lunes, 7 de octubre de 2013

Algún día volveremos a ser como antes

Aquí Opinan
Lunes 07 de Octubre de 2013
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TalCual


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Algún día volveremos a ser como antes



TULIO RAMÍREZ



Revisando la prensa me consigo con una de esas encuestas que el gobierno nacional ni por equivocación publicita por el Sistema de Medios Públicos. No se trataba de un reporte sobre nuestra posición en el mundo en materia de corrupción (evidentemente por detrás de la ambulancia), tampoco era una de esas que nos recuerda que somos los primeros, con unas cuantas cabezas de ventaja sobre nuestro más cercano competidor, en crímenes violentos, tampoco era esa que nos coloca orgullosamente como los últimos en libertades de prensa y de empresa, que suena parecido pero que no es lo mismo, pero igual estamos raspados en esos rubros. La encuesta mostraba algo de lo que no somos ajenos como ciudadanos. Revelaba el estudio que el venezolano era cada vez menos solidario.

¿Qué nos pasó?, es la pregunta que me hago. Hasta no hace mucho éramos catalogados en el mundo como un pueblo de brazos abiertos, sin mezquindades, dispuestos siempre a acompañar al más débil, a dar la cama al visitante y dormir en el suelo, a quitarnos el plato de comida de la boca para dárselo al hambriento, o a brindarle una cerveza al amigo con el ratón insoportable, o a darle refugio al pana recién maleteado. Los venezolanos éramos de los pocos habitantes en el planeta dispuestos a pararnos en una carretera para ayudar a un conductor con el carro averiado. Nuestra solidaridad y camaradería nos llevaba a hacer cosas insólitas para cualquier extranjero, como por ejemplo, echarnos palos con los amigos y pagar la cuenta a sabiendas de que los compañeros de juerga nunca cumplirían aquélla frase más propia de un ritual que de una promesa sincera, "pon ahí que después nos arreglamos". En verdad que las cosas han cambiado y no nos hemos dado cuenta. Ya nadie se aparece sin invitación a ninguna casa amiga para jugar dominó ni para compartir unas hallacas. Y desde un tiempo para acá somos muy aprehensivos al momento de conocer a alguien, primero nos aseguramos en saber "de qué lado está", para luego decidir si abrirnos o no y socializar como cualquier ser humano.

Sin lugar a dudas que a ese cambio del venezolano ha contribuido el discurso de exclusión que alimenta el resentimiento, bajo el ropaje de una supuesta confrontación histórica que nadie entiende, pero que muchos compraron. ¿En qué nos hemos convertido?.

Ese venezolano otrora afable, dicharachero y sin complejos, ahora es capaz de caerse a trompadas con una viejita por un par de pollos en el supermercado, es capaz de abalanzarse furiosamente y en cayapa contra dos mujeres indefensas por el raspón de una moto, es capaz de descuartizar a un semejante por el control del pasillo de una cárcel, es capaz de dejar morir a un preso político que tiene derecho a una medida humanitaria, y lo peor, es capaz de saquear un camión sin prestarle ayuda a un chofer agonizante que en los últimos minutos de vida, clamaba por la mano compasiva de quienes lo robaban impunemente. Ese es el Hombre Nuevo que nos deja este socialismo. Nos toca luchar para que algún día volvamos a ser como antes.

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