jueves, 17 de octubre de 2024

 

El impacto de las frases y su autoría, por Tulio Ramírez

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X: @tulioramirezc

Es muy común que frases célebres sean atribuidas erróneamente a personajes famosos. Este tipo de asociación potencia la frase dándole mayor credibilidad. “Si lo dijo fulanito, entonces debe ser cierto”, o, “si lo dijo zutano, créelo con los ojos cerrados. Él, de bolsa, no tiene nada”. Expresiones como esas son lo que uno escucha, no solo de personas poco informadas, también de quienes tienen amplia cultura general y, hasta de gente muy “estudiada”.

Es lo que se conoce como “juicio de autoridad”. Al final, no importa si el que dijo la frase es a quien se le atribuye. Basta con que en el imaginario colectivo se establezca la asociación “Autor Creíble-Mensaje” para darle crédito y valor al contenido.

En mercadeo es muy usada esta fórmula. Recuerdo que todo lo que promocionaba Renny Ottolina o El Musiú Lacavalerie, era asumido como producto confiable. Ambos, aseguraban ante las cámaras, que promocionaban productos solo si antes verificaban su calidad. Eran tan convincentes que las expresiones “Clase Aparte” usada por Renny para referirse a los cigarrillos Viceroy y “Distancia y Categoría” usada por El Musiú para promocionar los Trajes Montecristo, se incorporaron al habla popular para distinguir “lo exclusivo” de “lo vulgar”.

Otro tema es el del impacto de la frase. Muchas llegan a convertirse en norma moral. “Más fácil es que pase un camello por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el reino de Dios», es una de ellas. Atribuida a Jesús según los Evangelios de Mateo (19:24), Marcos (10:25) y Lucas (18:25), alerta sobre el riesgo espiritual de que la riqueza puede convertirse en un obstáculo para la fe, si se adora más que a Dios. Si bien poco ha servido para disminuir la pichirrez de muchos ricos, ha sido usada para avergonzarles y recordarles su destino cuando pasen al otro Barrio.

Es cierto que la mayoría de las frases que se incorporan al habla común, no cuentan con avales o certificaciones de la magnitud del trío de santos mencionados en el párrafo anterior.

La certificación de que existe una relación entre un Autor y una Frase, es lograda comúnmente por la técnica del rumor. Si se dice mil veces que “A” es el autor de la frase “C”, no hay forma de atribuírselo a “B”. Mientras no se demuestre lo contrario, para el colectivo “A” seguirá siendo el autor.

Por ejemplo, se ha atribuido a Napoleón la expresión «La historia la escriben los vencedores.» Esta frase, que sugiere que el relato de los acontecimientos históricos está condicionado por quienes los ganan, es muy popular y cónsona con el pensamiento de Bonaparte. Sin embargo, no hay evidencia concluyente de que él la haya pronunciado.

Otro personaje a los que se le atribuyen cientos de frases tremendistas es a Albert Einstein. “El 90% de las personas utiliza solo el 10% de su cerebro», es una de ellas. Esta idea, que ha sido utilizada desde la autoayuda hasta la ciencia ficción, no consta en ninguna parte que proviene del Premio Nobel alemán.

Los venezolanos no somos la excepción. Por ejemplo, somos expertos en atribuirle a Bolívar, cualquier máxima que constituya una lección para gobernantes y militares. “Todo con maña se puede”, es una de las innumerables frases que le achacan. Aunque refleja cierta astucia y capacidad de adaptación, que podrían asociarse con las estrategias políticas y militares del Libertador, no existe evidencia histórica que la vincule directamente con él.

Pero no siempre se atribuyen frases a personajes históricos con la idea de potenciar la credibilidad de su contenido. Muchas veces sucede lo contrario, se inventan frases para atribuírselas a personajes famosos con la intención de destruir su legado o imagen.

Por ejemplo, a Rómulo Betancourt se le atribuye una frase que nunca mencionó pero que sirvió para crearle una imagen de gobernante irresponsable y represor. Es el caso de “Disparen primero y averigüen después”. No existe fuente documental o testigo que confirme que la expresión sea de la autoría del ex presidente. 

Ahora, una cosa es descubrir el “Fake New” y desvirtuar la autoría atribuida a determinada frase, pero otra es invalidar su eventual sentido sabio. Por ejemplo, la emblemática y muchas veces repetida Dale poder a un ignorante y lo convertirás en un Tirano, atribuida erróneamente a Winston Churchill, indudablemente que es una verdad del tamaño de un Templo. ¿Quién lo podría dudar, con tantos ejemplos que lo confirman?

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