Imágenes para la Historia, por Tulio Ramírez
Publicado junio 25, 2018
Si
hay algo que enardece a un chavista es que lo cataloguen de fascista o
represor. A la vez, no hay nadie tan ligero como estos personajes para
endilgar esos calificativos a todo aquel que piense diferente a su credo
o doctrina.Basta
con leer cualquier panfleto propagandístico, inclusive cualquier
“profundo y sesudo” análisis político redactado por alguno de estos
“redentores de los pobres” para observar cómo, de manera reiterada, se
refieren a los líderes y ciudadanos opositores como “lacayos del
imperio”, “oligarquía entreguista”, “traidores a la patria” o “agentes
del capital transnacional”.
Imagino
que cuando atacan con tales dardos, lo hacen convencidos de tener la
autoridad moral para hacerlo. Las comparaciones son odiosas, pero tal
supremacía recuerda mucho al fulano Estado Islámico y sus musulmanes
radicales.
Todo
aquel que no comparta los dogmas del Islam no solo es catalogado como
infiel o animal, sino que es merecedor de los más brutales vejámenes,
incluyendo la muerte. No importa si ese que no comparte sus creencias
haya sido un buen ciudadano, no importa que no le haya hecho daño a
nadie. Es natural que sea castigado por el pecado de ser diferente.
Estas
ideologías religiosas convierten a buenos muchachos en ciegos asesinos,
en aras de una supuesta misión divina que les otorga el poder de
limpiar al mundo de los impíos.
Quizás
algún despistado pueda pensar que los simpatizantes del chavismo, que
descalifican de manera permanente a sus oponentes, son extremistas que
actúan por cuenta propia sin control del partido o su dirigencia. Pues
no. Si nos fijamos bien, tal lenguaje reproduce e imita a los discursos
de los líderes máximos. Basta ver las alocuciones presidenciales o los
programas que dirigen los más conspicuos dirigentes de la tolda roja,
para presenciar la cantidad de epítetos descalificadores.
Esto
lo escribo porque acabo de ver por televisión a unos militares sentados
en primera fila en un programa dirigido por uno de los líderes de la
revolución. No solamente voceaban consignas políticas a favor del
gobierno y del difunto, sino que aplaudían entusiasmados cada vez que el
“animador” se refería de manera burlona y ofensiva a damas que son
líderes de partidos opositores o defensoras de derechos humanos.
¿Qué
se puede esperar de estos uniformados al momento de actuar en contra de
los ciudadanos que protestan en las calles? De seguro alegarán
“obediencia debida” para evitar castigos por violación de Derechos
Humanos.
Este
ambiente de criminalización del opositor, por el solo hecho de serlo,
es lo que podría explicar situaciones como la represión desproporcionada
por parte de la fuerza pública y la actuación delictiva e impune de los
colectivos en contra de la ciudadanía. Por
esta razón, también el chavismo solicita penas mayores para quienes
sean imputados como “traidores a la patria”; ordena el secuestro de
líderes políticos en oscuras mazmorras sin juicio alguno; y sus
funcionarios penitenciarios desconocen boletas de excarcelación de
jóvenes opositores, entre otras conductas de un poder que se arroga el
derecho de castigar el pensamiento.
Se
encolerizan cuando se les llama fascistas, pero al ver a los hermanos
León Ramírez en el estado en el que salieron de la Comandancia de
Carabobo, hace imposible no rememorar a la Alemania sometida por el
nazismo.Sus
cuerpos famélicos recordaban a los presos liberados por las fuerzas
aliadas de los campos de concentración de Auschwitz, Dachau y Treblinka.Eudin
y José parecían unos cadáveres ambulantes. Salieron de la cárcel
pesando 43 kilos por la falta de suministro de alimentos y las torturas
recibidas y denunciadas ante los medios de comunicación. Militares
que aplauden burlas y descalificaciones a ciudadanas venezolanas y los
hermanos León Ramírez mostrando al mundo su deplorable estado, son
imágenes que quedarán para la Historia.
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