condiciones, no le queda más
remedio al bachiller que ir a llorar al idem.
Con esta matriz de opinión alimentada
desde el gobierno y repetida por jóvenes que en la IV no habían nacido o
eran unos bebes, se ha tejido una leyenda urbana sobre el acceso a la
universidad venezolana que ha servido para justificar la medida
antiautonómica de arrebatar a los Consejos Universitarios, la potestad
legal de establecer el número de estudiantes a ingresar en el primer año
y el mecanismo de su selección. Por supuesto sería necio negar que
siempre existan vagabundos que han procedido a estafar a jóvenes
bachilleres vendiendo cupos que no poseen, o que algún funcionario
inescrupuloso haya accedido a saltarse la ética por un plato de
lentejas. Pero esto nunca ha sido una política institucional tal como lo
quiere hacer ver el gobierno. Es como asegurar que porque algunos
funcionarios vendan cupos para la asignación de apartamentos de la
Misión Vivienda, se señale directamente al ministro respectivo como
corresponsable o cómplice de tal corruptela. Las autoridades
universitarias siempre han solicitado que se formalicen esas denuncias, y
cuando se ha hecho, se ha procedido contra estos estafadores. No estoy
seguro que así se proceda en el ministerio.
El titulo de este artículo no es azaroso
señor ministro. Según usted yo fui y sigo siendo un oligarca. Estudie
en la UCV en la IV y he trabajado en ella como profesor desde los
últimos 20 años del siglo pasado y los 15 años que van de este siglo. Es
decir soy un oligarca reforzado. Pero a diferencia de lo que usted ha
vendido a los incautos, no nací en cuna de oro ni encuadro en el falso
estereotipo de estudiante ucevista que usted ha pretendido imponer. Mire
usted, crecí en uno de los Barrios más pobres de Petare, el rancho
donde vivíamos tenía piso de tierra, conocí un baño dentro de mi casa a
los 14 años porque siempre vivimos de casa de vecindad en casa de
vecindad, tuve una habitación para mí solo cuando salí de la casa
paterna a los 25 años y en más de una oportunidad me fui a pie desde la
UCV hasta Petare por no tener para el pasaje. Estudié en escuelas y
liceos públicos, siempre con libros y cuadernos usados, muy pocas veces
desayunaba en la cantina porque nunca tenia plata, mas grandecito tuve
que trabajar vendiendo periódicos en el Centro de Caracas, entre las
esquinas de Pilitas y Mamey, para ayudar a mi familia; y ya estudiante
universitario, fui permanente trabajador suplente en un Hospital
haciendo desde camillero hasta telefonista en el horario nocturno de
7:00 pm a 7:00 am, para poder ayudarme y proseguir los estudios en mi
querida UCV. No recuerdo que alguien me haya pedido un medio para
ingresar a ella y estudie con muchísimos compañeros tan jodidos como yo,
o en peores condiciones que las mías.
Todos teníamos un objetivo en común,
graduarnos para salir de abajo y ayudar a la familia. Finalmente la gran
mayoría egresó y son hoy los primeros defensores de su universidad, ya
que los acogió en sus aulas sin pedir nada a cambio. Entre el comedor,
la bequita, el transporte y la biblioteca, esa universidad que usted
tilda de elitista, impidió que muchos de nosotros abandonáramos
prematuramente sus pasillos y nos perdiéramos la inolvidable experiencia
de ponernos toga y birrete y escuchar el “Campesino que vas a la
tierra, marinero que vas a la mar, miliciano que vas a la guerra con un
canto infinito de paz”, en esa majestuosa sala, monumento al mérito, la
disciplina, la superación, la tolerancia y la democracia, que es nuestra
querida Aula Magna. Si señor ministro, usted tiene razón, yo soy uno de
esos oligarcas, lo admito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario