lunes, 5 de septiembre de 2022

 

«To be or not to be», pero a la criolla, por Tulio Ramírez

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Twitter: @tulioramirezc


Cuando consulto al doctor Google sobre la expresión «To be, or not to be, that is the question» (en español, «Ser o no ser, esa es la cuestión»), me informa que se trata de «la primera frase del soliloquio o monólogo del personaje Hamlet de la obra de teatro Hamlet, príncipe de Dinamarca, escrita alrededor del año 1603 por el dramaturgo inglés William Shakespeare (1564-1616)».

Esta frase, de acuerdo al sabio que tengo encerrado en la computadora, «representa la pregunta esencial de la experiencia humana, atribulada frente a las tensiones que se producen entre la voluntad y la realidad», o sea, lo que «pensamos que es» versus «lo que es en realidad». 

Al reflexionar sobre esta famosa frase, concluyo que lo que hemos vivido durante esta experiencia revolucionaria, ha sido una obra inspirada en el dramaturgo inglés. Sin embargo, dando el beneficio de la duda, trato de entender si es que, por estos lados socialistas, le damos el mismo significado al dilema existencial expresado en la obra referida.

En el idioma anglosajón el verbo «To be» se traduce como «Ser y Estar». Para los nacidos en esa cultura no existe ninguna dificultad al momento de entender la oración construida con ese verbo. Entienden perfectamente cuando se quiere decir «es» y cuando se quiere decir «está». 

El rollo lo tenemos nosotros, los de lengua castellana, para la traducción correcta y pertinente. Si leemos «She is a woman» entendemos que lo que nos quieren decir es «Ella es una mujer», pero si leemos «She is in the house», y lo hacemos literalmente, tendríamos que decir, «Ella es en la casa», cuando el significado verdadero es «Ella está en la casa».

Bien, pero no vine a dar clases de inglés, ni mucho menos. A duras penas hablo el español para andar echándomelas de «English language teacher». Más bien a lo que vengo, es a dejar constancia de cómo, en el idioma revolucionario, la confusión entre «ser» y «estar» ha adquirido niveles casi esotéricos, en tanto que lo que «es» no necesariamente «existe» y a la visconversa (como diría mi amigo, el profesor Abilio Carrillo, uno de los hombres más ilustrados de su querida Boconó), lo que «existe» no necesariamente «es». 

A diferencia de lo que el lector pueda pensar, no se trata de un profundo problema filosófico alrededor de «el ser» y «el no ser». Tampoco se trata de un lenguaje cargado de retruécanos o uso de dos oraciones contradictorias usando las mismas palabras, pero de manera invertida. No es lo mismo decir que «el alcohol en la sangre tiene cura», que decir «el cura tiene alcohol en la sangre». Lo que comentaré va más allá de un habilidoso retruécano. 

No soy experto en nada, mucho menos en reglas sintácticas, pero mantener como una expresión lógica que «algo está, porque se aplica, pero a la vez no existe, ergo si no existe, no puede estar aplicándose, porque no está», va más allá de mi humilde y limitado entendimiento.

Estos soliloquios gubernamentales sobre lo que «es», lo que «no es», lo que «existe» y lo que «no existe», se presenta a todos los niveles. Así, tenemos una bolsas CLAP que están, pero no existen, unos CDI que existen, pero no funcionan, unos presos que son políticos pero que oficialmente no existen, unos ministros que existen, pero no están, unos servicios que están, pero no existen y una moneda que existe pero que «medio está». 

En ese ir y venir de lo que «está, pero no existe» y lo que «existe, pero no está», nos conseguimos con una Instructivo Onapre que se aplica, pero no existe, una Constitución que existe, pero no se aplica y una justicia social que ni existe ni se aplica.

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