Aquí Opinan Lunes 16 de Diciembre de 2013 |
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15 TalCual |
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Aquí Opinan
Así lo cuento yo
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Garci González no se explicaba el porqué esos indios resabiados se oponían a un Plan que fue diseñado para que lograran la suprema felicidad. La oposición más fuerte la obtuvo de la trilogía del mal conformada por Tamanaco, Paramaconi y una indiecita jodedora a quien llamaban Urquía, quien al parecer tenía un jujú con un tal Guaicaipuro, un indio de la extrema derecha del Río Catuche, quien armaba guarimbas en la zona este del Valle de Caracas. El Conquistador, actuando en nombre del Rey y Comandante Galáctico, utilizó los mil y un ardides para ganarse la voluntad de las tribus.
Muchas veces intentó serrucharles el piso a los caciques de la Unidad Tribal. Trató de convencer a la indiada pata en el suelo (literal), de que sus chozas eran precarias porque los caciques acaparaban el cemento y las cabillas para hacer sus mansiones en La Lagunita. Más de una vez se le escuchó denunciar por los medios de la Capitanía General que los Amos (originarios) del Valle vendían a precio de gallina flaca el oro y la plata a los imperialistas ingleses, para después comprarles joyas Cartier que solo luciría el cacicazgo parasitario y apátrida. Estos argumentos los combinaba con una feroz represión a todo aquel que salía a protestar por la escasez, ya que los conucos fueron expropiados por la Corona para instaurar empresas de propiedad social, quebrándolas por completo.
Cuentan que en 1578, por órdenes del Gobernador Juan de Pimentel, fue a conquistar a los indios Cumanagotos y Chacopatas con la idea de incorporar a la provincia de Caracas las tierras comprendidas entre los ríos Unare y el Neverí. Antes de utilizar la fuerza, repartió entre las Tribus microondas, neveras, planchas, plasmas y pelotas firmadas por Magglio Ordoñez. Garci tenía la esperanza de vencer la resistencia de estos orientales jugadores de truco, hacedores de sancocho y bebedores de ron.
Mientras se hacían las colas para recibir los artefactos, construyó la ciudad del Espíritu Santo de Querequerepe. Cuandola concluyó y procedía a fundarla como primera Ciudad Comunal de Venezuela, tuvo que abandonarla a causa de la resistencia indígena. Todos se le voltearon a última hora.
Garci González entendió que el Primer Plan Socialista estaba muy bien escrito, pero muy mal prescrito, ya que no bastaban plasmas para amarrar lealtades. Así me lo contaron, así lo cuento yo.