Malandrear el revocatorio, pero con clase
Si el Partido y el gobierno me hicieran caso no
tendrían que recurrir a estrategias tan chimbas como caerle a palos a la
gente cuando va al CNE, o exponer a una rectora como una supina
ignorante al confundir lapso con término
Hace
quince días expuse en estas páginas algunos consejos para retrasar el
proceso de validación de las firmas con las que pretenden sacar del
poder a nuestro malquerido hijo de Chávez. Es cierto que él no se ha
ganado las simpatías de las mayorías pero, parafraseando a Roosevelt
cuando se refería a otro mandatario, “puede ser que sea un hijo de
Chávez, pero es nuestro hijo de Chávez”. Pero vayamos al grano, sospecho
que los compatriotas le hicieron caso omiso a mis recomendaciones. Me
fundamento en que el camarada Jorge anda alegando lo de las firmas
planas y la detección de rúbricas de menores de edad y difuntos,
cuestión que a estas alturas difícilmente alguien lo pueda creer, sobre
todo si para el momento de esas declaraciones ni siquiera se habían
abierto las cajas para la revisión de las planillas. Bueno, su misión es
evitar el referéndum y trata de hacer lo mejor posible.
Hoy insistiré con otros consejos. Si el
Partido y el gobierno me hicieran caso no tendrían que recurrir a
estrategias tan chimbas como caerle a palos a la gente cuando va al CNE,
o exponer a una rectora como una supina ignorante al confundir lapso
con término, (esperemos que esa barrabasada sea solo para confundir a
los demás y no sea ella la confundida), o hacer una operación morrocoy
para validar 200.000 firmas cuando hace menos de un año validaron 10
millones en tres cuartos de hora, o cambiar las reglas de juego a mitad
del partido aduciendo que por cada firma defectuosa se invalidarán 100
mil de las buenas. Todas son estrategias muy balurdas y nos dejan al
descubierto como unos vulgares rufianes de esos que engañan a la gente
con el jueguito de encontrar la piedrita escondida en una de las tres
vasijitas.
Tenemos que ser mucho más inteligentes
que los escuálidos (por cierto ahora nos llaman los Esmirriados, y acusé
el golpe). Hay algo en lo cual debemos pensar al momento de hacer el
trabajo sucio: nos están viendo. No podemos ser tan banderúos y
evidentes porque la comunidad internacional nos respira en la nuca.
Aunque entiendo que lo de la Carta Democrática lo asumimos a mamadera de
gallo y que nos importa un carajo, hay algo cierto, cada vez son menos
los aliados que en esta crisis nos puedan eventualmente echar una mano,
aunque sea de cambures. Los que nos pueden dar auxilio humanitario en un
futuro, son precisamente los que nos tienen la vista puesta, así es que
mosca y hagamos las cosas bien. Todo con maña se puede, decía ese
ilustre y cultísimo mandatario que ya recordaré como se llamaba.
Tengo muchas propuestas pero para
aprovechar el espacio que me obsequia este periódico de la oligarquía de
Bobures, expondré solo una. En todo caso, si el Partido quiere que le
informe detalladamente cada estrategia, saben bien dónde encontrarme.
Aunque por estos días va a ser un poco más difícil porque Joao cerró el
bar por falta de mercancía. Ahora bebo tres cuadras más arriba, frente a
la licorería de Pepe, la que queda subiendo por la calle donde tiene su
consultorio Bonifacia, La Bruja de Casalta. Si se pierden, pregunten
por ella. Todos saben dónde ubicarla. Por cierto, estoy allí a la orden
en horas de oficina, de noche es muy peligroso.
A lo que vinimos, como dice el Gran
Combo de Puerto Rico. Propongo que Nicolás haga un Decreto Presidencial
con Rango y Fuerza de Ley (avalado como constitucional por la Sala idem
del TSJ), ordenando que de ahora en adelante (por lo menos hasta enero
de 2017) se midan los tiempos burocráticos no por días hábiles sino por
horas hábiles. Así, si un lapso originalmente estaba previsto por 5 días
hábiles, éste se traducirá en 40 horas hábiles, a razón de 8 horas
diarias multiplicado por los 5 días de la semana. Ahora bien, si se
trabaja de 8 a 1, cada día sumara solo 5 horas hábiles, y si se trabajan
solo dos días a la semana por la crisis energética, en cada semana se
contabilizarán solo 10 horas hábiles. Por supuesto, además de los días
no laborables por el Decreto de Emergencia Económica, no se contarían
los sábados, domingos, feriados, ni los días que coincidan con el
cumpleaños de alguna de las camaradas rectoras. Al final las 40 horas
hábiles se cumplirían en 4 semanas. Por el arte de las matemáticas y los
Decretos Presidenciales convertimos un lapso de 5 días en un mes, sin
que al CNE se le acuse de tramposo ya que lo que haría es cumplir los
Decretos Presidenciales.
Con esta propuesta el CNE podría
prometer a la MUD, y con el Papa como testigo si es preciso, el
cumplimiento cabal y estricto de cada uno de los lapsos descritos en el
reglamento del revocatorio, con la variante de que no serían por días
sino por horas hábiles. Si se acoge esta idea, el gobierno no tendría
que recurrir a las tanquetas para reprimir a los opositores; ni activar
colectivos que le caigan a pescozones a pacíficos marchitas; ni tendría
Jorge que inventar excusas inverosímiles para sabotear un proceso que
tiene el respaldo de tanta gente; y, mucho menos, amenazar con cárcel a
honestos ciudadanos bajo la acusación de llevar adelante una
conspiración que solo existe en los discursos presidenciales y en las
páginas de los panfletos que regalan en la salida del Metro. Está claro
que si se vendieran, nadie los compraría. Por supuesto que podemos
malandrear el revocatorio, pero eso sí, con clase.
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