lunes, 8 de enero de 2024

 

A lo Albertico Limonta, por Tulio Ramírez

A lo Albertico Limonta
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X: @tulioramirezc

El primer artículo del año siempre genera nerviosismo a los columnistas. Es peor cuando el artículo está previsto salir 8 días después de culminado el año. Para ese momento ya es muy tarde para hablar sobre la celebración de fin de año y demasiado temprano para hablar de la llegada de los Reyes Magos. Por otra parte, el acostumbrado balance del año, ya seguramente lo habrán hecho reputados opinadores, de tal manera que la posibilidad de ser repetitivo o extemporáneo, es muy alta.

Mientras le daba vueltas a la cabeza para encontrar un tema que pudiera generar interés en el lector, tropecé con sendas imágenes del libertador Simón Bolívar, en tres en diferentes lugares de la ciudad capital. Usted se preguntará, ¿a cuenta de qué las imágenes de Simón Bolívar pueden ser de interés para un país que todavía está pasando la resaca de año nuevo?, ¿no se tratará de un tema supertrillado?

La verdad que reabrir la polémica que se suscitó en el país por el Bolívar zambo hecho en 3D, luego que al mascalacachimba del Comandante eterno se le ocurriera desenterrar sus restos, sería algo cansón y aburrido.

Y no es para menos. Revivir un asunto que hace más de 10 años derrochó litros de tinta en todos los medios no pareciera ser lo más razonable para el principio de un año que promete ser supernoticioso. Las elecciones presidenciales, el diferendo con Guyana, el asunto de los Acuerdos de Barbados, las sanciones, los presos políticos y el tema sobre la inhabilitación de María Corina Machado, son lomito para cualquier opinador de oficio. En esa lista no cabría lo de la imagen de Bolívar. 

Mientras estaba sopesando sobre cuál de estos temas escribir, una ida al aeropuerto internacional de Maiquetía para despedir a un familiar, me hizo alterar el listado. Algo que vi en ese lugar llamado sarcásticamente por los venezolanos, la Tercera Vía, porque la segunda es El Darién, me llamó tan poderosamente la atención. Así sería el impacto, que motivó la nota de hoy. Pero esta historia tiene sus antecedentes. Veamos. 

Resulta que haciendo las compras de última hora para los días de Navidad fui al centro de Caracas. En esa oportunidad y gracias a una enorme cola, observé con detalle la figura del Libertador realizada por Philippe Froesch, experto en el campo de la representación gráfica en 3D. En ese momento me vino a la mente, la reacción que dicha imagen generó en la mayoría de los venezolanos.

Recuerdo que fue criticado porque se alejaba de la que el mismo Bolívar consideraba su mejor retrato. De hecho, el 29 de octubre de 1825 desde el Potosí, el propio Bolívar le escribió a Sir Robert Wilson: «Me tomo la libertad de dirigir a Vd. un retrato mío hecho en Lima con la más grande exactitud y semejanza». Se refería al retrato que le hiciera el pintor peruano José Gil de Castro. Por otro lado, también recordé que se criticó el sesgo mulatoide y tosco del rostro que contrasta con la mascarilla de yeso que le hizo el Dr. Reverend después de haber muerto. Esta estatua horizontal está en la Quinta San Pedro Alejandrino, en Santa Marta, Colombia. 

Días después voy al Unicentro El Marqués y observo en la cara sur del edificio del INTT, una gigantografía de Bolívar con un rostro que nada tiene que ver con el elaborado en 3D. Es la réplica del óleo elaborado por el colombiano Ricardo Acevedo Bernal (1867-1930) que se expone en la Casa de Nariño en Bogotá. «Un mismo gobierno, dos rostros», sentenciaría un sabio camarada del Comité Central del Partido Comunista Chino.

Ese contraste siempre me llamó la atención, pero no era como para escribir un artículo y menos comenzando el año. Pero lo que vi en el aeropuerto internacional fue de otro nivel. A mitad de pasillo, al lado de la entrada para hacer migración, entre dos gigantescos pinos de navidad, estaba un retrato del Libertador que se salía de todos los moldes conocidos. 

Era un rostro de galán de telenovela de los años setenta. Nariz perfecta como recién salida del quirófano, pelo perfectamente peinado en bucles que parecía obra de un estilista, ojos color café, cejas pobladas y perfectamente alineadas, piel tersa y delicada con el brillo que dan los aceites e hidratantes importados, expresión cautivadora y varonil, en fin, un look a lo Albertico Limonta en el Derecho de Nacer.

Al comentar esto con un colega profesor, me explicó en tono de joda, «esas imágenes reflejan las contradicciones internas del partido gobernante. Por una parte están los radicales que colocan en sus oficinas ministeriales la imagen de Bolívar en 3D junto a la foto de Chávez; por otro lado, están los chavistas críticos que prefieren la imagen tradicional de los libros de Historia de Venezuela y, por último, los enchufados que prefieren al Bolívar que más se parece a ellos, a saber, el recién salido del Spa que está en el aeropuerto».

¡Feliz 2024 apreciados lectores!.

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