Todo pa’ mi, nada pa’ ti
Son muchos los casos de trato diferenciado. Lo
último es que Maduro ofreció un “Carnet Bolivariano” para los
simpatizantes de la revolución, aduciendo que serviría para reconocer a
quién “es patriota de quien no lo es”
La
expresión que encabeza la entrega de hoy parece más el pensamiento en
voz alta de un avaro empresario que tumba a sus socios en el reparto de
las ganancias, que un título de un sesudo artículo con pretensiones de
pasar el control de calidad impuesto por Gloria, la coordinadora de esta
página, para ganar el estatus de publicable en un periódico tan serio
como este. Aunque lo parezca, este título tampoco revela algún
agotamiento prematuro de la creatividad de quien esto escribe. Para ser
sincero, no encontré uno mejor para un artículo que intenta describir el
código que ha orientado la conducta del gobierno con todo el que no
baile al ritmo que éste le toque.
Politólogos, sociólogos, psicólogos,
patólogos y hasta meteorólogos echarían mano de Maquiavelo, Tzun Zu,
Weber, Freud, Negri y hasta del mismo Goering, para entender esa
totalitaria manera de tratar al adversario en democracia. Es cierto que
adecos y copeyanos tuvieron sus dosis de sectarismo, pero como dicen por
allí no dejaban por fuera como la guayabera, a sus más acérrimos
opositores, ni se les negaba el goce de los derechos y garantías
previstas en la moribunda. Una prueba de ello es que ninguno de los
otrora encapuchados de los jueves en la UCV, hoy ministros y alcaldes,
fue apresado por sus tropelías contra la propiedad y los bienes
públicos, ni tampoco fueron juzgados ni satanizados desde programas
televisivos por su manera de pensar.
Esa tolerancia que se instauró en el
país a partir de la pacificación promovida por el Presidente Caldera, no
ha tenido su correspondencia en la V República. Caldera permitió a los
guerrilleros bajar de las montañas y adueñarse exitosamente del mundo
académico y cultural de la época sin ser sometidos a persecución o
censura alguna. Más de un camarada pasó al establishment sin abandonar
sus principios y con plenas garantías para desarrollar su actividad
política desde la acera de la izquierda contestataria. Esa democracia
tan denostada por sus agresores tuvo su momento cumbre con la prisión VIP de
los golpistas del 92 y su posterior indulto, lo que permitió que, en el
uso de sus derechos constitucionales, ganaran las elecciones de 1998.
O sea, del “pa’ mí sí hay, pero pa’ ti,
también” que expresaba la igualdad en el disfrute de los derechos
políticos, se pasó, gracias a la nueva manera de hacer política, al
“todo pa’ mí; nada pa’ ti”. Basta que usted se autodenomine opositor o
su firma aparezca respaldado alguna solicitud contra el gobierno para
que sea inmediatamente tachado como apátrida. Se estableció así una
diferencia con aquellos que supuestamente sí tienen patria. Es decir,
gracias a esta retórica segregacionista, en nuestro país hay personas
que califican en la categoría de “parias”, aun teniendo su acta de haber
nacido en esta tierra y su declaración ante el SENIAT donde se
certifica que paga al fisco para mantener a una revolución que no lo
reconoce como ciudadano.
Hay muchas evidencias del “todo pa’ mí;
nada pa’ ti”. Algunas de ellas: acceso al dólar Cadivi solo para
enchufados y empresarios rojitos; asignación discrecional de vehículos
chinos; otorgamiento de permisos para marchar al centro de Caracas
exclusivamente para el PSUV; sanciones solo para medios independientes;
asignación de papel solo para diarios del gobierno; ocupación de fincas y
fábricas solo de propietarios opositores; inspecciones y multas solo
para las empresas privadas; represión policial a manifestaciones
pacificas de la oposición y protección a colectivos violentos que
agreden a opositores; celeridad procesal solo para condenar opositores e
inercia total para casos como el de Mackled; entre otros.