lunes, 14 de diciembre de 2015

El pueblo se equivoca, el Partido no

Diodado Cabello y Nicolás Maduro

Estos remedos de santurrones se pretenden el alfa y el omega de la humanidad. Quién no piense como ellos, está irremediablemente en contra del camino hacia el paraíso socialista. Si alguno cree que exagero pues fíjese en las reacciones de los líderes rojitos
Si algo ha caracterizado a los comunistas en todas las épocas, es el asumirse dueños de la verdad. Para el imaginario marxista ese don de la sabiduría los ha autorizado para guiar a las masas hacia su redención definitiva. Más que revolucionarios que analizan científicamente la realidad, parecen predicadores remueve culpas de domingo en la mañana, tal como diría mi difunta comadre Dora Molina, al referirse a quienes alteraban con un timbrazo, el desarrollo natural del ratón producido por la juerga de la noche anterior. ¡Un total fastidio!.

Estos remedos de santurrones se pretenden el alfa y el omega de la humanidad. Quién no piense como ellos, está irremediablemente en contra del camino hacia el paraíso socialista. Si alguno cree que exagero pues fíjese en las reacciones de los líderes rojitos ante la soberana tunda recibida el 6D. Nunca asumieron la culpa de la debacle del 6D. Todo el ganso se lo echaron a sus “infieles compatriotas”, quienes se habrán dejado engañar por quienes no siguen al profeta y su legado.

El primero fue Nicolás. Dijo que ese revolcón electoral fue producto de una confusión del pueblo que cayó bajo los efectos de una especie de burundanga colectiva que le echó la oposición. En su alocución prácticamente se compadecía de la ignorancia de un pueblo que siguió a esos falsos profetas y desviándose del camino de la luz representada por él en nombre de Chávez. Pero volverán al rebaño, sostenía el heredero, cuando se den cuenta de que la verdad está en su verbo y no en el de los apátridas.

El actual presidente de la AN no fue menos. Se encargó de remover la culpa de los chavistas traidores a la memoria del difunto. Les echó en cara que tal equivocación les traerá consecuencias y posterior arrepentimiento. Sin embargo la bondad de la revolución los acogerá nuevamente en su seno, cuando recapaciten y regresen solícitos a los brazos del señor…..Maduro. Como buen apóstol, manifestó que se mantendrá en su predicamento. Entendemos que llevando la palabra de la revolución a las catacumbas de la calle como dijo Bernal en Vladimir a la 1.

Otro que alegó algo parecido fue el refinado Embajador Roy Chaderton. Expuso ante los periodistas que el rebaño se dispersó por la hegemonía mediática de quienes son enemigos del “proyecto”. Vuelve la tesis de un pueblo que, como los judíos liberados por Moisés, se apartaron del camino verdadero para seguir ídolos falsos y sucumbir ante las engañosas promesas de quienes, ayudados por el imperio (o sea Satán), lavaron el débil cerebro de los seguidores del Comandante Eterno y su representante en la tierra, Nicolás Maduro.

Finalmente, y en orden descendente porque no se trata de un apóstol, el candidato perdedor Pérez Pírela señaló en el programa que transmite en el “canal de todos los venezolanos”, que la oposición debe entender que esos votos que le dieron la victoria, no son suyos. Según este ideólogo de la iglesia que fundó Chávez, los que votaron por la oposición son chavistas extraviados que más temprano que tarde volverán a la feligresía revolucionaria cuando se den cuenta del desvarío cometido.

El mensaje es claro. La oposición que no se haga ilusiones. La grey es esencialmente chavista y por lo tanto devota del comandante, su legado y sus apóstoles. Bastará la palabra del alto clero dojo, dojito, para sacarlos del embrujo y la penitencia por tal inconsecuencia será ir de rodillas desde Plaza Venezuela hasta el Cuartel de la Montaña repitiendo por todo el camino: “más nunca lo haré, lo juro Chávez, más nunca”. Así serán perdonados y recensados en el PSUV, el Partido que puede pensar por usted.

En conclusión, para estos marxistas, si en política hay alguien que se equivoca, siempre será el pueblo, el Partido no.

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