Justicia al contado, no por cuotas
El doble propósito de los anuncios
gubernamentales siempre fue, además de darnos una mala noticia,
aprovechar y fastidiarnos la salida a la playa, la parrillada en casa
del cuñado favorito o el casi obligado ratón producto de la celebración
previa al “día libre”
Si construyésemos
una cronología de la oportunidad que el gobierno escoge para dar malas
noticias a los venezolanos, nos sorprendería. La cosa es tan
cronométrica que no sé si por azar o por alguna intensión perversa, cada
escándalo ha coincidido con una fecha importante para nuestro
gentilicio. La última tocó el Día de los Enamorados, con la diferencia
que esta vez la dieron los catires del odiado, pero no menos admirado,
imperio mesmo. La noticia fue tan estremecedora que los sempiternos
pájaros bravos y cazadores de güires, no terminaban de concretar la
emboscada a la novia, esposa o querida, cuando se enteraron del bombazo
de las sanciones contra el Vicepresidente Ejecutivo por estar
supuestamente ligado al narcotráfico y al terrorismo internacional.
Esa noticia le enfrío el guarapo a más
de uno a causa de las angustias que ocasiona el ver las barbas del
vecino arder. La planificación de la sorpresa que se iba a dar a la
enamorada de turno, no surtiría ningún efecto ante tamaña información.
Esa noticia pasó a ser el plato fuerte del día. Todas las invitaciones y
propuestas indecorosas o no, se fueron al traste. La velada se
concentraría en el “¿qué ira a pasar ahora?” y en el recurrente “mira
que lo sabía, eso se veía venir”. La gran pregunta, ¿porqué el
Departamento del Tesoro de EUA escogió el Día de San Valentín para
amargarle la vida a algunos altos funcionarios del gobierno venezolano?.
Creo que los gringos de ahora en
adelante se empeñarán en fastidiar a los chavistas en nuestras fechas
más significativas. No sé mucho de política internacional, pero parece
una estrategia de apoyo a los venezolanos y de venganza contra el
gobierno chavista. Para mí que les están dando de su propia medicina.
Los de la CIA, FBI, NBA, MLB o como se llamen, saben de las muchas
ocasiones en las que el gobierno nos desbarató un día festivopor tomar
alguna medida impopular que nos quitaba la nota y el entusiasmo que
generaba un día de descanso y esparcimiento. No exagero, solo recuerden
que los anuncios sobre aumentos de precios, del IVA, de la Unidad
Tributaria, la reducción del cupo CADIVI, el cierre de Radio Caracas
Televisión, las devaluaciones del Bolívar, el apresamiento de Leopoldo
López, la suspensión del referendo revocatorio, y otras minucias, nos
las dieron en vísperas de algún puente, carnavales, semana santa, Día de
la Madre, vacaciones de agosto, navidades y hasta fin de año. Como dice
mi abuela, no tuvieron nunca paz con la miseria.
El doble propósito de los anuncios
gubernamentales siempre fue, además de darnos una mala noticia,
aprovechar y fastidiarnos la salida a la playa, la parrillada en casa
del cuñado favorito o el casi obligado ratón producto de la celebración
previa al “día libre”. Fue tal el ensañamiento para hacer ilusorio el
derecho al esparcimiento del venezolano, que siempre me imaginé a los de
la Sala Situacional golpeándose entre ellos las palmas de las manos en
señal de victoria, cuando les llegaban reportes sobre episodios de
depresión o de arrechera colectiva. Esa malévola conducta ha hecho que
de un tiempo para acá el pueblo, al advertir la proximidad de una fecha
festiva, se prepare psicológicamente para recibir el trancazo de alguna
medida gubernamental que con toda seguridad lo desfavorecerá.
Así pues, estoy de acuerdo con que el
imperio les aplique una ración de su propia salsa. El 04 de febrero, el 5
de marzo, el 27 de noviembre, el 8 de diciembre son algunas fechas
propicias para que desde la tierra de Mickey y Donald se den anuncios de
cancelación de visas y confiscación de bienes y cuentas bancarias, así
como órdenes de captura por tráfico de drogas, violación de derechos
humanos, crímenes de lesa humanidad y conchupancia con el terrorismo
internacional. Eso se llama justicia por goteo, con el aditamento del
efecto lotería pero al revés, o sea, los incursos en estos delitos
ligarán que su numerito no salga sorteado. Sin embargo confieso que esta
propuesta ha tenido sus detractores entre amistades y allegados. Pero
tal oposición no es por lo cruel que pudiera ser, el problema es que
supone una justicia por cuotas y el pueblo, harto de tantos desmanes y
corrupción, clama por una justicia al contado.