lunes, 8 de agosto de 2016

La Batería

Duncan

Tuve que comprar una Batería usada, me la vendieron inservible al mismo precio que la nueva. Estaba tan mala que ni siquiera prendía auxiliada
Un cronista serio, responsable y con sentido de oportunidad no pelaría el boche del referendo revocatorio, las trampas del CNE o el juicio a los sobrinos de Su Excelencia para escribir su entrega semanal al periódico. Son temas de bombita que todo lector inteligente y preocupado por lo que queda de país, esperaría encontrar en la columna de su opinador favorito. Pero como no tengo tantos lectores, podré darme el lujo de hacerme el paisa y escribir sobre uno de los dramas que ha afectado a conductores sin distingo de ideologías ni colores: la compra de una Batería en tiempos de revolución.

Les haré el cuento corto. Madrugada del domingo, alegre y zarataco, monto en mi vehículo para dirigirme a casa, el cumpleaños del compadre Próculo estuvo espectacular, hasta hubo whisky. Paso el suiche y nada. Me robaron la Batería. Era cuestión de estadística, me tocaba. Me dieron las 11:30 am del domingo esperando respuesta del seguro, finalmente termine pagando una grúa porque la del seguro nunca llegó. Después de la consabida cantaleta en casa, “eso te pasa por….”, me fui a la policía a poner la denuncia. No amigo lector, no para que investigaran el robo, no soy tan ingenuo, el trámite es necesario para que me puedan vender una nueva Batería.

El funcionario que tomó la denuncia gritó hacia el fondo, “epa Julián, otro Bachaquero con el cuento del robo de la Batería”. Que indignación. Mientras más explicaba, más me vacilaban. Que si no les constaba lo del robo, que tenía que llevar el carro a la estación, que seguramente había vendido mi Batería para comprar aguardiente, que cuántas Baterías había comprado con ese cuentico para después revenderlas. La verdad no soporte tanta humillación y me largue sin la denuncia en la mano. Comenzaba otro vía crucis.

Me fui al mercado informal. Los precios eran tan exagerados que tendría que vender el carro para poder comprar la bendita Batería. Fui al mercado formal. Me eche el primer madrugonazo (el del novato). Me prestaron un acumulador más grande que el espacio destinado para calzarla. Iba por la autopista con el capó semi abierto y medio cuerpo fuera para poder observar el camino. Por poco un camión me despescueza. Después de 5 horas de espera se acerca el empleado y me suelta sin anestesia que para mi carro no hay Batería. Para atrás con las manos vacías y con el compromiso de entregar la que me prestaron.

Cinco semanas después, traqueteado por el Metro y asaltado dos veces en la Buseta, me informan que llegaron las Baterías para mi tipo de vehículo. Otro madrugonazo. Como en el ínterin se me venció el seguro del carro tuve que pagar una grúa. Me costó un ojo de la cara. Luego de 6 horas de espera me dice el empleado que debo dejarle una Batería ya que no tenía la denuncia de la policía. Me puse frío. Rogué, pedí clemencia, casi lloré. La respuesta con sonrisita de Mona Lisa fue: “lo siento, esas son las reglas”. Me recordó tanto a Tibisay Lucena. Qué vaina, para atrás otra vez pagando otra grúa, otro ojo de la cara. Estoy pensando seriamente en tirar el carro por un desfiladero. Me contengo. Hay que seguir adelante, estamos en revolución.

Juré que a la Comisaría no volvía, tengo dignidad. Tuve que comprar una Batería usada, me la vendieron inservible al mismo precio que la nueva. Estaba tan mala que ni siquiera prendía auxiliada. Pagué otra grúa y me lancé otro madrugonazo. Ya van tres. Los empleados me saludan con cariño, los indigentes me tratan familiarmente, creen que tengo un negocio de “aguantapuesto” en la cola. Después de 7 horas me dejan pasar. Me pareció un milagro.

Casualmente en ese momento estaba escuchando I heard the Voice of Jesus say. Fue premonitorio. ¡Gloria a Dios!. Finalmente y para terminar el cuento, había la Batería, tenía una inservible para dejar y tenía los reales completos. Voy a pagar y me dicen que no puedo comprarla porque estoy suspendido por 8 meses. Hace 2 meses había comprado una Batería a mi nombre para el compadre Próculo. Ahora lo que quiero es comprar una soga. 

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